Caminar al menos tres veces por semana mejora de la función cerebral y ayuda a prevenir la demencia
Un estudio basado en el deterioro cognitivo vascular, la segunda forma más frecuente de demencia en el mundo después del Alzheimer, encontró que caminar tres veces por semana durante una hora puede mejorar la función cerebral y contrarrestar la enfermedad.
El ejercicio simple, como la caminata, realizado de forma cotidiana podría reforzar la función cerebral y las habilidades de pensamiento de personas que padecen demencia, según un estudio publicado este año en la revista The British Journal of Sports Medicine.
Según el trabajo, realizado por la Universidad de la Columbia Británica en Canadá y otras instituciones, caminar al menos tres veces a la semana podría contrarrestar a la enfermedad y mejorar el bienestar físico de quienes desarrollan una forma común de pérdida de memoria relacionada con la edad.
El estudio examinó el deterioro cognitivo vascular, la segunda forma más frecuente de demencia en el mundo después de la más conocida enfermedad de Alzheimer, que surge cuando los vasos sanguíneos se dañan y la sangre no fluye apropiadamente al cerebro.
Comúnmente este tipo de demencia es asociada con la hipertensión y los padecimientos cardiacos. El estudio señala que reducir la presión arterial disminuye los síntomas de la enfermedad, y la caminata es un ejercicio que regula la presión arterial y favorece la salud cardiovascular.
«Más específicamente, reduce el riesgo de desarrollar condiciones crónicas tales como presión arterial alta, diabetes (tipo II) y colesterol alto. Condiciones crónicas que tienen un impacto negativo en el cerebro, probablemente debido al flujo sanguíneo comprometido al cerebro», explicaron los investigadores.
Según recoge The New York Times del estudio participaron 38 personas mayores que habían sido diagnosticados con una forma moderada y temprana con ese tipo de demencia. Ninguno de los participantes realizaba ejercicio cotidinamante.
Los científicos evaluaron el estado de salud general de los voluntarios y sus habilidades para memorizar y pensar al inicio del estudio que tuvo una duración de seis meses.
Las pruebas se realizaron escaneando el cerebro de los participantes mientras estos completaban un test computarizado para medir sus habilidades de atención y toma de decisiones, el cual requería dar clic rápidamente para indicar la dirección en la cual una flecha debería apuntar.
El estudio y los resultados
El grupo fue dividido aleatoriamente en dos: unos comenzaron a caminar, y otros asistieron a la Universidad a recibir sesiones semanales educativas sobre nutrición y un estilo de vida sano.
Quienes caminaban debían hacerlo tres veces por semana durante una hora, con una intensidad que permitiera elevar sus frecuencias cardiacas hasta cerca del 65% de su máxima capacidad.
“Queríamos tener algo de intensidad” en el ejercicio, explicó Teresa Liu-Ambrose, directora del laboratorio de envejecimiento, movilidad y neurociencia cognitiva en la Universidad de Columbia Británica, líder del estudio.
Una vez finalizado el estudio los investigadores volvieron a hacer pruebas físicas y cognitivas a todos los voluntarios.
Como resultado encontraron que quienes caminaron tenían presiones arteriales más bajas que los voluntarios en el grupo de control, mientras que sus cerebros también trabajaban de manera diferente.
Los cerebros de los caminantes mostraron menos activación en partes del cerebro requeridas para la atención y la rápida toma de decisiones que los cerebros de las personas en el grupo de control.
La autora del estudio explicó que las diferencias fueron sutiles, pero se correlacionaron adecuadamente con mejoras en las pruebas cognitivas. La investigadora explicó que cuanto menos tiempo requiera el cerebro mantener la atención y tomar decisiones rápidas, las personas se desempeñarán mejor en exámenes de habilidad de pensamiento general.
En conclusión Liu-Ambrose señaló que los caminantes mostraron cerebros más eficientes y mejores habilidades de pensamiento que los participantes que no caminaron.
De todas maneras los investigadores señalaron que se deben realizar más estudios para confirmar el beneficio de la caminata para las personas que sufren ese tipo de demencia. La autora del trabajo y su equipo adelantaron que ahora planean estudiar si los cerebros y los cuerpos pierden algo de lo ganado si regresan a ser sedentarios y qué tan rápido ocurre eso, ya que declaró que una vez finalizado el estudio a los caminantes se les dio la libertad de dejar de ejercitarse la mayoría lo hicieron.
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