La leche materna podría reducir el riesgo de autismo en bebés propensos por genética
Un nuevo estudio señala más beneficios a los ya conocidos de la lactancia materna y señala que ésta podría reducir el riesgo de autismo en niños propensos genéticamente.
La leche materna y la práctica de la lactancia han ganado espacio nuevamente en los últimos años gracias a los beneficios que otorga tanto para los niños como para las madres.
Desde la Organización Mundial de Salud se recomienda a la leche materna como alimentación exclusiva de los bebés hasta los seis meses y como complemento hasta por lo menos los primeros dos años de vida.
Ahora una nueva investigación liderada por la científica Katheleen Krol del Instituto para las Ciencias Humanas Cognitivas y del Cerebro de Leipzig, en Alemania abordó la relación entre la lactancia, los genes y la capacidad de percibir emociones.
Para el trabajo los investigadores estudiaron a 98 bebés de siete meses para determinar cómo la variación genética y la lactancia afectan a la atención que prestan los pequeños a los ojos de otra persona en función de la emoción que le trasmite. El reconocer las emociones en los otros es una habilidad social clave que depende, en gran medida, de la información de la zona que rodea los ojos en el individuo observado.
Cuando se da una atención reducida a los ojos del otro normalmente se vincula esa acción con discapacidades sociales como el autismo.
Los resultados del estudio mostraron que los niños que fueron amamantados durante más tiempo mostraron una mayor preferencia por mirar a ojos felices y una menor por mirar ojos con expresión triste.
Con esa información los investigadores analizaron el genotipo de los participantes y determinaron que el efecto de la lactancia en la preferencia visual solo era significativo en los niños que tenían un genotipo de riesgo. Así la investigación concluye que la lactancia está relacionada con una mayor sensibilidad a las emociones de los niños y podría reducir el riesgo de autismo en quienes son más propensos por genética.
Para la investigación participaron también investigadores de la Universidad Nacional de Singapur y la Universidad de Virginia. Y los resultados fueron publicados en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences.
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