La cronoterapia mejora eficacia de tratamientos contra cáncer
La cronoterapia, que busca administrar los medicamentos respetando los ritmos naturales del organismo, debe ser utilizada para luchar contra enfermedades como el cáncer, porque mejora la eficacia de los tratamientos, según recientes investigaciones científicas.
Los investigadores del Instituto francés de la Salud y la Investigación Médica (Inserm) han demostrado que tomar en cuenta el famoso «reloj biológico», ese reloj en el interior de nuestro cuerpo, que afecta una serie de factores, como la temperatura corporal, la presión sanguínea y la tolerancia al dolor, permite aumentar la eficacia de los tratamientos y disminuir su toxicidad.
La ambición de los médicos debe ser por ello aplicar los tratamientos en un determinado momento del día, y no en otro, dependiendo de los ritmos biológicos que rigen cada organismo, proponen estos estudios, que subrayan la importancia de los «relojes biológicos» y ritmos circadianos.
Estos ritmos circadianos (del latín circa, que significa ‘alrededor de’ y dies, que significa ‘día’) modifican la acción de los medicamentos en el organismo durante las 24 horas. A su vez, los medicamentos pueden modificar el sistema circadiano que genera estos ritmos, indican las investigaciones.
Es a causa de esos relojes biológicos» que es mejor tomar una aspirina en la noche y no en la mañana, y que el organismo digiere mejor la cortisona en la mañana, en fase con el pico fisiológico de secreción del cortisol, que tiene lugar entre las seis y ocho horas de la mañana, según los estudios.
Las investigaciones realizadas en el marco del Inserm subrayan en especial la importancia de tomar en cuenta estos ritmos para tratamientos contra el cáncer, porque ello permite aumentar los beneficios de los medicamentos, aumentar su tolerancia y disminuir su toxicidad, explicó Francis Lévi, que dirige la unidad Ritmos biológicos y cáncer de ese instituto francés.
Además, los estudios demuestran que cuando el sistema circadiano está perturbado, y no funciona de manera coordinada, el riesgo de desarrollar cánceres, enfermedades cardiovasculares o enfermedades infecciosas es mayor», observó Lévi.
El sistema puede resultar perturbado a causa de un tumor en el cerebro, pero sobre todo por un «desfase horario crónico», como el trabajo de noche, que la Agencia Internacional de investigación sobre el cáncer de la Organización Mundial de la Salud (OMS) clasificó como «probablemente cancerígeno» en 2010.
Los estudios citan con más frecuencia el cáncer de seno, que registraría un riesgo casi duplicado en horarios atípicos, como un trabajo de noche. Pero el profesor Lévi subrayó también un aumento de los casos de cáncer de próstata, o del colon.
Las perturbaciones de este ritmo biológico pueden también favorecer la diabetes y la obesidad, así como el envejecimiento, según un estudio realizado en ratas por los investigadores de Massachusetts Institute of Technology (MIT), en el noreste de Estados Unidos.
El profesor Leonard Guarante, autor de un estudio publicado en junio en la revista científica Cell, destaca, apoyándose en estas investigaciones, «la importancia de mantener el ritmo circadiano para conservar la salud».
Como el sistema circadiano controla también el ritmo de división celular, los investigadores se han esforzado para desarrollar la cronoterapia, con la ambición de determinar cuál es el mejor momento para administrar los fármacos, para que sean más eficaces y menos nocivos, se desprende de varios estudios.
«Hemos descubierto por ejemplo que el medicamento fluororacil contra el cáncer es cinco veces menos tóxico cuando se administra alrededor de las cuatro de la madrugada, y no a las cuatro de la tarde«, indicó el doctor Lévi, que utiliza la cronoterapia para administrar quimioterapias a pacientes afectados por cáncer digestivos en el hospital Paul-Brousse de Villejuifm, periferia de París.
La cronoterapia existe también de manera bastante confidencial en varios países, como Estados Unidos, Canadá, China, Japón, Italia, Bélgica, Portugal, para pacientes que padecen de cáncer, pero también de depresión o de perturbaciones bipolares.
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