Nancy Houston: «La única diferencia entre hombre y mujer es la maternidad»
«Partiendo del arte de la seducción y del coqueteo en Occidente, llegué a la conclusión de que somos mucho menos libres de lo que creemos», declara a la AFP Nancy Houston, autora de un ensayo mordaz sobre la mujer contemporánea y la imagen que transmite.
En «Reflejos en un ojo del hombre» (Actes Sud), publicado el 2 de mayo, la novelista y ensayista franco canadiense habla con gravedad o humor de su propia experiencia y de artistas como Nelly Arcan, Jean Seberg y Marylin Monroe.
«Planteo la cuestión de la sociedad occidental y de qué manera ésta es responsable de la imagen atribuida a la mujer moderna».
Houston declara la guerra a todos los que «querrían, como la también escritora Elisabeth Badinter, una sociedad en la que las mujeres son tan libres como los hombres en materia sexual. Como si los comportamientos masculinos fuesen universales».
La teoría del género, «que relativiza la identidad biológica, está incluida en los manuales escolares y se está convirtiendo en la ideología oficial de los intelectuales», denuncia la autora.
Esa gente piensa que «la libertad es innata. Y no lo es. Las primeras víctimas son las mujeres más frágiles».
En Occidente, toda mujer se ve afectada «por esa propaganda que transmite de todas nosotras (…), con nuestra solidaridad entusiasta o nuestro cuerpo defensivo, una imagen reflejada en la mirada del hombre», asegura.
El título de su ensayo hace referencia a la novela de la estadounidense Carson McCullers, «Reflejos en un ojo dorado» (1941), adaptado al cine por el realizador John Huston en 1967.
Las mujeres de las cavernas
«Las estadounidenses viven en una esquizofrenia aún más fuerte con, por un lado, un discurso feminista políticamente correcto y por otro lado, concursos de belleza, miles de millones gastados en cosméticos y pornografía violenta».
Machos y hembras
Según ella, los genes tienen una vida muy dura: «en nuestra especie, como en otras muchas, los machos no tienen las mismas necesidades ni los mismos comportamientos sexuales que las hembras». Somos siempre, en ese sentido, «hombres y mujeres de las cavernas».
«Creo que no podría definirme como una feminista. No me gustan las etiquetas», asegura esta ex militante, nacida en 1953 en Calgary (Canadá), y que vive en París donde escribe en inglés, su lengua materna, y en francés.
«Algunos van a escandalizarse con esto y reducirán mi ensayo a un elogio de la maternidad». Pero «lo que diferencia al hombre de la mujer es que ellos no llevan a los niños durante nueve meses».
«No somos responsables de ese +privilegio+ que pagamos muy caro. Y es precisamente esa única característica la que ha sido excluida de la imagen de la mujer moderna», estima Nancy Houston.
«Tener un hijo, para una mujer, ¡no es algo banal! Pero intentamos negarlo», insiste.
Más grave aún, «si tratamos a las niñas como a los niños, no podrán entender la relación entre embarazo y bebé ¡y tendremos muchos bebés congelados!», estima, haciendo referencia a varios sucesos sobre madres que mataron y congelaron a sus recién nacidos.
«Estamos, dice Houston, en una sociedad en la que los hombres están permanentemente excitados. Pero les dicen «¡no toquéis!» y terminan por acercarse a esas mujeres que les producen fantasías y éstas terminan sufriéndolo».
Provocadora, Houston propone: si las prostitutas tienen una función indispensable, «¡vayamos hasta el final e instauremos un servicio sexual obligatorio!»
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