Quienes hablan solos en realidad cumplen una función cerebral de nemotecnia
Y más allá de que la poesía diga que «quien habla solo espera, hablar a Dios un día», la ciencia se detuvo un instante a buscar respuesta a las razones por las que sin darnos cuentas dialogamos con nosotros mismos. Las universidades de Pensilvania y Wisconsin, descubrieron que más allá de las incongruencias, el hablar solo tiene un sentido de nemotécnica: reactiva la información visual y ayuda a encontrar cosas que hubiéramos perdido, o con mayor generalidad, nos ayuda a concentrarnos en determinados puntos que necesitamos focalizar.
El estudio publicado en la Revista trimestral de Psicología Experimental, que se edita en Estados Unidos, pauta que en muestras realizadas sobre decenas de personas, aquellos que tendían a hablar solos, encontraban por lo general objetos perdidos en mucho menor tiempo que aquellos que lo hacían en silencio.
«Las etiquetas verbales., el habla autodirigida, puede cambiar el proceso perceptual contínuo», interpretan los sicólogos. «Escuchar el nombre de un objeto puede mejorar nuestra capacidad de atender simultáneamente a múltiples regiones del espacio que contienen esos objetos nombrados y hacer visible un objeto que hasta ese momento era invisible«, agregan los autores del estudio.
Los niños son los maestros
Los sicólogos sabían de tiempo atrás que los niños utilizan el hablar autoreferencial como forma de ayudarse en todo tipo de tareas que les resultan complejas o que exigen determinada concentración que aún no han desarrollado por completo.
El repetir los pasos a dar mientras se visten, o lo que deben comprar cuando van a hacer los mandados, o los pasos para dar para hace alguna tarea hogareña, resulta habitual a los padres cuando lo ven hacerlo, pero a los sicólogos siempre les llamó la atención cuando eso cesaba y si los adultos que lo hacían no estaban en realidad continuando actitudes infantiles, o en definitiva mejorando su capacidad de «algo» que se les escapaba.
En ese orden de descubrir que ocurría se llevó a un grupo de adultos a supermercados. Se les daba una tarjeta con la imagen de un objeto y en silencio debían buscar el objeto, a otros se les daba la misma tarjeta pero se le pedía que repitieran constantemente el nombre del objeto mientras lo buscaban: en el 80% de los casos, aquellos que hablaban sin parar, lograron encontrar el objeto en cuestión antes que quienes lo hacían en silencio.
«Esto no quiere decir que por repetir una palabra el objeto aparezca por arte de magia», dijo el doctor Gary Lupyan -uno de los investigadores- a la cadena británica BBC.
«Lo si estamos convencidos ocurre, es que al repetir en voz alta lo que buscamos, eso ayuda al cerebro a reactivar la información visual y eso ayuda en la búsqueda«. El investigador dijo que la importancia del estudio está centrada «en algo más que encontrar las llaves del auto más rápido», y que los trabajos permitirán avanzar en la confirmación que el lenguaje no es solamente una herramienta de comunicación, sino también una forma de mejorar los procedimientos cognitivos y ayudar a concentrarnos más y mejor.
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