Abortar en EEUU, una pesadilla que incluye escuchar los latidos del feto y ver fotos
Miles de mujeres acuden a clínicas y hospitales de Estados Unidos cada año para abortar pero, en un número creciente de estados, se ven obligadas a completar un trámite médico que incluye recibir información sobre el feto e incluso escuchar latir su corazón.
Los defensores del aborto consideran que estos procesos tienen como objetivo disuadir a las mujeres de abortar y que, por lo tanto, suponen una interferencia del gobierno en una decisión fundamental que sólo corresponde a cada individuo.
«Se trata simple y llanamente de un insulto a las mujeres y a los médicos», asegura Rosemary Codding, directora del Centro de Salud de Falls Church, situado en un barrio periférico de Virginia, a pocos kilómetros de Washington.
El mes pasado, Virginia se convirtió en el octavo estado que aprueba leyes de este tipo, después de que el gobernador Bob MacDonnel firmara un texto sobre este procedimiento.
A partir del 1 de julio, las mujeres que quieran abortar en la clínica Codding, por ejemplo, tendrán que aceptar que les coloquen una sonda entorno a su vientre para ver la imagen del feto, antes de interrumpir el embarazo.
Los detractores de la ley lograron, sin embargo, impedir que el requisito fuera una ecografía realizada mediante una sonda introducida en el útero, cuyo resultado es más preciso a la hora de percibir al feto.
El gobernador MacDonnel, del Partido Republicano, considera que de este modo las mujeres están mejor informadas sobre las consecuencias de un aborto.
«La información proporcionada por los ultrasonidos, además de otras informaciones dadas por los médicos conforme a la ley que protege esta práctica médica, puede ayudar a la madre a tomar una decisión estando completamente informada», dijo después de firmar la norma.
La realización de ultrasonidos que proporcionan imágenes acústicas del feto ha desencadenado una intensa batalla entre conservadores y proabortistas, que coincide con una campaña electoral en la que los demócratas han acusado a los republicanos de liderar una «guerra contra la mujer».
La polémica también ha destapado otros temas de debate, como el acceso de las mujeres a medidas de contracepción o el conflicto soterrado entre madres con hijos que trabajan y madres que deciden quedarse en casa.
La Liga de Acción Nacional por el Aborto y los Derechos Reproductivos (NARAL) pronostica un duro correctivo para los conservadores en las urnas.
Contragolpe
«Si siguen esta guerra contra las mujeres, el contragolpe va a ser tan fuerte que no van a poder volver a sacar el tema por mucho tiempo», asegura Tarina Keene, directora de NARAL en el estado de Virginia.
En virtud de la nueva legislación, las mujeres pueden negarse a ver el feto y escucharlo mediante una ecografía si firman una renuncia formal, pero no pueden evitar el ultrasonido que las obliga a ver fotos del feto y de la placenta.
El estado de Texas (sur) supone una excepción en este procedimiento, ya que obliga a las mujeres a ver y escuchar las imágenes antes de interrumpir su embarazo.
En un artículo de la revista Texas Observer, una mujer describió la «pesadilla» que representa el examen. El doctor le advirtió que podía perder su permiso para ejercer la medicina si no cumplía todos los pasos del trámite.
Según su testimonio, el doctor le explicó que «aquí veo un diafragma bien formado y aquí las cuatro cavidades del corazón», y posteriormente le dio toda una serie de informaciones sobre los riesgos del aborto y las posibilidades de adopción en Texas.
Desde la legalización del aborto en Estados Unidos en 1973, se han multiplicado los obstáculos para llevar a cabo este derecho.
El Instituto Guttmacher, una institución privada, ha hecho un seguimiento de las leyes que restringen el derecho al aborto, afirma que 32 estados prohiben utilizar fondos públicos para reembolsar a los médicos las interrupciones de embarazos, y que 46 permiten a las instituciones de salud negarse a practicar abortos.
Algunos estados están tratando de crear la figura jurídica del «niño no nacido» para otorgarle derechos, pero por ahora estos intentos no han prosperado.
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