La ciencia cree que la depresión que suele acompañar cuadros infecciosos es una reacción inmunológica
Los doctores Andrew Miller de la Universidad de Atlanta, y Charles Rayson, de la Universidad de Arizona, evaluaron la incidencia depresiva en aquellas personas tratadas por infecciones y plantearon una postura revolucionaria en la materia: la depresión no es consecuencia negativa de un ataque bacteriológico al organismo, sino una “ayuda” para enfrentar el problema.
Depresiones positivas
Para los científicos involucrados en el tema, los cambios de conducta que experimenta una persona durante un cuadro depresivo, son altamente beneficiosos para que el organismo enfrente una infección invasiva.
Lo habitual es que durante un ataque de depresión, el individuo se retraiga, se aparte de los demás, está desganado, pierda el apetito y esté fatigado la mayor parte del tiempo.
Toda esta sintomatología es altamente positiva para que el organismo se concentre en un solo problema: la infección que le aqueja.
La disminución de la actividad física hace que todos los recursos físicos existentes estén disponibles y no haya diversificación de los mismos.
Tampoco la persona, por estar fuera del circuito social, entrará en muchos contactos nuevos, limitando el radio de infección pero a la vez impidiendo que el organismo reciba nuevos gérmenes patógenos eventuales como enfrenta cada momento del diario convivir.
Los trastornos del sueño vinculados a la depresión – el insomnio- tendrían también una base propia de la evolución: el individuo enfermo es más fácil de capturar para los predadores, pero el insomnio lo mantiene alerta para evitar el peligro.
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