Gobierno expropia el predio en el que Artigas fundó Purificación, la primera capital del país
La estancia pertenece hoy a un solo propietario y restan únicamente unos breves trámites en la Dirección de Catastro para que la expropiación de las ruinas de la Villa de la Purificación pueda volver al patrimonio nacional.
Todo indica que la expropiación se concretará durante este mes de diciembre antes de que culmine el año.
El monto que se abonará al dueño de la estancia por una parte de su predio, unas 190 hectáreas, quedando en su poder el resto de las hectáreas de su propiedad, llegará aproximadamente al millón de dólares, menos de U$S 5 mil dólares la hectárea.
La expropiación tendrá lugar en el marco de los festejos del Bicentenario y de los 150 años del fallecimiento del Protector de los Pueblos Libres y Jefe de los Orientales.
La Villa de la Purificación fue fundada por Artigas a orillas del arroyo Hervidero, a 30 kilómetros de la ciudad de Salto, con el objetivo de funcionar como el centro político y militar de la Liga Federal que él conducía y que abarcaba todo el territorio uruguayo, gran parte de Río Grande del Sur y las provincias argentinas de Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y Misiones.
Purificación se transformó entonces, a partir de 1815, en la capital del Protectorado de los Pueblos Libres y en la primera capital de la Banda Oriental.
Fue un producto de la aguda percepción geopolítica de nuestro máximo héroe nacional.
El tamaño del poblado era similar al de la Paysandú de aquella época y contaba con un muelle con movido tráfico comercial.
Allí durante 3 años, hasta que la devastadora invasión lusitana, resistida con heroísmo singular, obligó a una ordenada evacuación, funcionó a pleno el Estado Mayor artiguista.
La rodeaban un conjunto de fortificaciones artilladas que defendían su lado norte y este, mientras que el río Uruguay obraba como su protección natural del flanco oeste y el arroyo Hervidero del flanco sur.
El polvorín de Purificación fue emplazado del otro lado del río Uruguay para su protección y también fuera de ese límite Artigas emplazó una batería de gran alcance para la época, con la finalidad de defender la capital artiguista desde las afueras de Purificación.
Al rendirse Montevideo a las fuerzas portuguesas al mando del barón de la Laguna, Carlos Federico Lecor, recibido vergonzosamente bajo palio por la oligarquía montevideana, son evacuados los pobladores de Purificación hacia Entre Ríos.
Las fuerzas invasoras lusitanas logran finalmente vencer la resistencia oriental y penetran al mando del teniente general Joaquín Xavier Curado, el 9 de junio de 1818, izando el pabellón portugués en la capital del Protectorado de los Pueblos Libres.
Los portugueses se atrincheraron en Purificación, prohibiendo a sus soldados salir de la villa por temor a las guerrillas artiguistas que no cejaron de hostigarlos.
La escuadrilla portuguesa logró echar anclas en el improvisado puerto de Purificación.
Sin embargo poco duró el triunfo lusitano, ya que temiendo la acción de los soldados orientales conducidos por Artigas, cuya caballería fue calificada por los generales mercenarios franceses que se unieron al ejército portugués como «la mejor caballería del mundo», abandonaron un mes y medio después, el 22 de julio, la Villa de Purificación, por considerarla poco segura, instalándose al norte del río Daymán.
Las huestes artiguistas, derrochando heroísmo, recuperan su capital y permanecieron hasta 1820.
Algunos historiadores sostienen que Artigas al retirarse definitivamente de Purificación le prendió fuego, dejando solo sus ruinas.
El barón Lecor devolvió las tierras de Purificación a sus antiguos propietarios, pasando esos títulos por diferentes manos hasta nuestros días, cuando se producirá la expropiación definitiva.
No hay que confundir la Meseta de Artigas, ubicada a 7 kilómetros al sur de las ruinas de Purificación, lugar denominado Campamento Chapicuy, donde se instaló una parte de las fuerzas artiguistas, con la Villa de la Purificación cuya expropiación acaba de decidir el Consejo de Ministros del presidente Mujica.
En pocos días más el Bicentenario alumbrará la recuperación para la sociedad civil y política de nuestro país, de uno de los más importantes centros históricos de la orientalidad, allí donde se gestó la más formidable resistencia a la más poderosa y cruenta invasión de nuestra historia.
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