Liberof
Ayer a las 11 de la mañana centenares de vecinos se concentraron en Camino Carrasco y Pradón para recordar al doctor Manuel Liberof a 25 años de su desaparición. Entre la concurrencia destacaron las presencias de los familiares de Liberof, el integrante de la Comisión para la Paz, Gonzalo Fernández; los dirigentes comunistas Alicia Pintos y Ruben Abrines; el edil del Espacio 90 Jorge Mazzarovich y los dirigentes frenteamplistas León Lev (Alianza Progresista) y Sergio Previtali.
La plaza, que lleva el nombre del médico comunista desaparecido, fue engalanada austeramente, un retrato con su rostro pintado en nailon, una bandera uruguaya y una pancarta con la pintura aún fresca que proclamaba la consigna central de este 20 de mayo: «Sin verdad secuestrada, sin memoria prohibida».
Dos parlantes ubicados en la caja de una camioneta y una mesa en la que se juntaba firmas «para evitar que vendan a Antel» y se vendían tortas fritas para combatir el intenso frío, completaban el cuadro. Hubo cuatro oradores y todos sus discursos tuvieron un alto contenido emotivo.
El representante de Madres y Familiares de Desaparecidos Ruben Astasuz arrancó su breve discurso reconociendo «hablar no es lo mío», explicó que la consigna central de este 20 de mayo evoca un pensamiento de «el recordado Perico» (Pérez Aguirre). «Durante todos estos años hemos recorrido todos los caminos denunciando las atrocidades del régimen militar y civil, reconstruyendo la memoria que nos habían secuestrado, sin dejar que la memoria y la historia la escriban los poderosos. Nosotros vamos a recuperar la memoria y vamos a decir que eran los mejores».
El diputado del Partido Socialista Guillermo Alvarez saludó a «sus familiares y a sus compañeros del Partido Comunista» y recordando a la personalidad de Liberof como «una persona comprometida con su barrio, un amigo, más que un médico».
Seguidamente, en uno de los momentos más emotivos del homenaje, el poeta y vecino de Liberof («uno de los que más hizo para que esta plaza lleve su nombre» dijeron al presentarlo) Mario García, leyó un poema dedicado a «Manuel Liberof, Eduardo Bleier, Oscar Tasino, camaradas del alma, a todos los detenidos desaparecidos». «Que aparezcan con su muerte, con su sombra, con las raíces, con la tierra en la garganta. Que aparezcan vivos o muertos. Que aparezcan en el tiempo desvelado, en el insomio del día», dijo con la voz quebrada y en los rostros curtidos de los veteranos vecinos que eran la inmensa mayoría de la concurrencia, brillaron con más fuerza los ojos y las palmas de las manos chocaron con ganas.
Cerró la parte oratoria el dirigente comunista Juan Castillo: «Los compañeros que tienen muchos años y que han militado junto a nosotros nos han enseñado muchas cosas de Manuel Liberof. Nos han enseñado cómo recorría toda esta zona a pie y en el mejor de los casos en bicicleta, recorriendo casa por casa, familia por familia, para que por encima de todas las cosas y como él la concebía, la medicina no fuera una mercancía sino que estuviera al lado de quien la necesitara».
«El otro día el Pepe D´Elía me dijo en su casa: «Leí que vas hablar por Manuel. Mandale un abrazo», dijo. «Y Pepe me decía, «pensar que nos tuvimos que fumar ver los comunicados de las fuerzas conjuntas con los letreros abajo de miles de compañeras y compañeros, pasarlos con una música militar, con el número y el se busca por sedicioso», narró Castillo con la voz quebrada. «¿Qué de sedicioso tenía Manuel por pelear por su barrio, por la familia y por la escuela?» se preguntó Castillo y agregó: «Los sediciosos siguen sueltos, pero cada vez está más cerca el día en que van a tener que pagar sus culpas y dar la cara por lo que hicieron y eso es por la lucha, nadie nos regaló nada.»
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