Después de buscarla 25 años, se murió sin saber qué pasó con su hija Elena secuestrada por la dictadura, de la embajada de Venezuela, en 1976

Ayer murió Tota Quinteros, hoy miles la despedirán

María Almeida de Quinteros tenía 82 años y dejó de existir en las primeras horas de ayer domingo. En los últimos días fue internada de urgencia en el CTI del Casmu, lugar de donde luego fue derivada tras una leve mejoría. Sufría una grave enfermedad que le había deteriorado la salud y el sábado de noche volvió a sufrir severas arritmias y su estado general empeoró hora tras hora.

«Tota» fue maestra rural, profesión que luego fue seguida por su hija Elena.

Compartió su docencia con la actividad política, sobre todo a partir del secuestro de su hija y durante toda la dictadura. Integró las filas del Partido por la Victoria del Pueblo y fue presidenta de la Junta Departamental de Montevideo durante el primer gobierno frenteamplista en la capital.

María Almeida era viuda y su esposo supo también integrar las fuerzas políticas progresistas. «Tota» adoptó un hijo que la acompaña hace hoy ya 30 años.

Pero hace 25 años la vida de María Almeida cambió.

En procura de obtener alguna información que pudiera dar con el paradero o conocer la suerte que corrió su hija, María Almeida de Quinteros se entrevistó desde 1976 –año en que Elena desapareció de los jardines de la embajada venezolana en Uruguay– con todos los presidentes venezolanos. Desde Carlos Andrés Pérez hasta Hugo Chávez.

Su búsqueda no solo trascendió fronteras sino también los estamentos sociales del país. «Tota» supo ser recibida por dirigentes políticos y organizaciones internacionales la tuvieron también entre los escritorios golpeando puertas, con la esperanza de tener algún dato que sirviera para conocer el destino de su hija.

Estuvo en las comisiones de Derechos Humanos de la ONU y de la OEA. Fue representante de la entidad «Pax Romana» y de la Asociación de Familiares de Desaparecidos en el Extranjero, primera entidad en elaborar una lista de uruguayos desaparecidos en la República Argentina.

Fue merecedora de varios homenajes de organizaciones defensoras de los Derechos Humanos, en Uruguay y en varios otros países.

 

Dolor y rebeldía

«Tota, la lucha continúa, Elena Quinteros presente» y «Murió sin saber la verdad» expresaban en la tarde gris de ayer y desde las ventanas de la sede de Ademu dos inmensas balconeras, y en la vereda una larga fila de ramos de flores. La decisión de realizar el velatorio de los restos de «Tota» en el local de Ademu se debió a su condición de maestra, al igual que su hija Elena y a la relación que mantuvo el sindicato de los maestros con ella, que la apoyó permanentemente en sus reclamos.

Una multitud se dio cita en la «despedida» de «Tota», por lo que próximo a la hora 18.15 se dispuso cortar el acceso a los vehículos que transitaban por la calle Maldonado entre las emblemáticas calles Héctor Gutiérrez Ruiz y Zelmar Michelini.

Entre la nutrida concurrencia estaban presentes legisladores y dirigentes del Encuentro Progresista-Frente Amplio, del Nuevo Espacio, dirigentes del PIT-CNT, autoridades de la Intendencia Municipal de Montevideo e integrantes de la agrupación de Familiares e Hijos de Detenidos Desaparecidos.

Entre otros se hicieron presentes los senadores José Mujica y Arturo Dubra, del MPP; Reinaldo Gargano y Mónica Xavier, del Partido Socialista; y Rafael Michelini, del Nuevo Espacio. Los diputados José Bayardi de la Vertiente Artiguista y Lucía Topolansky del MPP. Los dirigentes del Partido Comunista del Uruguay Carlos Abrines y Alicia Pintos. El actual intendente de Montevideo, Ernesto de los Campos, y los directores municipales Américo Rocco y Miguel Fernández Galeano. Los dirigentes del PVP Hugo Cores y Carlos Coitiño. En el plano sindical, además de la dirigencia en pleno de Ademu y el dirigente del Gas, Luis Puig, pasaron varios dirigentes de distintos gremios.

En tanto que, a partir de la hora 9.00 de hoy, partirá una caravana que de a pie acompañará a María Almeida desde el local de Ademu hasta el Cementerio del Buceo. Luego sus restos serán cremados, como ella lo había solicitado, en el Cementerio del Norte.

El arzobispo de Montevideo, Nicolás Cotugno –conjuntamente con los sacerdotes Pérez Aguirre y Paul Dabezies y el diácono permanente, Alvaro Ardao– ofrecieron una misa en la propia sede sindical, la cual comenzó con un canto cuyo estribillo es: «Nosotros venceremos sobre el odio con amor».

En el improvisado altar, de la emotiva ceremonia, colocaron además del cáliz y la patena, una fotografía de Elena Quinteros, y junto a ella una pequeña vela encendida en un candelabro que había pertenecido a su madre.

En ese momento la ausente presencia de una multitud de rostros de desaparecidos durante la pasada dictadura militar en nuestro país colmó el salón debido a que los concurrentes alzaban de a uno sus fotografías, las cuales mantuvieron en lo alto hasta el final de la homilía.

 

«La paz del perdón» y el reclamo de «verdad»

Cotugno recordó a Tota, «la mamá de Elena una de las desaparecidas en el contexto de nuestra historia», como «integrante radical pujante y vital de la comunidad cristiana».

Durante la homilía, el prelado indicó que no estaba presente «para hacer ninguna reivindicación de carácter social o político», aunque destacó que asumía «toda la realidad social, política, cultural e histórica, de nuestro pueblo, y la hacemos nuestra, lo sufrimos y padecemos, pero vamos más allá, gracias a Dios por el don de la fe».

«Tota en la muerte no muere, sino que es glorificada en ese Cristo que vence a la muerte y vive; quisiera que nos animáramos entre todos a celebrar en la muerte la vida, y a traer al altar todo lo que significa este mar de sufrimientos. Tota es la mamá de una desaparecida y sabemos que hay lágrimas y dolor en tantas madres padres, hijos, esposas, y esposos por los seres queridos desaparecidos», destacó monseñor Cotugno.

Aseguró: «Nuestra esperanza en la resurrección de Cristo no es algo que nos haga perder contacto con la realidad de la vida, sino que nos hace ir hasta las raíces más profundas del sufrimiento humano y de la tragedia».

Más adelante expresó que aceptó integrar la Comisión para la Paz, cuando se lo propuso el presidente de la República, Jorge Batlle, «consciente de lo que ello podía significar en cuanto pastor de la Iglesia de Montevideo».

Destacó que aceptó la propuesta del máximo mandatario «únicamente para poder aportar desde la fe, desde la certeza de que Cristo está resucitado y vivo, la esperanza que viene de esta experiencia».

Frente a la muerte no hay colores ni banderas, sino que existe «el hombre en su identidad personal y comunitaria, todos delante de la muerte estamos desnudos como así aparecimos en la vida. Buscamos la paz desde lo más profundo de nuestras entrañas y lo hacemos aportando lo único que tenemos como Iglesia de Jesucristo».

El prelado expresó: «Hoy le queremos decir a Tota, a sus familiares y a todos aquellos que nos han precedido en el dolor del sufrimiento y de la muerte, lo que tenemos, te lo damos. Ten fe, esperanza, y paz».

Destacó que la vida de «Tota» Almeida «fue un calvario», y que llevó hasta la cumbre del mismo «el sufrimiento de mujer y de madre, quien buscó a lo largo de su existencia a su hija y no la encontró, y justamente hoy es Dios quien le devuelve la hija».

Cotugno pidió a Tota que «desde la glorificación, que a través de la muerte de su resurrección nos ayude a nuestro país para que tengamos la paz que buscamos desde la justicia, comprensión y el perdón».

«Estoy profundamente convencido de que no vamos a llegar a la paz si no pasamos por el perdón del altar que hace presente el amor divino y heroico del calvar
io, porque ‘Tota’ estuvo en él y no aflojó. Quiero pedirles a todos aquellos que han sufrido la herida del dolor y la injusticia que seamos capaces de decir: Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a quienes nos ofenden, porque no llegaremos a esa paz de corazón por más que se pueda hacer justicia incluso de la perspectiva humana», puntualizó.

Cuando el prelado culminó con la ceremonia, al retirarse, algunas voces le reclamaron en la calle «saber la verdad» en el destino de las personas detenidas desaparecidas cuyo paradero aún se desconoce, y cuestionaron que la existencia de la Comisión para la Paz «era una parodia».

Por otro lado, al cierre de la presente edición se manejaba la posibilidad de que la Junta Departamental de Montevideo levantara su receso anual para efectuar una sesión «extraordinaria y solemne» en honor a «Tota» Quinteros.

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