La heroica bofetada a tiranía uniformada y sus acólitos civiles

A 20 años del No a la dictadura

La dictadura había nacido con una fuerte resistencia popular y una huelga general que durante 13 días mantuvo ocupadas las fábricas, las dependencias estatales, los liceos y las facultades pero no pudo evitar que se concretara el golpe. La brutal represión, los miles de despidos en el aparato del Estado y la industria privada, donde no fueron pocas las patronales que denunciaron trabajadores y limpiaron sus empresas de militantes sindicales, la cárcel y la tortura, el exilio, hicieron que la resistencia a la dictadura tuviera muy pocas expresiones públicas.

La dictadura militar, los civiles que la apoyaban y las fuerzas económicas que le daban sustento intentaron legitimarse ante el mundo con un pronunciamiento plebiscitario. El desafío además de provocar el encuentro de importantísimos sectores de los partidos tradicionales para enfrentarlo puso en tensión a las organizaciones de izquierda que se mantenían clandestinas y a todo el entramado social que jugó un papel decisivo en la derrota de la tiranía.

Los órganos clandestinos de la Convención Nacional de Trabajadores y de los sindicatos más fuertes, AEBU que mantenía su local abierto escudado en la actividad social y deportivo, los trabajadores de la construcción, los metalúrgicos, los de los entes del Estado, se transformaron superando enormes dificultades en propagandistas del NO. Lo mismo ocurrió en los liceos más importantes y en las facultades.

La dictadura, según narraron fuentes militares a LA REPUBLICA, tenía informes de Inteligencia que le advertían del crecimiento de la actividad de oposición y recomendaban incrementar la represión. Según las fuentes se impuso en los mandos militares la visión de que «el plebisicto se ganaba bien y después se continuaría la obra».

Sin embargo, sí se tomó en cuenta la recomendación sobre la represión, cientos fueron los detenidos y también los despedidos.

Cuando todavía no se hablaba de plebiscito y existían expectativas en las negociaciones con dirigentes de los partidos tradicionales, la dictadura decidió evitar cualquier manifestación opositora el 1º de mayo y cambió de fecha la celebración del Día de los Trabajadores, lo trasladó para el lunes 5 de mayo. Además de la gaffe histórica que significó conmemorar el 162 aniversario del nacimiento de Carlos Marx, también con esa medida, la dictadura consiguió el efecto contrario al buscado. En los principales centros estudiantiles el ausentismo fue importante y se realizaron protestas relámpago en varios centros de trabajo.

Esa madrugada, atendiendo la consigna de la CNT se realizaron volanteadas y pintadas en varios puntos de Montevideo. La movilización tuvo dos víctimas: mataron a Jorge Reyes, obrero metalúrgico de un tiro de fusil. La versión de la dictadura fue que no obedeció una orden de alto. Reyes fue asesinado a pocos metros de la fabrica Nordex. Según constata el «Uruguay Nunca Más» esa noche también mataron a Carlos Píriz.

En 1980 murió en la tortura Hugo Haroldo Demitt y murieron en la cárcel Emilio Férnandez, Miguel Almeida, Nelson Batalla, Gladys Yáñez, Jorge Antonio Debo y Edmundo Rovira.

La resistencia popular siguió encontrando cauces subterráneos para burlar a la represión y el exilio comenzó a presionar cada vez más en los organismos internacionales. Tanto que la prensa se vio obligada a referirse al asunto denunciando «la campaña de desprestigio del país» en el exterior. Dos años antes del Plebiscito en 1978, un editorial de Búsqueda le daba apoyo a la dictadura y sostenía en términos transparentes. «Es cierto que los derechos humanos quedaron en suspenso, pero se justifica por los valores que estaban en riesgo».

El Plebiscito fue un hito determinante, fue la primera derrota política pública de la dictadura. El resultado del plebiscito marcó un punto de inflexión en el rumbo de los acontecimientos y una señal de advertencia que el régimen no tardó en decodificar. El proceso que desembocó en un contundente rechazo de la ciudadanía originó desconcierto en la cúpula militar. En diciembre, se anunció un nuevo cronograma político y también que no habría consulta a los partidos políticos en la designación del presidente en 1981.

Las cifras del pronunciamiento popular

En favor del «No» se expresó ese día una mayoría contundente: 57,2%, contra un 42,7% que se manifestó por el «SI». En términos de votos, la primera alternativa lograría una apreciable ventaja de 238.058 sufragios (945.176 ciudadanos lo hicieron por el «NO» y 707.118 apoyaron el «SI»). La oposición a la reforma constitucional obtuvo la victoria en once departamentos (Montevideo, Canelones, Maldonado, Cerro Largo, Salto, Paysandú, Río Negro, Colonia, San José, Florida y Durazno) mientras que el «SI» triunfó en ocho (Rocha, Treinta y Tres, Rivera, Artigas, Soriano, Flores, Lavalleja y Tacuarembó). La votación transcurrió con absoluta normalidad, destacándose un alto nivel de participación: 86,8% del total de habilitados para votar (1.944.951).

Los medios y la campaña

En las semanas previas al plebiscito, la dictadura, con la anuencia de todos los grandes medios de comunicación, salvo honrosas y escasísimas excepciones, había lanzado una fuerte campaña propagandística para lograr el voto favorable, con jingles de música pegadiza: «(Cantado) Sí, por mi país, Sí por Uruguay, Sí por el progreso y Sí por la paz; Sí por el futuro, vamos a votar. Sí por la grandeza, Sí de mi Uruguay. (Hablado) Dígale sí al progreso y a la paz. Dígale sí al Uruguay». Recién el 5 de noviembre, el régimen autorizó a la oposición a hacer uso de la cadena de radio y televisión, tal vez para generar un cierto efecto ambiente de «campaña». «Creo que no hay ningún problema porque si no las cosas no funcionarían como deben…», declaraba a El Día el 11 de noviembre, el entonces comandante en jefe del Ejército teniente general Luis Vicente Queirolo, quien jamás debió haber supuesto otro desenlace que no fuera la aprobación de la reforma. El 27 de noviembre, Queirolo manifestaba en nombre de la Junta de Comandantes en Jefe que «cualquiera sea el resultado, el proceso de reconstrucción nacional no será afectado en su continuidad por la incomprensión o la acción destructiva de los enemigos de la patria». Queirolo pasó a la posteridad con la frase conque saldó las negociaciones con un grupo de dirigentes blancos y colorados que reclamaron libertades y garantías: «A los vencedores no se les ponen condiciones».

Ese pronunciamiento fue expresamente respaldado en un editorial de radio El Espectador, según Latitud 30-35, la emisora señaló: «Pensamos como el teniente general Queirolo, los vencedores son el pueblo, las Fuerzas Armadas, que cumplieron la más noble y limpia misión de proteger, la vida, la libertad. Gracias por el triunfo, gracias por el esfuerzo realizado».

El general Rapela, denunciaba pocos días antes del plebiscito la existencia de un plan «subversivo».

El viernes 28 de noviembre, el presidente de facto Aparicio Méndez clausuraba el largo monólogo publicitario del oficialismo haciendo un llamado a votar por el «SI», televisado a todo el país. Para el gobernante, esa opción implicaba «facilitar al gobierno y a la nación los medios para iniciar la marcha hacia la normalidad sin comprometer la obra realizada» y un triunfo del «NO», «apenas significará un reestudio de los trámites requeridos para seguir adelante». Salvo un puñado de publicaciones de tirada semanal y de emisoras, masivamente, los medios de comunicación se alinearon con el régimen, según incluso hoy día reconoce el actual presidente del Directorio del Partido
Nacional Luis Alberto Lacalle (último número del semanario Patria). La excepción lo constituían el mensuario «La Plaza», de Canelones, cuyo primer número apareció en noviembre de 1979, y el semanario colorado «Opinar» (aparece el 6 de noviembre de 1980), que dirigían respectivamente Felisberto Carámbula y Enrique Tarigo. Desde CX 30 La Radio, uno de sus conductores, Germán Araújo, se transformó en uno de los principales referentes de la resistencia popular al SI. A diferencia de El País y La Mañana que se jugaron enteros por el SI, al punto que el 27 de noviembre, el director de El País, Daniel Rodríguez Larreta, escribió un editorial titulado «Solo votando el SI quedará abierta ruta hacia recuperación institucional»; el diario El Día no se pronunció editorialmente y ofreció espacios a los defensores del NO. Búsqueda, que durante toda la dictadura apoyó al régimen, editorialmente no acompañó el proyecto de institucionalización.

La brutal campaña publicitaria fue contrarrestada con creatividad y esfuerzo. Miles de pegotines diminutos que sólo decían «NO» quedaban pegados en los asientos de los ómnibus, en los baños de los bares y en las vidrieras, los arrancaban y volvían a aparecer. El Frente Amplio imprimió en el exterior, España y México miles de pegotines (ver página 4) que ingresaron clandestinamente al país y se pegaron en todos los lugares posibles, particularmente en las paradas de ómnibus. Las paredes de la ciudad amanecían porfiadamente pintadas con crayón: «Dígale no a la dictadura». La represión fue salvaje, pero miles fueron los que volantearon y pegaron, la dictadura no pudo con todos. Hay miles de anécdotas de la creatividad popular, una es la de una almacén situada en Durazno y Duvimioso Terra. En un pizarrón de grandes dimensiones anunciaba las ofertas. El 30 de noviembre el pizarrón decía en cuerpo catástrofe «NO» y seguía en letra casi ilegible «se atiende de tarde», un poco más abajo anunciaba «Hoy Huevos» y otra vez en letra diminuta «hasta agotar la existencia».

Cientos de cumpleaños inventados, fiestas de 15 y hasta los entretiempos en el Estadio fueron el escenario donde la dignidad popular reclamó votos para el NO y enfrentó el brutal aparato de la dictadura y los grandes medios.

Los partidos políticos

Los pronunciamientos partidarios aportaron también elementos de definición en la ciudadanía, desacostumbrada al rito del sufragio desde 1971. En el espectro colorado, Unidad y Reforma, la «315», el sector de Manuel Flora y los disidentes del reeleccionismo como Raumar Jude y Víctor Cortazzo, se definieron contra el proyecto constitucional. La Corriente Batllista Independiente inicia su actividad política, con un acto a favor del NO en el Cine Arizona, el 13 de noviembre. Jorge Batlle, Enrique Tarigo y Julio María Sanguinetti se inclinaron también por el NO. En junio, a través de Radio Montecarlo, Batlle anuncia su voto negativo al proyecto sino hay un acuerdo previo con los partidos políticos. Se pronuncia contra el contenido de las pautas constitucionales y reclama la habilitación de los partidos políticos y la desproscripción de sus dirigentes, a raíz de lo cual es detenido.

En el nacionalismo, hicieron lo mismo, los movimientos de Rocha y Por la Patria, y los sectores herreristas de Jorge Silveira Zabala y Luis Alberto Lacalle.

El «SI» contó con la adhesión desde Washingon del entonces embajador y ex presidente Jorge Pacheco Areco, de algunos grupos herreristas y de sectores orientados por Alberto Gallinal. Entre los herreristas de la época, manifestaron su adhesión a la reforma el hoy senador Carlos Garat, el hoy diputado Arturo Heber, el ex senador Nicolás Storace.

La Unión Radical Cristiana dejó a sus simpatizantes en libertad de acción, aunque sus dirigentes notorios militaron a favor del NO.

En medio de la proscripción decretada por la dictadura y la represión desatada, la izquierda toda, en la cárcel, el exilio o en la clandestinidad, se definió unánimemente por el NO. Muchos dirigentes y militantes se aglutinaron en centros sociales y parroquiales, desde donde predicaron fuertemente a favor del rechazo al plan militar.

Desde el exterior, el entonces presidente del Frente Amplio en el exilio Hugo Villar, entrevistado por Radio Nederland, denunciaba al proyecto constitucional como «un intento de la dictadura de institucionalizar el régimen» y agregaba que el FA «defiende un proceso de auténtica apertura democrática». «El proyecto ya desde su elaboración constituye un fraude a la ciudadanía porque se hace en medio de la prohibición total de realizar actividades políticas en el país, la prohibición de realizar actividades sindicales, una censura total de prensa que naturalmente no permite que el proceso sea conocido por todos ymucho menos debatido por todas las corrientes de opinión del país».

Por su parte, el líder nacionalista Wilson Ferreira Aldunate, también desde el exilio, calificaba de «mamarracho» el proyecto constitucional e irónicamente sostenía que «en un régimen totalitario van a sacar el cien por ciento de los votos, no tengo la más mínima duda». «¿Cómo van a sacar menos? Sería un tremendo fracaso sacar menos del cien», argumentaba. «Si siguen con sus viejos hábitos, si usan la misma gente, los mismos técnicos. La gente va a ir a votar. Si usted no va a votar, no puede cobrar la jubilación, no puede cobrar el sueldo, no puede percibir ningún beneficio social ni puede hacer gestión ante ninguna oficina pública sin exigir su credencial cívica con el sello estampado. De manera que va a votar todo el mundo. Lo importante es que aunque usen los nombres de los partidos, los que no van a votar son los partidos. Van a aparecer los votos pero no van a estar en los centros de votación los ciudadanos. Ellos, nosotros, los de adentro, los de afuera, todos sabemos que esto es un mamarracho. No es más que un intento por mejorar la imagen y como eso va a fracasar», declaraba a la misma emisora.

Días antes del plebiscito, el 14 de noviembre, Canal 4 difunde una polémica en la que participan los doctores Enrique Tarigo y Eduardo Pons Echeverry (ex minisro de Ganadería y Agricultura) en favor del NO y los Consejeros de Estado Nestor Bolentini y Enrique Viana, en el que actúan como moderadores los periodistas Carlos Giacosa y Asadur Vaneskaian (Ver recuadro). El debate tiene un importante impacto en la opinión pública que favorece a la oposición. El mismo día, el doctor Sanguinetti publica en el diario El Día, un artículo titulado «Hasta el 30 un NO».

También ese día los sectores del Partido Nacional que se pronuncian a favor del NO realizan un acto en el Cine Cordón en el que hablan, Fernando Oliú, Juan Andrés Ramírez, Pons Etcheverry y Héctor Lorenzo Ríos. La Policía reprime con una carga de coraceros a la gente que desbordó la sala y estaba en la calle.

El día después

La dictadura reconoció la derrota el día después en una conferencia de prensa que dio el ministro del Interior, general Manuel Nuñez. La noticia ya había corrido boca a boca. Los opositores al gobierno resuelven no festejar el triunfo.

Sin embargo por 18 de Julio, decenas de autos pasan con sus limpiaparabrisas encendidos aunque no llovía.

En los barrios y en los centros de estudio se multiplican los brindis con cualquier excusa, ese día y el fin de semana posterior hubieron «cientos de cumpleaños».

La prensa internacional destaca que es la primera vez que un régimen dictatorial es derrotado en un pebliscito.

El 3 de diciembre el gobierno y las Fuerzas Armadas emiten un comunicado anunciando que se elaborará un nuevo plan político y que continuará el proceso de institucionalizac
ión. Entre los contactos posteriores, se destaca una reunión entre el general Raimúndez y un emisario de Batlle, Jorge Sanguinetti, quien le entrega una carta. En el documento, Batlle manifiesta que el resultado del plebiscito no debería aparejar un cambio en la intención de entregar el gobierno y expresa su deseo de que la salida sea por intermedio de un diálogo entre ambas partes.

Luego el general Gregorio Alvarez asumiría el mando de las Fuerzas Armadas y se iniciaría un largo proceso de negociación con las fuerzas políticas.

Sin embargo la represión continuó y se hizo más intensa en los años 1981, 1982 y 1983 cientos de militantes de organizaciones de izquierda, estudiantiles y particularmente sindicales son detenidos y torturados brutalmente en dependencias del Ejército, la Armada y la Policía.

La táctica de la dictadura fue muy clara, apertura negociadora con sectores políticos muy específicos y represión desatada sobre el movimiento social y los partidos de izquierda.

Fuentes: Museo de la Palabra (Sodre); La Transición en Uruguay (D.Achard); Historia Política de la Dictadura (Lerin-Torres); El Uruguay de la dictadura (Rilla-Caetano-Mieres-Pérez-Zubillaga-Astori-Castagnola); Uruguay Nunca Más (Serpaj), revista Latitud 30-35.

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