Reivindican al general Aguerrondo y el asalto militar al poder en 1973

Con una acto realizado en el Cementerio del Norte, la «Comisión Permanente de Homenaje al Señor General don Mario Oscar Aguerrondo» recordó al militar fundador de «Los tenientes de Artigas». En la oratoria, se reivindicó el golpe de Estado y «la decisiva participación» de Aguerrondo en la dictadura, a la que se denominó «proceso de reconstrucción nacional».

Arsenio Bargo fue el único orador, ante familiares del general y ex camaradas de armas que concurrieron hasta la tumba en el Cementerio del Norte que guarda sus restos desde hace tres decenios.

Entre otros, asistieron el teniente general ( r ) Daniel García, los generales Manuel Fernández, Núñez, Luis Abraham y Yamandú Sequeira, y los coroneles Hugo Arregui, Jaime Palavez y Hoffman.

Bargo destacó «la honestidad» del fundador de los Tenientes de Artigas y su lucha contra la corrupción: «En su vida fue auténtico; nada de ella fue ficticio.

Duro con los deshonestos, detestaba tanto la deslealtad como la obsecuencia; eludía sin disimulo a los que ponían su interés nada más que para el logro de objetivos subalternos y fue así que, con precisión y severidad, señaló sin apasionamientos la desviación de aquellos que pretendían usar las posiciones alcanzadas buscando un beneficio propio».

Bargo destacó como un mérito de Aguerrondo prever el papel que deberían jugar las Fuerzas Armadas en el país, «con mucha anticipación», y destacó su compromiso en el combate al «comunismo internacional».

«Como hombre de armas y ciudadano consciente, vislumbró con mucha anticipación el papel que en la vida cívica del país habrían de jugar inexorablemente nuestras Fuerzas Armadas», dijo Bargo y agregó, «a la vista del creciente y sistemático deterioro que se apreciaba en los distintos ámbitos del quehacer nacional. Comprendió además como pocos que ante el hábil juego expansionista del comunismo internacional de nada valen las fronteras nacionales por mejor defendidas que estén, frente a un enemigo que se incuba y crece internamente, generosamente alimentado desde el exterior, en el curso de una verdadera operación de trasplante ideológico».

Bargo recordó que Aguerrondo, al pasar a retiro, se incorporó a la militancia partidaria, concretamente al Partido Nacional, actividad que abandonó desilusionado por no encontrar eco para sus ideas.

Bargo citó textualmente palabras de Aguerrondo con duras críticas a los dirigentes políticos, poco tiempo antes del golpe: «… corrupción e infiltración ideológica son las enfermedades más graves y peligrosas en el país y no veo en los hombres limpios, organización sólida y acción dirigida, para combatirla eficientemente en el ámbito político.

Todo es dispersión, vocinglería, miedo frente al que grita más fuerte y con más frecuencia. Se siente en la prosecución de un liberalismo desenfrenado sin ninguna vigencia, y quienes lo prestigian quieren hacer creer que, de ponerle límites al mismo, significará la exterminación de las libertades que nos rigen. Todo esto hace que no me quede otro camino que desvincularme de la política partidaria. Vuelvo otra vez, simplemente, a mi condición de oficial del Ejército en retiro».

Según Bargo, estas expresiones, que resumían en gran parte su enfoque doctrinario, «fueron sin duda de gravitación y desde las primeras etapas en el proceso de reconstrucción nacional iniciado en el Año 1973, para salvar a nuestra República comprometida por el terrorismo, la infiltración y el caos, ante la culpable pasividad de muchos dirigentes políticos comprometidos, miopes o incompetentes, para valorar la desintegración que sin contención se apreciaba en nuestro sistema de vida y en toda la nación».

El final del discurso implicó una reivindicación en la actualidad de las ideas de Aguerrondo, al que calificó de héroe: «Y bien señores, para honrar la memoria de los héroes no bastan las estatuas y su mero recuerdo, sino que todo corazón debe palpitar amando lo que amaron y todo brazo debe estar listo para defender lo que defendieron». *