Brasil planificó la invasión a Uruguay en 1971 a pedido del presidente Jorge Pacheco Areco
El propio presidente Jorge Pacheco Areco pidió ayuda militar a Brasil, dándole la posibilidad de invadir el territorio uruguayo si el Frente Amplio llegaba a ganar las elecciones de 1971, según afirmó anoche en un programa de televisión en Porto Alegre el general retirado del Ejército brasileño Ruy de Paula Couto.
Ruy de Paula Couto fue agregado militar en la Embajada de Brasil en Montevideo (1967-1969) e íntimo amigo del ex inspector general del Ejército y ex ministro de Defensa uruguayo, general César Ramón Borba Tadeo (contraparte de la invasión), quien había sido su alumno en la Escuela Superior de Guerra de Río de Janeiro.
El militar brasileño afirmó que el gobierno del Partido Colorado estaba entonces al tanto de la denunciada «Operación 30 Horas», como se denominó el operativo en el que el Ejército de Brasil invadiría el territorio uruguayo, sin resistencia de las Fuerzas Armadas uruguayas, para apoyar un golpe de Estado que mantendría en el poder a Pacheco Areco.
Las declaraciones de Ruy de Paula Couto fueron realizadas anoche en el programa «Historias» que conduce el periodista José Mitchell en el Canal 36 de la emisora TV Com perteneciente al Grupo RBS, del que también son parte el diario Zero Hora y varias radioemisoras gaúchas.
La afirmación de Ruy de Paula Couto coincide con documentos secretos de Itamaraty, proporcionados a LA REPUBLICA por el Movimiento Justicia y Derechos Humanos de Porto Alegre, donde la correspondencia del entonces embajador brasileño en Uruguay, Luiz Bastián Pinto, evidencia la injerencia brasileña.
También una serie de documentos secretos norteamericanos, recientemente desclasificados por el Departamento de Estado, confirman la denuncia del militar brasileño y exponen la intervención que Estados Unidos, Brasil y Argentina realizaron en Uruguay durante los comicios de 1971.
Confesiones del general
Ruy de Paula Couto es hoy un escritor especializado en los temas de la Amazonia. Además de su agregaduría diplomática en Montevideo, el general fue director de Enseñanza Preparatoria y Asistencia, comandante de la 5ª División de Ejército y del 5º Regimiento Militar y ministro del Tribunal Militar.
Su relación con el ex inspector general del Ejército y ex ministro de Defensa, general César Borba, se fortaleció durante los años en que Couto estuvo en Montevideo y cuando el militar uruguayo participó de la 8ª Conferencia de Ejércitos Americanos desarrollada en Río de Janeiro en 1968.
Según se afirma en Brasil, el mismo Ruy de Paula Couto se encontraba en la embajada brasileña en Montevideo durante las negociaciones para la liberación del cónsul Aloysio Dias Gomide, secuestrado por los tupamaros el 31 de junio de 1970 y liberado el 21 de febrero de 1971.
El general Ruy de Paul Couto llegó a ascender a la jefatura del Estado Mayor del poderoso III Ejército, hoy denominado «Comando Militar del Sur», que abarca los Estados de Rio Grande, Santa Catarina y Paraná (fronteras con Argentina, Paraguay y Uruguay) y tiene dos tercios de los efectivos de ese país.
En la entrevista con el periodista Mitchell el militar brasileño dijo anoche que ante la situación política en Uruguay, Pacheco le pidió apoyo militar a la dictadura brasileña y ayuda en la reforma de los servicios de Inteligencia, por lo que el propio presidente Garrastazú Médici envió a Ruy de Paula Couto a Montevideo para arreglar la situación con su amigo el general uruguayo César Borba.
El acuerdo implicaba que el Ejército uruguayo comenzaría a enviar oficiales para ser capacitados en Porto Alegre y tomar contacto con la oficialidad brasileña perteneciente al poderoso III Ejército, encargado de la invasión. «No nos íbamos a pelear con el Ejército uruguayo sino que habría un entendimiento entre ambos que operarían en una acción conjunta», dijo el militar.
Repreguntado por el periodista Mitchell sobre si todo el Ejército brasileño intervendría en la «Operación 30 Horas», Ruy de Paula Couto explicó que para invadir Uruguay alcanzaba con sólo el III Ejército brasileño.
Contexto de los setenta
Cuando se convocó a votar en las elecciones nacionales de 1971, Uruguay vivía un momento clave de su historia: el país estaba en crisis social, política y económica. La oligarquía criolla llegaba a ocupar cargos de gobierno en sustitución de políticos que no coincidían con medidas del gobierno que había congelado precios y salarios y limitado los derechos individuales. Existía una fuerte movilización sindical y estudiantil, el guerrillero Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros estaba en ofensiva, y habían surgido grupos parapoliciales de extrema derecha.
El presidente Jorge Pacheco Areco del Partido Colorado procuraba una reforma constitucional para su reelección, el Partido Nacional estaba liderado por un popular Wilson Ferreira Aldunate quien podía ganar la votación, y había sido creado el Frente Amplio como alternativa de los partidos históricos de la izquierda y grupos e individuos progresistas, a semejante crisis.
Pacheco Areco, quien asumió la presidencia ante la muerte del general Oscar Gestido el 6 de diciembre de 1967, había marcado un endurecimiento de la represión del Estado con sucesivas aplicaciones de medidas prontas de seguridad que implicaron la detención de cientos de civiles.
En mayo de 1969, al volver de un viaje, precisamente a Brasil, y en el marco de un intento de censura al ministro Juan Peirano Facio, Pacheco llegó a amenazar con disolver las cámaras como había ocurrido en diciembre en el país vecino, donde el régimen militar había clausurado el Congreso.
Meses después, en octubre, la dictadura brasileña al tener que nombrar un sucesor del presidente Artur da Costa e Silva (segundo mandatario del régimen, que había sufrido una trombosis), se negaría a reconocer al vicemandatario Aleixo y designaría al general Ernesto Garrastazú Médici.
Garrastazú Médici conocía bien el Uruguay. Su madre había nacido en Paysandú y su abuelo fue un combatiente maragato. Antes de acceder a la presidencia de Brasil había sido el jefe del terrorífico Servicio Nacional de Información (SNI) a través del cual fortaleció sus contactos con Estados Unidos.
El general Garrastazú no sólo ejercería el poder en Brasil, sino que también se alinearía a la «Doctrina Nixon» que en Latinoamérica había sido elaborada por Nelson Rockefeller luego de una extensa gira por veinte países de la región en los que la visita del norteamericano propició protestas e incidentes.
Injerencias de embajador
La injerencia de Brasil en Uruguay y en particular a través de su embajada en Montevideo, se hace visible en una serie de documentos desclasificados en Itamaraty por el Movimiento Justicia y Derechos Humanos que en Porto Alegre preside Jair Krischke, a los que tuvo acceso LA REPUBLICA.
El 8 de abril de 1970 el embajador brasileño Luiz Bastián Pinto informa bajo absoluta reserva al canciller brasileño Mario Gibson Barbosa: «Este goberno (el uruguayo) desejaría aproveitar o encontro dos presidentes (Pacheco y Garrastazú se encontrarían en el Chuy el 11 de mayo) para que houvesse un contato pessoal, de alto nível, entre os dirigentes dos serviços de segurança dos dois países».
El contacto uruguayo sería el jefe de la Casa Militar, general Hugo Chiappe Pose (quien tres años más tarde sería uno de los cabecillas del golpe de Estado en Uruguay), quien reclamaba que en el marco de aquel encuentro asistiera por la seguridad de Brasil un oficial con rango de general.
Días más tarde, el propio Bastián Pinto envía otro informe fechado el 17 de abril, donde con severas críticas al Partido Nacional cuenta el incidente de censura al ministro del Interior, Pedro Cersósimo, y adelanta que el general César Borba sería designado ministro de Defensa.
Bastián Pinto es el autor de otro informe, «Secreto Urgentísimo», relativo al
secuestro del cónsul brasileño Días Gomide (raptado en forma simultánea con el agente norteamericano Dan Mitrione) en el que señala la decisión del gobierno de Pacheco Areco de no negociar con los tupamaros.
«Nao sei o que poderá acontecer nas próximas horas: muito se fala num golpe de estado, para o qual varias correntes vem pressionado o Presidente; eu mesmo, no entanto, receio que este nao conte com força para isso e que, se a isso chegar, nao disponha de poder suficiente para manter o país em ordem», escribía el embajador brasileño
Bastián Pinto no era cualquier diplomático brasileño: había sido director político de la Cancillería cuando ocurrió un grave incidente fronterizo con Boliva en 1958, fue embajador en Cuba cuando la crisis de los misiles de 1962 y, luego de Uruguay, iría a la misión en El Cairo, cuando Angola se independizaba.
Conexión norteamericana
También en una serie de documentos desclasificados por el Departamento de Estado se manifiesta la preocupación que las elecciones de 1971 en Uruguay provocaban en el gobierno del presidente Richard Nixon, quien temía que se repitiera un triunfo de la izquierda como el de Salvador Allende en Chile.
El material desclasificado divulgado oportunamente en Uruguay por La Onda digital y LA REPUBLICA consta de 15 documentos en los que se llega a confesar que en caso de un triunfo del Frente Amplio en las elecciones habría una intervención directa de Estados Unidos, Brasil y Argentina.
Entre los documentos se incluyen informes sobre la visita que el presidente de Brasil Ernesto Garrastazú Médici realizó a Washington en diciembre de 1971 cuando ya se habían realizado las elecciones en Uruguay pero todavía no se había proclamado un ganador.
Garrastazú se entrevistó entre el 7 y el 9 de diciembre con el presidente Nixon, con su asesor en seguridad Henry Kissinger, con el secretario de Estado, William Rogers, y con el asesor Vernon Walters, quien pocos meses después sería designado subjefe de la CIA. El tema uruguayo fue parte de la agenda.
Walters y Garrastazú se conocían desde tiempo atrás. Garrastazú encabezaba la Escuela Militar de las «Agujas Negras» durante el golpe de Estado que depuso a João Goulart en 1964 y luego fue agregado militar en Washington. Walters había sido agregado militar de Estados Unidos en Brasil entre 1962 y 1967.
Un documento de la misión norteamericana en Buenos Aires, firmado por el embajador John David Lodge, es explícito en cuanto a la intervención y sostiene que, aunque Argentina no planea actuar, el gobierno militar estaría dispuesto a apoyar un golpe de Estado para reinstalar a Pacheco Areco. *
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