Nunciatura de Montevideo se negó a tratar el caso de la desaparición de Kleber Silva
Una solicitud ante los gobierno de Uruguay y Argentina para que se investigue el caso de desaparición forzada del uruguayo Kleber Silva Iribarnegary, conocido como «Padre Mauricio», será presentada el martes 31 de octubre ante la Cancillería uruguaya y la Embajada de Argentina.
El Padre Mauricio era un sacerdote uruguayo que trabajaba de barrendero municipal en la ciudad de Buenos Aires y fue secuestrado y desaparecido el 14 de junio de 1977. En su memoria, la fecha se transformó recientemente en el «Día del Barrendero Municipal» de la capital federal argentina.
La desaparición de Kleber Silva aparece en la causa Suárez Mason (Nº 14.216), que atiende el Juzgado Nacional de lo Criminal y Jurisdicción Nº 3, a cargo del juez federal Daniel Rafecas. En Uruguay, la Nunciatura de Montevideo le negó una reunión sobre el tema a los promotores del reclamo.
Según pudo saber LA REPUBLICA, las gestiones realizadas por los que impulsan el reclamo de investigación ante las autoridades eclesiásticas solo tuvieron como respuesta la negativa a tratar el tema. Habrían dicho que ese es un tema del pasado y que no era tiempo para volver a tratarlo.
El pedido ante ambos países será presentado por la profesora Gloria Sellera Bermúdez, amiga del sacerdote y representante de su familia, y por el abogado Oscar López Goldaracena, quienes presentarán el caso ante el embajador Hernán Patiño Meyer y frente a la vicecancillera Belela Herrera.
Los representantes de los gobierno de Argentina y Uruguay recibirán un escrito donde formalmente se pide «todas las investigaciones necesarias tendientes a esclarecer el caso, determinar las circunstancias de la desaparición, identificar a los responsables y conocer su destino y paradero».
Kleber, el Padre Mauricio
«Era un hombre alto, paciente, de gran alegría, de risa fácil y muy ocurrente, con apariencia de fuerte y sano. Muy demostrativo en sus afectos. Fiel a su compromiso evangélico y exigente consigo mismo. Primaba su vida interior. Leía mucho…», describe a su amigo la profesora Gloria Sellera Bermúdez.
Sellera Bermúdez agrega que a Kleber Silva «le gustaba remar, tocar la guitarra y la trompeta. También jugar al futbol, todos lo disputaban. Atendía a los muchachos en los campos deportivos, con gran entusiasmo y sin ahorrar energías», cuenta.
Kleber Silva había nacido el 20 de setiembre de 1925 en una familia campesina que llegó a Montevideo en busca de trabajo. El nombre se lo puso el padre, un militar que admiraba al general galo de los tiempos de la revolución francesa. El optaría por denominarse como el Padre Mauricio.
Ingresó al Seminario de la Congregación Salesiana en Manga a los 13 años y a los 18 fue a estudiar Filosofía en la Patagonia y, luego, Teología a Córdoba. Se ordenó sacerdote en Montevideo y trabajó en colegios salesianos de Bahía Blanca y Río Gallegos.
Cuando regresó a Montevideo, estuvo en los Talleres de Don Bosco, luego en Paysandú y finalmente en el Colegio Nuestra Señora del Rosario. Cuando entonces su madre enfermó, pidió permiso al cardenal Antonio María Barbieri, arzobispo de Montevideo, para pasar al Clero Diocesano.
Caña, ladrillo, basura, leña
La actuación social lo tuvo como mediador en la huelga de Norteña en Paysandú y en la huelga cañera que en 1962 lideraba Raúl Stendic, que lo marcó profundamente. Se destacó en la renovación conciliar que vivió la Iglesia Católica en los años sesenta.
Trabajó en la Diócesis de Montevideo, como capellán de colegios y con las Religiosas del Buen Pastor de la Cárcel de Mujeres. Asesoró a grupos de novios, matrimonios y guías Scout en la Parroquia San Juan Bautista en Pocitos, donde conoció a Elena Quinteros y a la propia Gloria Sellera.
«Superada la situación económica familiar narra Sellera juzgó que debía volver a la vida de comunidad religiosa. Buscaba una vida de mayor entrega y compromiso evangélico total. Deseaba compartir la vida de los más pobres sin ningún tipo de privilegio».
En esa etapa posconciliar, conoce a la Comunidad de los Hermanitos del Evangelio (seguidores de la espiritualidad de Charles de Foucault).
En 1970 hace su noviciado en Suriyaco, La Rioja, donde trabaja como peón de una fábrica de ladrillos.
Caminaba kilómetros rezando para llegar al lugar.
En 1972 en su primera experiencia de Fraternidad, trabaja con clasificadores de basura en Rosario. Luego se integra a la comunidad de Fortín Olmos en una zona de monte, cerca a Reconquista, Santa Fe, donde conducía una camioneta comunitaria del sindicato de hacheros de la región.
El sacerdote barrendero
A mediados de 1973 continúa el relato de Sellera Kleber Silva va a Buenos Aires para «concretar su sueño de vivir el Evangelio entre los barrenderos. Eran muchos y nadie los ayudaba espiritualmente. También le permitía conocer y ayudar a los vecinos donde realizaba la limpieza».
En un conventillo de la calle Malabia 1450 instaló la precaria Fraternidad. El 13 de diciembre de 1973 ingresó como barrendero de la Municipalidad. Trabajó en el Corralón de Villas, en Varela 555, y le asignaron la calle Sánchez entre Juan B. Justo y Alvarez Jonte, barrio de Villa Devoto.
Desde entonces, se dedicó a la lucha de los barrenderos por mantener su estatuto de empleados municipales. Un compromiso que mantuvo pese a la represión de la dictadura militar que ya había detenido y torturado a otros hermanos de la Fraternidad y a obreros municipales.
El 14 de junio de 1977, cuando trabajaba como barrendero, Kleber fue interceptado por tres personas en la calle Sánchez entre Alejandro Magariños Cervantes y Terrero, Capital Federal. Lo hicieron subir a un Ford Falcon, color blanco. Desde entonces, el Padre Mauricio está desaparecido.
Para recordar en Mauricio a todos los barrenderos el diputado argentino Luis Ignacio García Conde redactó un proyecto de Ley que establece el 14 de junio como «Día del Barrendero». La Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires sancionó el proyecto como Ley 1032 el 29 de abril de 2003. *
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