"Gurises de una murga conocieron la Playa Ramírez por primera vez, porque fueron al Teatro de Verano a cantar"
–¿Cómo está viendo la situación de los jóvenes en un país en crisis?
–Estamos en un país donde los menores de 30 años no llegan al 30%, lo que no quiere decir que sea un país en el que haya solamente cosas concebidas por y para los viejos. Yo diría que cada día más los jóvenes logran su lugar y no a pesar de los viejos, sino que a veces acompañados por los no jóvenes. También es cierto que hay una especie de discriminación en lo que hace a la oferta y a las posibilidades de acceso al trabajo. Sobre esto hay una lectura fácil que es sostener que estamos ante una gran injusticia, cosa que es así si tomamos en cuenta la situación que vive el Uruguay. Pero en una situación próxima al ideal, dirías que prefiero que los jóvenes se capaciten y se preparen y que después trabajen.
Sin duda que no es lo mismo un joven que ingresa al mercado laboral con 15 años de edad, con tercer año de liceo aprobado, que cuando ingresa con un título, con una capacitación y alguna experiencia lograda en las pasantías. La capacitación y la madurez que tiene el joven para adquirir ciertas culturas que son propias del trabajo, son muy importantes. Por otra parte nosotros creemos que todo tiene un momento en la vida y que hay etapas que se deben quemar. El joven debe quemar esa etapa con estudio, con diversión, con esparcimiento y con ocio. Claro que lo que se hace con el ocio, forma parte de un proyecto cultural que debe ser de la forma más integrada posible, porque no todo el ocio es malo y no todo el ocio es bueno. No todos los momentos son para aprender, ni todos los momentos son para estar educando a la gente. Necesitamos del ocio, pero mucho más lo necesitan los jóvenes.
–¿Qué se puede hacer desde una intendencia por los jóvenes?
–Nosotros hemos tenido la preocupación de democratizar, lo más posible, al acceso a todos los bienes culturales. Antes se decía que había que tener políticas culturales para ricos y políticas sociales para los pobres. En cambio creemos que esto es engaña pichanga. Queremos que todos tengan la igualdad de acceso a todos los bienes culturales y no creemos que tiene que haber un tipo de música para unos y otro tipo de música para otros. La música debe de ser de acceso democrático para todos. Si después gusta o no, es arena de otro costal. Sólo un ejemplo: cuando trajimos a Eric Clapton a Montevideo, como parte del contrato, nos quedamos con un bolsón de entradas para distribuirlas entre jóvenes que no pueden pagar la entrada. Cuando empezamos a distribuir estas entradas entre los jóvenes que participan en las actividades sociales de la Comisión de Juventud, que tienen que ver con cursos de computación gratuitos, con apoyos a los estudios de gurises que están con problemas, nos encontramos que a la mayoría de estos jóvenes no les interesaba Eric Clapton, pero que sí cambiaban su entrada para un recital que íbamos a tener de las bandas de pop latino. Nosotros, ante este planteo, igual les dimos las entradas para Eric Clapton y les propusimos que después nos comentaran si les gustaba o no. A la vez les aseguramos que iban a tener las entradas de pop latino. De un grupo de 50, hubo sólo siete que dijeron que no les había gustado. Y la mayoría de ellos nunca habían escuchado a Eric Clapton y tenían un prejuicio con él, porque canta en inglés. Esto es lo que nosotros queremos decir que el acceso debe ser democrático: si gusta, gusta, y si no gusta se puede optar por otra cosa.
Otro ejemplo es la movida joven que hacemos todos los años. Allí brindamos la posibilidad para que muchos jóvenes se expresen y disfruten, entre otras cosas, del espectáculo de murgas. Por ejemplo: en una murga que estaba en el barrio 25 de Agosto, había tres gurises que no sabían leer y escribir. Gurises entre 17 y 25 años. Aprendieron a leer y escribir para aprenderse la letra de la murga. Y otra murga montevideana, integrante de la movida, conocieron la Playa Ramírez porque fueron al Teatro de Verano a cantar.
–Parece aquel cuento de Morosoli, en que los niños de Minas van por primera vez a una playa…
–Igual, pero estos muchachos viven en Montevideo, con una ciudad que está sobre el mar. Y nosotros los llevamos al Teatro de Verano. Cuando nosotros estábamos afinando el viaje en camión desde su barrio hasta el Teatro de Verano, nos dimos cuenta de que no conocían la playa porque nos pidieron que los lleváramos con tres horas de anticipación para poder ir a bañarse a la Playa Ramírez. Yo entiendo que este tipo de cosas hacen a la democracia y al acceso democrático de la cultura.
–Me imagino que el impacto del mar y del horizonte para esos muchachos debe haber sido inmenso.
–Uno de ellos se tiraba a la arena y decía «Esto sí es tierra». Realmente fue una experiencia conmovedora.
–Me está diciendo que el corte cultural es muy grande en Montevideo.
–Existe una segmentación muy agudizada en los barrios de Montevideo. Creemos que con este tipo de actividades estamos dando una mano importante a lo que fue la enseñanza pública uruguaya. Por circunscripción o por concepción la escuela pública uruguaya ha dejado de ser aquel lugar donde se encontraban los distintos. La escuela pública tiene una circunscripción barrial. Hoy existen barrios de ricos y de pobres y no existe más aquella mezcla. Es por eso muy poco probable que un gurí de Pocitos concurra a una escuela del Cerro y viceversa. Este tipo de encuentros donde participan gurises de todos los barrios de Montevideo y de todas las sensibilidades y culturas, nos permiten enriquecernos a todos.
–¿Cómo resuelve qué producto cultural lleva a un barrio?
–En primer lugar es muy poco probable que cualquier propuesta que uno lleve por más que a uno le parezca que es lo más popular, si no se hace trabajando con la gente a la que se le lleva la propuesta es poco probable que uno tenga éxito. Nosotros trabajamos continuamente en contacto con los gurises que terminan siendo los beneficiarios con este tipo de políticas. Sin ninguna duda el encuentro de Murga Joven que año a año ha crecido, uno de los secretos de su éxito es que lo construimos conjuntamente con los jóvenes. Y esto tiene muchas dificultades, porque es mucho más incómodo tener que ponerse de acuerdo con los gurises de la Aduana y con lo gurises de Bella Iltalia, que son dos tipos de chiquilines totalmente distintos, con sensibilidades y gustos distintos. No es lo mismo un gurí que viene con la cultura de la cumbia que un gurí de la cultura del candombe. No es lo mismo el centro juvenil de la Ciudad Vieja, que el centro de Capurro.
–¿Ustedes hacen actividades en Carrasco?
–Todo lo que estoy diciendo lo hacemos tanto en los barrios desfavorecidos como en los barrios que tienen gente de mucho poder adquisitivo. Sin ir más lejos hemos sido muy criticados por la Fiesta Final, que tradicionalmente se hace en el Faro de Punta carreta, pero que en este año lo hicimos en las Canteras del Parque Rodó. A esta fiesta que fueron 35 mil jóvenes, le dijeron que era para ricos porque cobraron 150 pesos la entrada. Sin ninguna dudas 35 mil personas es un poco más que los ricos de Carrasco. Lo que yo digo que hoy va el doble de jóvenes a actividades artísticas, si lo comparamos con los que iban hace diez años.
–Sabe lo que pasa, que como no hay más nada para hacer en este país, porque si busco trabajo no lo encuentro y si estudio cuando termino tampoco trabajo, lo que vale es la pachanga, la joda. ¿Los jóvenes le piden estudiar? Tampoco idealicemos a los jóvenes. Si bien no hay que tirar todos los días un viejo por la ventana, tampoco hay que idealizar a la juventud. La verdad: ¿en qué están los jó
venes?
–Es una pregunta que requiere como respuesta una simplificación de la realidad, que yo no estoy dispuesto a hacer (se molesta).
–Usted es sociólogo.
–Por eso no hago simplificaciones (se pone más molesto). No creo que haya un prototipo de jóvenes, si no esto sería muy aburrido. Creo que existen algunas apetencias que son comunes a los jóvenes y otras que son particulares de cada sector, de cada cultura, de cada sensibilidad. Por ejemplo usted, Legnani…
–No soy joven…
–Pero lo fue y creo que tiene una cabeza abierta. Cuando usted va a otra ciudad, la diferencia con la suya es la oferta cultural. Si va a una ciudad donde tiene cine, tiene teatro, tiene una movida musical, esa es la diferencia. Yo creo que los jóvenes montevideanos quieren estar en un lugar donde se sientan cómodos, estimulados, sin sentir que le ponen una plancha en la cabeza.
–¿Los jóvenes se apropian de la cultura?
–Sí, sí. Ultimamente hemos tenido grupos de rock que triunfan no sólo en Uruguay, sino que también triunfan en México y en otras partes del mundo. Tenemos grupos de pop latino que han triunfado en el mundo. Hoy los jóvenes son el factor más dinámico de la cultura.
–¿Qué están planteando ellos de novedoso?
–Estamos ante la emergencia de una nueva sensibilidad por lo social. Esta sensibilidad se canalizaba antes en la militancia política y social. Hoy se está buscando y encontrando nuevas formas de compromiso con la realidad, para dar respuestas a sus necesidades. Creo que podemos aprender mucho de ellos.
–Pero en el Frente Amplio, cuando vemos un acto, en la primera media cuadra sólo hay cabezas blancas.
–Mi metié es la Comisión de Juventud de la IMM. Eso responde a que en la primera media cuadra están los dirigentes de los partidos.
–¿Qué quieren hacer los muchachos y no pueden hacer?
–Hay un estudio que habla de esto. De cada 100, quince hacen lo que quieren y 85 se conforman con lo que pueden. Los jóvenes quieren sentirse estimulados, pertenecer a una sociedad en que su opinión es tenida en cuenta, quieren tener posibilidades de hacer cosas y elegir entre diferentes opciones. Hay un porcentaje no menor de jóvenes que se está yendo del país no solamente por problemas laborales, aunque ese es el principal factor, sino que se van porque en este país «no pasa nada». Eso es lo que dicen. Desde la Comisión de Juventud y desde el Departamento de Cultura nos preocupamos por que en Montevideo pasen cosas y para ello tratamos de estimular a todos los empresarios que quieren que en este país ocurran cosas.
–Con todo respeto le voy a hacer una crítica. Tengo la impresión de que los brasileros le ganaron por lejos a la IMM con el Foro Social Mundial. Tengo la sensación de que el hecho de que el EP-FA sea una clara opción de gobierno en 2004, los ha llevado a ustedes a ser demasiado responsables. ¿Por qué no abren 18 de Julio para que vaya a cantar el que quiere? Yo sé que Arana fue el primer defensor de aquel tipo que le puso lunares al monumento del Entrevero, lo que me pareció muy bien. ¿No será que la gente no reclama, no exige y no quiere protagonizar una nueva movida? ¿Por qué no hay explosión de juventud?
–Primero: no somos Brasil. Yo disfruto mucho cuando voy a Brasil, pero no podría vivir toda una vida a ese ritmo. Pero no comparto con que la Intendencia no le ha abierto las puertas al que quiera cantar.
–Van y los meten en la sala Zitarrosa…
–¡No! (eleva la voz). Sábados y domingos, en los años 2000 y 2001, 18 de Julio fue peatonalizada…
–No sea malo, para bailar tangos.
–Es lo que había. Pero nunca se censuró a nadie.
–Yo no creo que la Intendencia censure en materia cultural, yo no dije eso, pero abran más.
–Cantaba el que quería. Hoy en el Paseo de la Ciudad Vieja canta y hace cualquier expresión cultural el que quiere, sin pagar nada. En la Movida Joven, en la que participan más de treinta mil, hacen lo que quieren en las disciplinas que están estipuladas. Allí no hay ningún tipo de restricción de ninguna clase. Quizá los medios de comunicación no nos dan el espacio necesario.
–Puede ser.
–Tiene mucho más trascendencia cuando el Pelado se escapa y comete alguna fechoría, que cuando hay treinta mil jóvenes haciendo cosas positivas durante tres meses en Montevideo. ¿Por qué los medios de difusión nos ponen a comentar este tipo de cosas en una pastillita de 30 segundos o cuando les falla el invitado del día o cuando nos ponen en las noticias breves? Tuvimos un Teatro de Verano lleno con la Vela Puerca y se enteraron sólo los jóvenes que estuvieron allí. Durante un mes tenemos la sala principal del Teatro El Galpón llena, con entrada gratuita, con jóvenes haciendo teatro. De esto tampoco nadie se enteró. Son muy pocos los medios que se ocupan de eso y que difunden. Si todos nos preocupáramos, tendríamos la idea de que en este país pasan más cosas de las que creemos que pasan.
–Tengo la impresión de que los jóvenes se enojan con lo existente, joroban, pero no asumen la conducción del país. ¿No será que los viejos no los dejan?
–Existen nuevas formas de asumir la responsabilidad social. A nosotros, los de la Comisión de Juventud, los muchachos nos ven al principio como la institución y poco a poco asumen la responsabilidad del desarrollo de las actividades. *
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