Sin indicios de ejecución

Restos hallados en marzo en el Batallón 14 pertenecen a Ricardo Alfonso Blanco Valiente, asesinado en 1978

Desaparecidos

El Equipo Argentino de Antropología Forense comunicó a la Secretaría de Seguimiento, dependiente de la Presidencia de la República, la identificación plena de la pertenencia de los restos óseos hallados en el Batallón 14. Los mismos son de Ricardo Alfonso Blanco Valiente desaparecido con fecha 15 de enero de 1978. La información fue comunicada a sus familiares directos y a la Asociación de Familiares Detenidos.

La Secretaría de la Seguimiento, conforme al protocolo que se ha establecido para estos casos, procedió a informar a la familia del occiso, así como a la Asociación de Familiares Detenidos Desaparecidos. Si bien ya se informó verbalmente a la sede competente en el día de hoy, mañana en el horario de oficina se procederá a la comunicación formal a las autoridades judiciales.

Asumiendo una chance “a priori de 1/64”, indicada por el EAAF, la probabilidad de que la muestra pertenezca al padre biológico de Nancy Cristina Blanco Lorido es 99,997%. En principio, no hay indicios de que en este caso haya habido ejecución.

Ricardo Blanco Valiente, cuyos restos fueron encontrados el pasado 16 de marzo en la “trinchera 199” de los terrenos pertenecientes al Batallón 14, había nacido el 27 de diciembre de 1938 en la ciudad de Mercedes, Soriano. Era propietario de un almacén en Montevideo y en su ciudad natal fue empleado de UTE.

Memoria militante

Ricardo Blanco Valiente nació en la Ciudad de Mercedes, tenía 40 años, casado y padre de dos hijos. Fue integrante de la Agrupación de Funcionarios de UTE y dirigente del Plenario Intersindical de la Ciudad de Mercedes. Al momento de su detención militaba en el PCR.

El 15 de enero de 1978 es detenido por personas de civil en momentos que se encontraba en el comercio de su propiedad junto a otros familiares.

Testimonios de otros presos declararon que fue trasladado primero al centro de reclusión clandestino denominado «La Casona», finca en Montevideo adquirida por el SID.

Posteriormente fue visto y escuchado por otros presos que lo conocían en el centro clandestino «La Tablada», perteneciente al OCOA.

Ángel Gregorio Gallero Gutiérrez declara ante la Comisión Investigadora Parlamentaria:

«… fui detenido por personas armadas que me subieron a una auto y dicen: «Primero lo vamos a llevar a La Casona». Luego me cambian de vehículo, me esposan y tapan con una frazada y así me trasladan hasta una casa. En el patio hay pedregullo y se oye un chorro de agua que cae. Luego me desnudan, me golpean, me aplicaron picana y me colgaron. A los tres o cuatro días de estar allí vi a Ricardo Blanco, a quien conocía…»

«… me amenazaban con matarme para que no contara nada de lo que habían hecho. Una vez me dijeron que iban a pegarme un tiro. Me apoyaron un arma en la cabeza y luego me pusieron una bolsa mientras decían: «esto es para que no salpique la sangre». Me amenazaron con tirarme a un pozo de 20 metros de profanidad. Dos veces sucedió eso. La primera vez que vi a Ricardo fue cuando nos hicieron dormir a los tres juntos atados, Ricardo, otro muchacho que vivía con él de apellido Aguilera y yo…»

De allí fueron trasladados juntos a «La Tablada». Días después Ángel Gallero volvió a sentir a Ricardo Blanco y escuchó que un guardia decía a otro que lo «llevaran». También ve y oye que hay más detenidos. A los pocos días recomienza la tortura: picana, caballete, submarino, quemaduras, y alcanza a ver por debajo de la venda a alguien que se hace pasar por médico y que le tomaba el pulso, cree que había sido profesor suyo en secundaria. Un día empiezan a llamarnos de a uno, escucha que nombran a Blanco y a Aguilera.

«(…) Cuando traen a Ricardo Blanco yo estaba sentado y lo dejan cerca de mí. Le pregunto: «Ricardo ¿para que nos llevan arriba?» Cuando me va a contestar aparece un guardia e impide que me lo diga. Cuando me llevan por la escalera hacia el piso superior por debajo de la venda veo a un preso colgado, estoy seguro que era Carlitos Cabezudo, quien había sido secuestrado en Buenos Aires. Escuchaba sus gemidos y gritos, yo lo reconocí porque también era de Mercedes. Después oí que los guardias comentaban que el tipo estaba lastimado, que iba sangrando la cabeza, que tenía los testículos deshechos y cosas así; incluso comentaban cómo torturaban las mujeres: «cómo dan las de la Marina». Enseguida escucho que por radio dicen: va ambulancia, va ambulancia. Al rato siento un auto y se llevan a uno. Podría ser Cabezudo porque cuando fui sacado de La Tablada, Ricardo seguía allí…»

«En La Tablada, a veces nos hacían hacer gimnasia unos diez minutos, era una tortura más. En una oportunidad nos revisan a todos, nos hacen agachar y por debajo de la venda vi a Ricardo que estaba cerca de mí. Yo tenía los pies quemados, todo golpeado, se me habían hecho ampollas de sangre. Los otros, creo que estaban peor que yo. Creo que el día 26 es el último que escucho a Ricardo».

La investigación permite concluir que Ricardo Blanco Valiente fue intensamente torturado, falleciendo entre el 2 y 3 de febrero de 1978 a consecuencia de las mismas.

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