Leña al fuego
La Armada Británica se desespera por encontrar excusas para probar sus submarinos nucleares último modelo que le costaron a los ciudadanos 3.500 millones de libras esterlinas, y cuyo único logro conocido, ha sido hasta ahora encallar en las costas escocesas para que la televisión lo convirtiera en hazmerreír popular.
Gran Bretaña viene de sustituir a los submarinos de la Royal Navy, algunos incluso sobrevivientes dela Segunda Guerra, con lo más nuevo de la especie: la clase Astute. La última generación de submarinos de ataque, fabricados por los ingleses, dieron a la flota “capacidades globales”. Los submarinos fueron construídos en el puerto de Barrow, en medio de las más estrictas medidas de seguridad. Los tres primeros botados, ya en funciones, son el HMS Astute, el HMS Ambush, y el HMS Artful.
Con una eslora de 100 metros, sus 98 tripulantes, cargan desde misiles a todo el arsenal submarino existente. Sus sistmas de sonar 2076, le permiten identificar y rastrear barcos por decenas, en miles de quilómetros cuadrados de superficie oceánica.
Pero toda esta tecnología Rolls Royce (donde se fabrica su reactor) no impidió que la impericia humana hiciera que uno de los submarinos, el HMS Astute, encallara el 22 de octubre de 2010, frente a la isla de Skye, en Escocia, como consecuencia de la más burda maniobra de navegación imaginable. El submarino zafó de su encalle cuando subió la marea. Los ingleses no podían creer que 2 billones de libras esterlinas que costaron los tres submarinos estuvieran siendo manejados de ese modo invocando la seguridad de la Patria.
Desesperados
Ahora desesperados por la posibilidad de ver recortados sus proyectos a consecuencia de la crisis, los marinos militares británicos apuestan a utilizar sus submarinos nucleares para apoyar a los buques pesqueros, y otros particulares, que navegan con bandera de Falkland en aguas del Atlántico sur.
Lord West, ex jefe de la armada británica, afirmó a la prensa inglesa que su país debería enviar uno de estos submarinos nucleares a proteger a los habitantes de Malvinas y a los barcos con esa bandera.
“Ellos (los argentinos), están cada vez más agresivos”, aseguró West quien fuera uno de los militares de rango que peleó en la guerra de Malvinas.
La intención belicista del lord, estuvo acompañada por la inmediata preocupación del ministerio británico de Exteriores por “proteger el derecho de los isleños a determinar su propio futuro político”.
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