Afrodescendientes: acaba el año de la ONU, pero la tarea es permanente
(PL) La idea de dedicar una década (2013-2023) a los herederos de las culturas africanas fue lanzada en la sede de la ONU con el objetivo de proseguir los esfuerzos a favor del reconocimiento, la justicia y el desarrollo de esos individuos.
La designación del 2011 fue decidida en 2001 por la Asamblea General, al reafirmar la validez de todas las declaraciones, convenios y otros instrumentos internacionales vinculados al desarrollo de los depositarios del legado africano.
Para la ONU, los 12 meses transcurridos sirvieron para impulsar, a nivel mundial, el disfrute pleno de los derechos económicos, culturales, sociales, civiles y políticos de las personas de ascendencia africana.
Todas las actividades realizadas al respecto durante ese período persiguieron el fomento de la integración de esos pueblos en la vida de las sociedades y la promoción de un mayor conocimiento y respeto de la diversidad de su herencia y su cultura.
Entre ellas destaca la Primera Cumbre Mundial de los Afrodescendientes, celebrada en La Ceiba, Honduras, con la asistencia de más de mil 300 delegados de todos los continentes, y otro foro similar de jóvenes que sesionó en Costa Rica.
También sendos talleres sobre Antropología Social y Cultural Afroamericana y el Patrimonio cultural inmaterial y las comunidades de afrodescendientes en América Latina, organizados en Cuba junto con actividades artísticas, académicas, literarias, cinematográficas y de otros cortes.
La lista incluye una buena cantidad de eventos realizados en Colombia, Ecuador, México, Panamá y Venezuela, entre otros muchos países.
Todo ese movimiento en torno a los descendientes de africanos produjo nuevas propuestas como la de una Cumbre Mundial auspiciada por la ONU en 2015 y la creación de un Fondo de Desarrollo de las Comunidades y los Pueblos Afrodescendientes y de un Foro Permanente de Afrodescendientes.
Pero más allá de esas iniciativas, el Año Internacional propició un profundo debate de sustancia política sobre la realidad que atraviesan esos pueblos víctimas de la discriminación racial, social, económica y de todo tipo.
En ese sentido, la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay, opinó al clausurar los 12 meses de trabajo que las violaciones de esas prerrogativas de los herederos de África todavía son parte de la realidad diaria de muchos individuos.
Ellos aún están entre las comunidades más pobres y son objeto de marginación, exclusión, discriminación y desigualdad y también les es negado el acceso a una educación de calidad, mientras que las actitudes racistas limitan sus posibilidades de empleo y de acceso a la justicia, subrayó.
Durante todo el año, América Latina mostró avances sustanciales en la materia, según la ecuatoriana María Alexandra Ocles, de la oficina para políticas públicas de igualdad racial, quien destacó la trascendencia de los cambios políticos, sociales, económicos y culturales registrados en la región como factores que contribuyen al progreso de los afrodescendientes.
Al hablar en el acto de clausura del Año Internacional, la experta subrayó que esas transformaciones confirman la importancia de colocar al ser humano en el centro de la gestión política, porque «la democracia no tiene sentido, sino logra incidir y cambiar la vida de la gente».
Por su parte, el embajador de Cuba en la ONU, Pedro Núñez Mosquera, abordó otro ángulo del problema al reclamar a las antiguas metrópolis coloniales que honren su deuda histórica con quienes sufrieron durante siglos la esclavitud y la trata trasatlántica de esclavos.
Dijo que mientras exista el actual orden económico internacional, en el cual la mayoría de la población del planeta queda marginada de los llamados beneficios de la globalización neoliberal, África continuará aislada y la herencia colonial no tendrá fin.
El avance paulatino del tema de los pueblos afrodescendientes en la ONU tuvo su base en diversos documentos, convenios e instrumentos internacionales sobre el tema.
Entre ellos están la Declaración Universal de Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial.
También las convenciones contra la discriminación de la mujer, por los Derechos del Niño y para la protección de los derechos de todos los trabajadores migratorios y de sus familiares, entre otras.
Un hito en ese progreso fue la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminacion Racial y la Xenofobia, celebrada en la ciudad surafricana de Durban en 2001.
Ese foro reconoció a los afrodescendientes como un grupo de víctimas específico que continúa sufriendo la discriminación como legado histórico del comercio trasatlántico de esclavos.
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