Iglesia Católica critica a comunistas
«Mucho dependerá la Conferencia de la postura que adopte el presidente Raúl Castro», pues «a él correspondería hablar de actualización política, una vez que ha hablado ya de actualización económica», opinó la revista Palabra Nueva, del episcopado de La Habana, que encabeza el cardenal Jaime Ortega.
El artículo de Orlando Márquez, director de la publicación, señala que las bases para la Conferencia Nacional del PCC, el 28 de enero, «carecen de una visión de futuro, de un espíritu de proyección a mediano y largo plazo».
Según el documento de las bases de la conferencia, distribuido y al alcance de toda la población hace más de un mes, el Partido espera modernizarse en esa reunión, y adaptar su estructura y proyección a la realidad del país, envuelto en una reforma de su modelo económico de corte soviético, agotado y excesivamente centralizador.
«El Documento Base parece más bien un intento de poner parches a los problemas del día a día, no una respuesta al reclamo de toda una sociedad cambiada y cambiante que busca asideros para un mañana que se percibe incierto», señala Márquez.
A su modo de ver, «el mayor desafío» de la sociedad cubana actual, es lograr «un reacomodo de intereses que debe resultar en un estadio nuevo».
A ese punto, señala, «deberíamos llegar por el camino civilizado de la paz, la ley justa, el consenso y la solidaridad nacional, y de lo cual se evidencian ya algunas muestras favorables: la independencia y autodeterminación del ciudadano frente al Estado, sin perder su vínculo con él».
Las esperanzas de que Raúl Castro encabece ese movimiento de cambios políticos, fueron vertidas desde su ángulo por el cineasta Alfredo Guevara, miembro de la generación histórica y amigo personal de Fidel y Raúl Castro, al inaugurar el 33 Festival de Cine de La Habana.
«Todos esperamos y ahora con más seguridad y esperanza los pronunciamientos que el 28 de enero hará Raúl, nuestro presidente», dijo Guevara, de 85 años, ante más de 4.000 personas congregadas en el teatro Karl Marx, muchos de ellos extranjeros asistentes al festival.
Agregó que el mandatario cubano es el «que tensa el arco en dirección más lejos» hacia el futuro, que es lo que esperan los cubanos.
Por orta parte, ayer con velas y antorchas, dando vivas a la virgen y a Cuba, cientos de cubanos amanecieron el sábado en la Plaza de la Revolución venerando a la Caridad del Cobre, patrona nacional, muy cerca de la sede del Partido Comunista, en una suerte de milagro político.
En ese mismo lugar, el 25 de enero de 1998, Juan Pablo II pidió a Cuba que se abra al mundo y al mundo que se abra a Cuba, en una multitudinaria misa campal con la que selló la primera visita papal a la isla, escoltado por el monumento al héroe nacional José Martí y un enorme rostro sonriente del Che Guevara erigido sobre la fachada del Ministerio del Interior.
La Plaza de la Revolución, donde Fidel Castro habló cientos de veces a multitudes de sus seguidores, es el sitio simbólico de la revolución, que algunos opositores han intentado alcanzar infructuosamente para sus demostraciones anticastristas.
Sosteniendo una vela, Dacy Arnao, de 58 años, recuerda la misa del Papa en este sitio y opina que «entronizar» a la virgen en la Plaza de la Revolución «es muy importante desde el punto de vista de la civilidad cubana».
La imagen de la virgen comenzó su peregrinaje en agosto de 2010 y llegó a La Habana el mes de noviembre pasado, donde permanecerá por 56 días tras recorrer 28.000 kilómetros por toda la isla, siendo venerada por más de cinco millones de personas, según participantes del recorrido.
Este ha sido el primer peregrinaje después del triunfo de la Revolución en 1959, y es resultado de un diálogo de aproximación entre la iglesia y el gobierno, iniciado en mayo de 2010, tras décadas de enfrentamiento y distancia.
«No estamos en cualquier lugar, estamos en un lugar muy significativo, es el momento de orar por todo y por todos», dijo el obispo auxiliar de La Habana, Juan de Dios Hernández, a los congregados en la Plaza de la Revolución.
Según la iglesia, que apoya las reformas del presidente Raúl Castro para actualizar el modelo económico de corte soviético en la isla, el peregrinaje tiene un sentido de reconciliación, tolerancia y paz entre todos los cubanos.
«A ti clamamos virgen mambisa para que todos seamos hermanos», cantaron los presentes, en referencia a la imagen venerada por los mambises, como se denominaron los soldados independentistas de Cuba en el siglo XIX.
«Estamos muy contentos, todo el que está aquí es el que la quiere», dijo a la AFP Rolando Pérez, de 65 años, quien entonó con igual pasión los cánticos religiosos y el himno nacional.
Un automóvil con altavoz reprodujo fragmentos de la homilía pronunciada en La Habana por el papa Juan Pablo II, que fueron acogidos con aplausos.
Autoridades de la Oficina de Asuntos Religiosos del Partido Comunista (PCC, único) asistieron a la ceremonia, que comenzó a las 05.55 locales (10.55 GMT) y duró 45 minutos, hasta los primeros albores del día.
«La virgen está ligada indisolublemente a la patria (…) a la casa Cuba, donde cabemos todos», dijo el sacerdote Jorge.
Muchos cubanos identifican la imagen cristiana de la virgen con Oshún, deidad del panteón yoruba, diosa del amor, la belleza y las aguas. Durante su recorrido por La Habana, la imagen visitó no solo templos, sino también escuelas, hospitales, prisiones, universidades y otros centros estatales, hasta culminar el día 30 de diciembre próximo en una misa campal en la Avenida del Puerto, a orillas del mar.
La ceremonia de la Plaza tuvo un final también simbólico, decenas de palomas blancas fueron liberadas y volaron con igual vigor por encima de la imagen católica y de los íconos revolucionarios.
Compartí tu opinión con toda la comunidad