Unasur: Las tropas extranjeras no pueden amenazar soberanía regional
Los gobernantes lograron un trabajoso acuerdo que incluye también un llamamiento a «una reunión extraordinaria de ministros de relaciones exteriores y de Defensa, para que (…) diseñen medidas de fomento de la confianza y de la seguridad», según la declaración final del encuentro.
La cita cumbre se realizó en la localidad argentina de Bariloche, 1.600 km al sudoeste de Buenos Aires.
Los doce países miembros de la Unión Sudamericana de Naciones (Unasur) expresaron además su voluntad de «reafirmar el compromiso de fortalecer la lucha y cooperación contra el terrorismo y la delincuencia transnacional organizada (…), el tráfico de armas y la acción de grupos armados al margen de la ley».
Después de recibir severas advertencias de los presidentes de Ecuador, Venezuela, Brasil y Argentina, se dispuso también analizar un texto elaborado en Estados Unidos, denominado «Estrategia suramericana, Libro Blanco, Comando de Movilidad Aérea», en el que se menciona el empleo para el sur del continente de la base colombiana de Palanquero.
Gobernantes de Sudamérica reclamaron ayer al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, aclarar su pacto militar con Colombia, que reafirmó el uso de tropas extranjeras como acto soberano, en una Cumbre con vehementes debates en Bariloche (sur argentino). Brasil, Argentina, Ecuador y Perú fueron las naciones que pidieron con mayor ímpetu explicaciones sobre los alcances del acuerdo, aunque el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva pidió con fogosidad a su par colombiano, Alvaro Uribe, garantías sobre que las operaciones se limiten a su territorio.
«Respetamos la soberanía de cada país. Pero queremos resguardarnos, sería importante que en el tratado existan garantías jurídicas o un foro internacional para eso», dijo Lula en el Hotel Llao Llao, en otro capítulo de una crisis que sacude a la región.
En una jornada fría y lluviosa en medio de los bellos paisajes de esta villa turística invernal, Rafael Correa, presidente de Ecuador y pro témpore de la Unión Suramericana de Naciones (Unasur), presentó la moción de pedir explicaciones a Obama y al Pentágono en una nueva Cumbre.
Obama había desestimado una invitación de Lula de asistir al encuentro al señalarle que hablará con él en la inminente cumbre del G-20 en Pittsburg, pero la Casa Blanca envió en la última semana un enviado para transmitir mensajes tranquilizadores en Brasil, Argentina y Uruguay.
El contrapunto con puertas abiertas a la TV se prolongó más de cinco horas, durante las cuales Ecuador, Venezuela y Bolivia mantuvieron su postura más radical, de franco rechazo a la presencia militar norteamericana.
Pero gobiernos más moderados, como Chile, Paraguay y Perú también dejaron en claro que se necesita transparencia en los asuntos de seguridad, en momentos en que Colombia abre siete de sus bases a tropas estadounidenses, cuando el gasto de defensa regional superó los 50.000 millones de dólares anuales.
«Pienso que es una buena oportunidad de poner las cartas sobre la mesa y decir de qué se trata este acuerdo con Estados Unidos, de qué bases o apoyo estamos hablando, qué presencia es ésa. Y en esto le creeré al presidente Uribe», dijo el presidente de Perú, Alan García. Uribe estuvo naturalmente en el ojo del huracán y en una de sus numerosas intervenciones, dijo que «el acceso de los EEUU para ayudar a Colombia en la lucha contra el narcoterrorismo se hace sin renunciar a la soberanía sobre ni un milímetro de su territorio». Un primer indicio de consenso lo había dado en la apertura de las sesiones, custodiadas por más de un millar de policías y soldados de montaña, la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, al exhortar a fijar una doctrina común frente a la instalación de bases de un país ajeno a la región.
«Creo que estaremos fijando una doctrina de la Unasur en materia de ubicación de fuerzas extraterritoriales en distintos países», sostuvo Fernández.
La ola de preocupación vino también acompañada por estadísticas sobre gastos militares en la región, en la que Brasil compra en Francia submarinos, uno de ellos nuclear, y renueva su flota de aviones caza, mientras que Colombia recibe la mayor ayuda militar de Estados Unidos después de Israel y Egipto.
Bolivia, pese a estar golpeada por la pobreza, invierte 100 millones de dólares en su seguridad y Venezuela ha gastado 4.400 millones de dólares en aviones, helicópteros y fusiles.
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