Los Kirchner ante la disyuntiva de negociar por gobernabilidad
Los Kirchner, dos peronistas progresistas, comprobaron una vez más que el pez por la boca muere, al haber planteado estas elecciones de medio término como un dramático plebiscito a su modelo estatista, industrialista y de fomento a las negociaciones salariales en alianza con la central obrera CGT.
¿Qué hacer ahora, si la elección era tan crucial como para adelantarla cinco meses y lanzar a la palestra como candidato a diputado a Kirchner, jefe del peronismo, quien arrastró a las listas hasta al gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, y decenas de alcaldes?.
«Nunca es triste es la verdad, lo que no tiene es remedio», reflexionó sin evitar la ironía Alberto Fernández, un ex jefe de gabinete de los Kirchner que analiza los hechos como simple observador, tras ser echado del gobierno con cajas destempladas.
Al renovarse la mitad de los diputados y un tercio del Senado, los Kirchner perdieron la mayoría en ambas cámaras, frente a un avance de las aún atomizadas fuerzas neoliberales, radicales socialdemócratas y peronistas disidentes.
Todas ellas habían florecido en 2008 durante la torpe puja impositiva del gobierno con los agricultores por la renta de la soja, la mayor fuente de riqueza con exportaciones por 25.000 millones de dólares, en un país que vende por 35.000 millones y es potencia mundial alimenticia.
Fernández le recomendó a la pareja «escuchar lo que acaban de decir las urnas, porque se ha expresado la gente. Y hay que seguir gobernando, esta fue (sólo) una elección parlamentaria».
La primera reacción del temperamental Néstor Kirchner la madrugada de ayer, estuvo dentro del marco de la prudencia y la sensatez, sin poner gritos en el cielo ni amenazar con renuncias, al afirmar que se ocuparán de «garantizar la gobernabilidad, la institucionalidad».
Pero en los últimos seis años, los argentinos conocieron sus desplantes y desmesuras, llevados al clímax durante el agobiante conflicto con las patronales agropecuarias, que el año pasado puso a Argentina tan patas para arriba como en jaque a la presidenta. Rosendo Fraga, politólogo presidente de la consultora Nueva Mayoría, advirtió que «se cambia la ideología, pero no se cambia la personalidad», antes de predecir que lejos de negociar, los Kirchner pueden «estar tentados de usar los poderes fácticos y la fuerza».
«La lectura es que (en la estratégica provincia de Buenos Aires) no ganó (el magnate liberal Francisco) de Narváez, sino el voto contra Néstor Kirchner, contra la crispación política en el conflicto con el campo, contra su estilo y no contra sus ideas», dijo a la AFP la politóloga Doris Capurro.
Capurro, directora de la consultora Ibarómetro, dijo que «el castigo en las urnas fue por estos casos concretos. La presidenta está en condiciones de corregirlo, porque sus políticas tienen apoyo mayoritario, según las encuestas, pero hace falta mayor diálogo».
Los Kirchner perdieron en los cinco más grandes distritos, entre ellos la provincia de Buenos Aires, y su única esperanza es romper el aislamiento en negociaciones con peronistas disidentes y fuerzas de centroizquierda que se consolidaron en el Congreso o exponerse a una crisis imprevisible.
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