Se cumplen dos años del desastre de Mariana, el mayor desastre ecológico en la historia de Brasil
A dos años del mayor desastre ecológico en la historia de Brasil, sigue sin haber culpables y los habitantes desplazados tras el derrame tóxico aún luchan por recuperar lo perdido.
Este domingo se cumplen dos años del accidente medio ambiental más grave de Brasil. El 5 de noviembre de 2015 el dique de la minera Samarco se rompió y un mar de residuos tóxicos, concretamente 44 millones de metros cúbicos, acabó con la vida de 19 personas, la historia de 300 familias, y con el 80% del ecosistema de la quinta mayor cuenca hidrográfica de Brasil.
Aquel día no sonó la sirena de alerta como debería haber sucedido, tampoco se atendieron las advertencias de la Secretaría de Medio Ambiente sobre la fragilidad del dique que contenía los residuos tóxicos de la minera. La empresa trabajaba sin haber obtenido la renovación de la licencia ambiental y no disponía de un plan de contingencia y de prevención de riesgos actualizado. «¡La presa se ha roto!», fue la única advertencia que se escuchó cuando ya no quedaba mucho por hacer.
«A diferencia de las catástrofes naturales, el colapso de la presa de Fundao era previsible y evitable», porque la Fiscalía de Minas Gerais advirtió en 2013 del riesgo de que la inestabilidad del terreno hiciera que la estructura se viniera abajo, explicó Lucas Bolado, Responsable de Proyectos de Manos Unidas en Brasil.
La tragedia de Mariana provocó un tsunami de barro que arrasó con el pueblo de Bento Rodrigues (interior de Minas Gerais) en cuestión de horas y siguió su curso hacia las ciudades de Paracatú y Gesteira. En una semana el barro recorrió 655 kilómetros a través del Rio Doce hasta llegar al océano Atlántico, a la altura del estado de Espíritu Santo, al norte de Rio de Janeiro.
El profesor Marcus Vinícius Polignano, que monitorea la actividad económica y su impacto ambiental en las cuencas hidrográficas de la región, afirmó que el 80% del río Doçe está perdido. La densidad de los residuos minerales y la pérdida de oxígeno del agua dejaron 11 toneladas de peces muertos en un caudal que por tramos aparece totalmente seco, obstruido por el barro.
Por su parte el investigador Carlos Alfredo Joly, del Instituto de Biología de la Universidad de Campinas, asegura que “todo el ecosistema está afectado, no estaremos vivos para ver una mínima recuperación de la vegetación perdida”.
A dos años del suceso todavía no hubo condenas y el proceso está suspendido desde agosto, para investigar denuncias de la empresa de que hubo ilegalidades en la recolección de pruebas.
Samarco enfrenta varias demandas judiciales que incluyen las propietarias de Vale y BHP Billiton. Al menos 21 personas fueron acusadas de homicidio con dolo eventual (cuando se asume el riesgo de matar). El grupo empresarial también enfrenta demandas por delitos ambientales y contra el orden urbano.
Mientras tanto, la compañía realiza tareas de indemnización y reparación de daños a través de la Fundación Renova, entidad creada tras un acuerdo de Samarco, la brasileña Vale y la anglo-australiana Bhp Billiton con el gobierno federal y el de Minas Gerais para dar apoyo a las 300 familias que siguen sin recuperar su vida, su hogar y su fuente de trabajo.
Los damnificados por el tsunami de barro aún esperan la reconstrucción de la zona para poder volver a sus casas, al campo, a la tierra y poder empezar de nuevo.
“Estamos presos como un pájaro en una jaula”, lamentan tras haber sido reubicadas en apartamentos dentro de la ciudad de Mariana, la más próxima al desastre, luego de siete meses de lucha. La reubicación definitiva, la que supone volver a su tierra, está prevista para 2019, aunque son pocos los que confían en que esa fecha se cumpla.
Un informe de BBC Brasil recogido por Público revela que en un primer momento las víctimas fueron acogidas en Mariana con los brazos abiertos, pero el paso de los meses ha provocado que los nuevos habitantes sean vistos como enemigos. Cuando salen a manifestarse para reclamar sus derechos no es raro escuchar eso de “ahí están los beneficiados de la tragedia”, o lo de “poneos a trabajar, desempleados”.
El cierre de Samarco, en una región que vivía casi exclusivamente de la minería, provocó que el desempleo pasara de un 5% a un 25%. La mayoría de los impuestos que recaudaba el ayuntamiento de Mariana venía de esta empresa, su desaparición temporal ha supuesto una pérdida de cuatro millones de euros para el municipio, y un recorte de otros 300 puestos de trabajo en el sector público: “Hay una minoría de la población que ve a las víctimas de la tragedia como a los responsables de la situación que vivimos en Mariana, pero es completamente falso”, reconocía su alcalde, Duarte Junior.
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