Arrecian críticas sobre servicios de Inteligencia de Bélgica: Turquía les deportó un autor del atentado y avisó de su peligrosidad
Los atentados contra el aeropuerto y el metro de Bruselas, que han dejado al momento 31 muertos y más de 300 heridos, podrían haberse evitado según la mayoría de los observadores internacionales, en tanto los servicios de Inteligencia del país, dieron vuelta la cara a información clave sobre los terroristas.
Foto:#Belgium estación Maelbeek. #BRUSELAS pic.twitter.com/61lxAJaEdQ
— Glenda Umaña (@GlendaAhora) 22 de marzo de 2016
Además del cuestionamiento que implica la foto de los tres terroristas paseando con los carritos portaequipajes donde llevaban las valijas con las bombas por la sala principal del aeropuerto que volaron, el presidente de Turquía afirma que su país deportó a Bélgica a uno de los terroristas y le advirtió a los servicios de la peligrosidad del individuo.
Bruselas, que es sede del cuartel general de la OTAN y alberga la casi totalidad de las reparticiones centrales de la Unión Europea, tiene falencias de seguridad mucho peores a las que han quedado en evidencia a raíz del atentado puntual, acorde a las revelaciones de prensa que se van dando a conocer con el paso de las horas.
De hecho todo apunta que existe una red de terrorismo destinada a devastar toda Europa que ha estado trabajando casi con impunidad en Bélgica. La situación ya erea comprometida días antes del atentado: el principal autor fugitivo durante cuatro meses de los atentados en Paris, Salah Abdeslam, estaba a metros de la casa de su familia, en la plaza principal de Molenbeek, donde están además la jefatura de Policía y el Ayuntamiento. La policía local justificó la situación argumentando sus dificultades para contar con agentes que hablen árabe, lo que les desconecta de un grupo étnico que tiende a encerrarse más allá de la comunidad belga.
Otro dato clave han sido los recortes presupuestales, que afectan a los servicios secretos. Alain Winants, jefe de los servicios secretos belgas hasta 2014, explicó al diario El País de Madrid, que”se dejó de reclutar agentes y a los que se jubilaban no se les remplazaba. Llegó un momento en que era imposible cortar más. Vigilar a una persona 24 horas al día, exige unas 15 o 20 personas por sospechoso. La seguridad tiene un precio”, sentenció.
Bélgica recién autorizó en 2010 las escuchas telefónicas, y el espionaje no estaba legalizado para el Estado hasta fines del siglo pasado. Tampoco el reclutamiento de jóvenes para las filas del Estado Islámico ha estado penalizado, y en Bélgica hay numerosas denuncias de estos hechos, pero sin respuesta desde la legislación penal.
La denuncia del premier turco
La piedra de toque del escándalo contra la Inteligencia belga, la ha puesto el presidente de Turquía Recep Tayyip Erdogan, quien afirmó que su país había deportado a Bélgica a Ibrahim El Bakraoui, uno de los dos terroristas suicidas que se hizo explotar en el aeropuerto de Zaventem, con la advertencia que era un elemento probadamente vinculado al terrorismo del Estado Islámico y harto peligroso.
“En junio de 2015, detuvimos a uno de los atacantes de Bruselas en Gaziantep (una provincia al sudeste de Turquía en la frontera con Siria) y lo deportamos”, dijo el presidente. El 14 del mismo mes le enviaron una nota a las embajadas de Bélgica y Holanda, advirtiendo que el deportado era “combatiente extranjero” de grupos yihadistas. Explicó que no obstante ello a su arribo a Bruselas lo liberaron, porque “Bélgica no consideró que tuviese relación con el terrorismo”.
Koen Geens, ministro de Justicia belga, corrigió las afirmaciones de Erdogan y señaló a la cadena flamenca VRT que “Turquía deportó al acusado a Holanda, no a Bélgica”.
Las autoridades holandesas reconocieron haberlo liberado, pero solo porque al terrorista –que había nacido en Bélgica- no se le pudieron imputar cargos, y los belgas no fueron capaces de encontrar una conexión del deportado con el terrorismo, pese a las afirmaciones turcas.
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