Gobierno de Italia reclama que la pizza napolitana sea Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO
Con casi medio millón de firmas de respaldo, el Gobierno de Italia presenta este martes ante la Unesco, la solicitud para declarar a la pizza napolitana, como Patrimonio de la Humanidad a nivel cultural.
Italia busca de esa forma también tutelar uno de los mayores negocios gastronómicos del país, para un negocio que se ha hecho universal: en Italia hay registradas unas 63.000 pizzerías, que dan trabajo a más de 150.000 personas y reportan más de 10.000 millones de euros de ganancia anualmente.
Sin embargo los italianos, pese a querer ostentar el emblema universal como cultores máximos de esta forma de comida oriunda de la nación, no son los mayores consumidores de pizza en el mundo. Los norteamericanos son los campeones mundiales de consumo de la especialidad: comen 13 quilos de pizza por persona y por año, casi el doble de los italianos –en el segundo puesto- que apenas llegan a los 7,6 quilos, según reporta el diario ABC de España.
Un plato universal de historia centenaria
Para los italianos, la pizza es sin embargo bastante más que una simple comida que puede ser servida en la calle, pero también en los restoranes más sofisticados del país de la bota. Con una historia más que centenaria, la pizza es reconocida en los libros de Alejandro Dumas después que el autor viaja a Nápoles en 1835 y literalmente se enamora del manjar.
La pizza tiene para los italianos además un valor cultural y antropológico que supera el mero hecho de la ingesta: ya en el idioma, la definición es clara. Los napolitanos no dicen “vamos a comer una pizza”, sino “vamos a hacernos una pizza juntos”, pautando el hecho compartido y de comunicación que tiene el hecho de la pizza.
La pizza italiana con los colores de la bandera; el verde de la albahaca, el blanco de la muzarella y el rojo de la salsa de tomate, brinda además la posibilidad de una base sumamente variada, aunque para los italianos es imprescindible que la masa sea hecha “del giorno”, y con levadura natural y fresca, ni siquiera envasada. La harina al menos tres ceros, la levadura de primera calidad y el agua muy refinada, son los secretos de este plato que ahora la humanidad tendrá con protección patrimonial.
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