Trafican carne de delfín entre Taiwán e Italia para restoranes de lujo

Las siete toneladas de carne de delfín incautadas por las autoridades taiwanesas, aparecen como la punta del iceberg de una línea de tráfico multimillonaria que pone en peligro a especies protegidas con el único fin de saciar gulas “de lujo” en Europa.

Las 7,65 toneladas de delfín, fueron incautadas en una fábrica de productos congelados en Kaohsiung, al sur de la isla de Taiwán, lo que en principio corresponde a unos 150 animales muertos, estiman las autoridades.

El propietario de la empresa dijo haberlo comprado “accidentalmente” a unos pescadores que no identificó, pero la policía espera mejores revelaciones ya que el empresario enfrenta una pena de cinco años de cárcel por violación a las leyes de protección de la fauna.

Los delfines y las ballenas, son platos tradicionales en la cocina antigua de la costa china, y los chinos creen que es particularmente buenas para la salud. Sin embargo desde 1989, todas las variedades de delfines y ballenas están protegidas por ley.

La otra punta de la madeja aparece en Italia

La prohibición ha hecho que los locales no consuman ya estos platos, salvo cuando viajan a Japón donde están permitidos. Pero en Europa, comer carne de ballena o delfín es considerado una delicatessen de primer orden para muchos.

Así, los periodistas de la televisión italiana realizaron un documental con cámara oculta, en Civitavecchia, una localidad al norte de Roma, donde figuran varios de los mejores restoranes del país. Allí los comensales habituales solían pedir que en sus ensaladas se agregara “negro”, la palabra clave que refería a las carnes prohibidas de los cetáceos asiáticos. El canal Italia Uno, emitió sucesivos informes y los restoranes están siendo investigados por las autoridades desde diciembre pasado.

A nivel sanitario, los ministerios europeos han advertido que la carne de delfines puede ser muy perjudicial para la salud, ya que los niveles de mercurio detectados en la carne de estos mamíferos, supera en 5.000 veces los límites máximos tolerados por la Organización Mundial de la Salud.