Se expande “hikikomori”, afección mental que aisla en su cuarto a los jóvenes
Un millón de jóvenes japoneses viven encerrados en sus cuartos y no solamente no desean, sino que evitan de todos modos, el salir no ya de sus casas, sino simplemente del habitáculo asignado dentro de sus hogares.
El “hikikomori”, término empledo en idioma japonés para identificar a los que se aíslan, es una palabra cada vez más extendida entre las patologías que afectan a los jóvenes nipones, que también se ven compelidos a su aislamiento a edad más temprana.
El promedio etario de afectados por “hikikomori” es de 21 años, aunque hay cada vez más pacientes mucho más jóvenes en el orden de los 15 años; los mayores tienen hasta 32. Los pacientes no solamente se recluyen, sino que esto suele constituir la primera etapa de problemas mayores: explosiones de violencia, comportamientos infantiles, obsesiones, paranoias y depresiones, algunas de ellas inductoras de suicidios, son los problemas consecuentes a la fase primera del “hikikomori”.
En 2010, oficialmente eran 700.000, ahora pasan del millón
El fenómeno que preocupa ya a las autoridades sanitarias, está focalizado en una de las fuerzas impulsoras de la sociedad japonesa: el “sekentei”, la reputación de una persona en la comunidad y la presión que siente para impresionar a los demás.
Originada en principio por un problema aparentemente leve –un rechazo sentimental, notas bajas- la autocensura en Japón es sumamente fuerte y el aislamiento está al otro lado de la puerta. Los jóvenes se aislan, para no sufrir públicamente un fracaso amoroso, o uno de estudios: el hikikomori –como también se llama al paciente- se aisla de la sociedad, consciente de su fracaso social, pierde la confianza, la autoestima. Con ello cualquier perspectiva de salir de la casa primero, y del cuarto después, les aterra. Un segundo factor incidente es la relación familiar del Japón, donde las mujeres muy difícilmente dejan el hogar paterno hasta casarse y los varones muchas veces nunca, lo que convierte la casa de los padres, en el último y único refugio conocido.
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