«Fatua» autoriza a mujeres solteras a masturbarse «con zanahorias, botellas y hasta con el mango del mortero»

Marruecos vive una convulsión religiosa de profundo nivel, que ha llevado incluso a que el ministro de Asuntos Islámicos se presente al Parlamento para aclarar que las “fatuas” (pronunciamiento legal de un especialista el ley religiosa) no dejan de ser “opinión personal” de un líder religioso.

La interpelación ocurre días después que el predicador marroquí jeque Abdelbari Zamzami autorizara a las mujeres solteras a masturbarse usando zanahorias, botellas o hasta el “mango de un almirez” (el machacador del mortero) para evitar “caer en pecado”.

Ahora, el jeque autorizó a los hombres a practicar la necrofilia, pero siempre que lo hicieran con sus esposas “recién muertas”.

“Es una locura”

Aunque visto con ojos occidentales todo podría parecer un afán de fanatismo religioso sin más, el eje está puesto en que las “fatuas” implican la automática generación de ley en el mundo musulmán. Una “fatua” tiene tanto o más valor que las leyes civiles y si el Estado no la hace cumplir, los fieles bien pueden ocuparse de hacerlo. Marruecos, es uno de los países árabes menos ortodoxos y por ende los reclamos a la decisión de un dirigente religioso pueden ser de peso y dividir a la sociedad de forma tajante.

La “fatua” de Zamzami referida a la masturbación femenina, tuvo su cuarto de hora noticioso en Occidente en base a una cuestionable originalidad, pero en Marruecos generó un primer coro de reclamos. Cuando ahora el docto islámico se despacha con la posibilidad de tener sexo con una esposa muerta, siempre y cuando no hayan pasado muchas horas del fallecimiento, otro cariz tomaron las cosas y el Parlamento marroquí rechaza de plano la defensa de la necrofilia.

Dentro del credo musulmán, pero no en la misma línea, otro jeque pero de tendencia salafista, dijo que “el edicto es una locura y supone un menosprecio por la sacralidad de las fatuas”, remarcando que las fatuas pueden emitirse en privado. “Así se ha puesto en ridículo”, sentenció.