Fidel y Ratzinger: inspiración y flagelo de la teología de la liberación
En los años 1970-1980, numerosos movimientos revolucionarios del continente combinaron la influencia del marxismo de Fidel Castro, sostén ideológico y material de las guerrillas, y la teología de la liberación, nacida en Sudamérica en esa época.
Esta alianza entre marxistas y católicos partidarios de la teología de la liberación fue principalmente encarnada por el sacerdote colombiano Camilo Torres, devenido en «cura guerrillero», que se unió al ELN, Ejército de Liberación Nacional (guevarista) en los años 60.
El papa polaco, que había vivido el comunismo, era visceralmente hostil a la mezcla del mensaje cristiano, el marxismo y la revolución.
Benedicto XVI, como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe bajo el papado de Juan Pablo II, se encargó de velar por la correcta aplicación de la doctrina de la Iglesia Católica. Apoyó totalmente y aplicó la voluntad del papa para frenar o apartar a los religiosos que defendían esa teología.
Pastor implacable
Convencido de que se habían desviado de la doctrina de la Iglesia, Joseph Ratzinger convocó o suspendió a muchos de esos teólogos que estaban en boga en América Latina.
También sancionó en 1984 al teólogo brasileño Leonardo Boff, pidiéndole que guardara silencio: «Haga silencio hasta nuevo aviso», le dijo Ratzinger.
Ese mismo año, criticó a quien es considerado el «padre» de esa teología después del Concilio Vaticano II, el sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez, quien fue sometido por la Congregación a un largo proceso de «diálogo» y de clarificación.
Los obispos juzgados como «rojos» fueron apartados o perdieron influencia, como sucedió con el de Recife (Brasil) Don Helder Camara. Otros, venidos del Opus Dei y de movimientos católicos conservadores, fueron promovidos y llegaron a ser muy influyentes, dando la impresión de un retroceso de la Iglesia en los campos social y político.
Actualmente, el arzobispo de Lima, cuna de la teología de la liberación, es el ultra-conservador Juan Luis Cipriani, del Opus Dei.
«Papa enemigo de los pobres»
Boff, que colgó los hábitos, declaró este miércoles a la AFP en Brasil que Benedicto XVI «carga un fardo negativo muy grande en la historia de la teología cristiana. Entrará en la historia como un Papa enemigo de la inteligencia de los pobres y de sus aliados».
Consultado antes del viaje papal por la AFP en Roma, el cardenal hondureño Oscar Andrés Rodríguez, presidente de Caritas Internacional, estimó que algunas buenas intenciones de esta teología siguen siendo válidas.
«No creo que se le pueda dar un único significado a la teología de la liberación. Hubo desviaciones hacia la violencia armada que no eran de la teología, y fue eso lo que fue condenado», explicó.
«Lo que sigue siendo primordial es la preferencia por los pobres, que es el hilo conductor de todas las conferencias generales del episcopado americano desde la de Medellín (1968) hasta la de Aparecida (2007). El compromiso social (de los obispos latinoamericanos) está muy claro (…) y un pretendido retroceso conservador puede ser obra de pocos», reflexionó.
Aunque la semilla de esta teología se sembró en Colombia, en la conferencia del espiscopado latinoamericano de 1968, alcanzó una tímida manifestación en este país, focalizada en reducidos sectores de la Iglesia, sin tener el impacto ni la trascendencia que tuvo en otros países.
El momento más simbólico del regaño a los sacerdotes latinoamericanos comprometidos políticamente fue el dedo levantado de Juan Pablo II humillando al sacerdote nicaragüense Ernesto Cardenal durante una misa en 1983, que entonces era ministro del gobierno sandinista.
En 1986, en una entrevista con uno de los exponentes de la teología de la liberación, el religioso brasileño Frei Betto, Fidel Castro se negó a echar leña al fuego: «Actualmente, ante un problema de esa envergadura, de discusiones en el seno de la Iglesia, me siento en el deber de ser prudente y de evitar emitir opiniones que podrían generar polémica o divisiones internas en una corriente religiosa», dijo el líder de la revolución cubana.
En el avión que lo llevó el pasado viernes a México, el papa no respondió a una pregunta sobre la teología de la liberación, señalando simplemente que ya no tiene actualidad.
La polémica está actualmente aplacada, y el último obispo del continente que el papa Benedicto XVI invistió como cardenal en febrero, el brasileño Joao Braz de Aviz, es juzgado como progresista y favorable a la teología de la liberación.
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