Guerra de las Malvinas: Desilusiones de un excombatiente argentino
Su novela, publicada en 1993, atrapa al lector porque recoge de manera descarnada los momentos que le tocó vivir y sufrir en ese conflicto bélico entre Argentina y Reino Unido por la soberanía sobre el archipiélago del Atlántico Sur.
El filme, de igual modo, fue uno de los más vistos en los cines argentinos cuando se estrenó. La gente buscaba un pedazo de historia, en la cual muchos detalles siguen sin ser revelados.
Ahora, cuando apenas faltan unos días para cumplirse el aniversario 30 de esa conflagración que concluyó con la muerte de 649 militares argentinos, 255 británicos y tres civiles, el tema sin dudas remueve memorias.
En declaraciones exclusivas, vía Internet, Edgardo Esteban, quien es además periodista, compartió con Prensa Latina parte de esos recuerdos.
«Fui con la ilusión de poder pisar esa parte de nuestro territorio. Cuando llegué el 25 de abril de 1982, fue un momento único e irrepetible», evocó.
«No me importaban el frío ni la lluvia con que nos recibían nuestras islas, allá en los mares del sur. Después con el transcurrir de los días, cuando comenzaron las acciones bélicas, sin duda todo cambió», aseguró Edgardo, quien partió a la Guerra de las Malvinas con sólo 18 años.
El 2 de abril de 1982, Argentina ocupó militarmente las Islas, invasión considerada una tentativa del general Leopoldo Galtieri de unir al país en relación con una causa externa y desviar la atención de la crisis política y económica del país.
El gobierno británico movilizó su marina y la fuerza aérea con el apoyo diplomático y militar de Estados Unidos y la Organización del Atlántico Norte (OTAN).
El Infierno de Dante
Para Edgardo la contienda fue muy dispar, pues las tropas a las que se enfrentaban eran superiores en armamento y efectivos.
«Teníamos enfrente a la estructura de la OTAN; no fue nada fácil. Todas las noches nos hostigaban sus barcos y el ataque final fue como estar en el infierno de Dante», rememoró.
Los soldados argentinos se enfrentaron con mucho valor, hicieron todo lo que pudieron pese al hambre, la lluvia y el frío, pero la asimetría era enorme «y ahora recuerdo a todos los que dieron su vida en defensa de ese pedazo de nuestro territorio», contó a Prensa Latina.
En un pozo de zorro (trinchera), con el agua hasta las rodillas y el frío inclemente de uno de los lugares más ignotos del mundo, junto a los malos tratos de sus superiores muchas veces, transcurrieron los días de la guerra para el entonces soldado.
Según investigaciones del Subsecretario de Derechos Humanos de la Provincia de Corrientes, Pablo Andrés Vassel, presentados en el 2007 al entonces presidente Néstor Kirchner, algunos oficiales y suboficiales trataron a los soldados con los mismos criterios de terror utilizados por la dictadura militar ante la población civil.
Los simulacros de fusilamiento, torturas sistemáticas, vejámenes repetidos, privaciones y desprecio absoluto por la vida, fueron algunos de los métodos usados contra los soldados, la mayoría jóvenes.
Después de la derrota, el 14 de junio de 1982, la postguerra fue otro período cruel marcado por la desilusión que llevó a decenas de excombatientes al suicidio.
Esa etapa estuvo determinada por la indiferencia de una sociedad traumada por su irreflexivo apoyo a la dictadura y el silencio y el olvido impuesto por los militares.
La apatía social posterior al conflicto contrastó con el entusiasmo patriótico que el 2 de abril de 1982 generó el llamado del dictador Leopoldo Galtieri para la «recuperación» de las Islas Malvinas, subrayó.
En opinión de Edgardo, las guerras deben evitarse y esa en particular, además de una decisión apresurada, «fue utilizada políticamente por la dictadura militar.»
Lamentablemente, las autoridades y la sociedad se comportaron, una vez concluido el conflicto, como si los soldados fuesen los responsables de la derrota y hubo un acuerdo tácito para olvidar la guerra, esconder a los que regresaban y borrar de las mentes lo vivido.
Hablar, contar, era el primer y necesario paso para exorcizar nuestro infierno interior y empezar a curar las heridas. Pero no se podía, eran cuestiones de Estado, asegura Edgardo.
Para él, el genocidio iniciado por los militares y sus apoyos civiles con el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, continuó de algún modo en las Malvinas.
El reclamo argentino
Desde 1833, cuando Londres ocupó por la fuerza el archipiélago y expulsó a sus habitantes, Argentina no cejó en el empeño por recuperarlo.
Después de la guerra de 1982, tras la cual se puso fin a la dictadura militar en Argentina, todos los gobiernos democráticos de este país han considerado como una política de Estado «irrenunciable» la recuperación del disputado territorio.
Pero con el gobierno de Néstor Kirchner (2003-2007), primero, y ahora con el de Cristina Fernández, el reclamo tomó fuerza.
En febrero pasado, el canciller argentino Héctor Timerman denunció ante Naciones Unidas el militarismo desplegado por Reino Unido en esas Islas y el Atlántico Sur.
Ban Ki-Moon, secretario general de la ONU, instó a las partes a «evitar una escalada en esta disputa» y a resolver «las diferencias de manera pacífica y a través del diálogo», y aceptó mediar para la solución del conflicto, en medio de una creciente tensión entre ambos países.
Edgardo Esteban calificó de positiva la posición del gobierno de Cristina Fernández que, «ante la postura provocativa y belicosa del gobierno de David Cameron, insiste en el reclamo por la vía de la paz en todo los foros internacionales».
Considera que el actual respaldo internacional en esta causa se debe a la credibilidad de los gobiernos de Kirchner y de Fernández, en la actualidad, a partir del reclamo de soberanía a través de los espacios posibles y de su apuesta por la integración regional. PL
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