“Saltá!”, “saltá!”, le gritó el marido tras ponerle el único salvavidas y arrojarla al agua
Con 61 años ella, y 71 él, la mujer no estaba muy contenta con los cruceros de mar: no saber nadar le parecía terrible y temible, aunque era obvio que sus miedos resultaban casi ridículos para un crucero de placer.
Cuando en plena noche la tragedia se desencadenó, ambos corrieron como pudieron hasta la borda del buque, donde se dieron cuenta que en la mano solamente Francis tenía el salvavidas.
Sacrificio
Sin dudarlo un instante se lo desabrochó, quitó y lo colocó en su esposa, al tiempo que la alentaba: “saltá!, saltá!” le gritaba y para darle aliento, se lanzó a las aguas sin salvavidas. Apenas un instante después la mujer hacía otro tanto.
En el agua se encontraron, y el la alentó para que braceara en tanto flotaba, la apuntó a la costa y la alentó, mientras la siguió nadando detrás, ella no sabe cuanto tiempo.
“No sé como, pero me llegué a la orilla”, relató al diario francés Le Figaro. Su esposo no lo logró.
Encaramada en una roca a escasos metros del barco, buscó desesperadamente a su esposo gritando para que le contestara.
La respuesta fue de algunos vecinos que alertados por su voz, la rescataron y llevaron a la iglesia del pueblo donde ya se hacinaban decenas de naufragos.
Ahora, su voz se suma a la de los que exigen Justicia y piden por la cabeza del capitán.
Las tareas de rescate prácticamente concluyeron en tanto no hay esperanza de encontrar más sobrevivientes: las tareas se concentran ahora en evitar que los depósitos con 2.300 toneladas de combustible se rajen o partan y se genere una catástrofe ecológica sin precedentes.
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