Benedicto XVI hace una misa por el bicentenario de la independencia de los países latinoamericanos
Benedicto XVI, de 84 años, llegó al templo en la peana móvil que ya utilizó el pasado mes de octubre para desplazarse por la larga basílica de San Pedro para evitar esfuerzos físicos.
Miles de personas, en su mayoría latinoamericanos residentes en Italia, le acogieron con aplausos y vivas en una basílica de San Pedro, presidida por una imagen de la Virgen de Guadalupe, en la que se habla y canta en español y donde ondean banderas de todos los países latinoamericanos.
Concelebran con el papa los cardenales Tarcisio Bertone (secretario de Estado Vaticano), Marc Ouellet (Prefecto de la congregación para los obispos y presidente de la Comisión Pontificia para América Latina), Norberto Rivera Carrera, arzobispo de México, y Raymundo Damasceno Assis, arzobispo de Aparecida (Brasil).
El cardenal Ouellet resaltó ante el papa que la ceremonia es un «auténtico acontecimiento» para toda América Latina y recordó que el 40 por ciento de los más de 1.200 millones de católicos de todo el mundo viven en esa zona del mundo.
El secretario de la Comisión Pontificia para América Latina, el uruguayo Guzmán Carriquiry, leyó unos textos sobre la Virgen de Guadalupe y su aparición al indio san Juan Diego, así como del bicentenario, resaltando que muchos países declararon en aquellas fechas a la Virgen de Guadalupe capitana de sus ejércitos y pidieron a sus ciudadanos que le declarara su devoción.
El cardenal arzobispo de Santo Domingo, Nicolás de Jesús López Rodríguez, realizó una plegaria a la Virgen de Guadalupe, a la que llamó «rostro mestizo» de América Latina, y a la que pidió por la justicia, la fraternidad y la paz en los pueblos latinoamericanos.
A la misa asisten numerosos cardenales y obispos procedentes de América Latina, España y Portugal, así como miembros del cuerpo diplomático latinoamericano acreditado ante la Santa Sede.
Entre los cardenales asistentes se encuentran asimismo Jaime Ortega y Alamino (La Habana), Oscar Rodríguez Maradiaga (Tegucigalpa), Juan Luis Cipriani Thorne (Lima) y Francisco Javier Errazuriz (emérito de Santiago de Chile).
Dos jóvenes, un chico y una chica, por cada uno de los países latinoamericanos, ataviados con los trajes nacionales, portaron las banderas nacionales hasta la nave central de la basílica.
Las plegarias y los cánticos son en lengua española y portuguesa y el Kyrie, el Gloria, el Santo y el Agnus Dei son los de la Misa Criolla, de Ariel Ramírez.
Con esta misa, precisó el cardenal Ouellet, la Santa Sede pretende participar en las conmemoraciones del bicentenario de la independencia de un gran número de países latinoamericanos, que se concentran en un arco de tiempo que va desde 2010 al 2014, si bien Perú y Brasil lo conmemorarán ente 2020 y 2022, precisó el organismo vaticano.
El proceso de emancipación latinoamericana se desarrolló entre 1808 a 1824, con la posterior independencia de Cuba en 1898.
«Esta iniciativa es un gesto de afecto y de solidaridad de parte del Santo Padre hacia los pueblos y naciones del Continente de la Esperanza, como le llamaron Pablo VI y Juan Pablo II y ahora Benedicto XVI», agregó Ouellet.
La misa papal también es, precisó la Comisión Pontificia para América Latina, una «señal de la contribución con la que la Iglesia católica quiere conmemorar, a la luz de la verdad histórica, ese bicentenario, para iluminar mejor la actual situación de América Latina y para nutrir la esperanza de un futuro de paz y justicia».
EFE
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