Desde la prisión se declara inocente de las tres muertes

Pablo Concálvez rompe el silencio

pablo goncalvez

Goncálvez está purgando una virtual cadena perpetua al ser condenado el pasado 25 de julio a una pena de 30 años no excarcelable por el asesinato de Ana Luisa Miller, cuando ya estaba cumpliendo larga pena por los asesinatos de Andrea Castro y María Victoria Williams.

La extensa misiva de Goncálvez  contiene varias citas textuales de los expedientes judiciales, además de juicios personales sobre la labor policial y la situación de otros indagados en los crímenes, en particular sobre Hugo Sapelli, novio de Ana Miller.

La carta contiene cuestionamientos a una nota aparecida en el semanario «Causa Abierta» firmada por el periodista Carlos Lemos, actualmente desvinculado de esa publicación.

Goncálvez insiste en su inocencia y en que su confesión fue arrancada bajo tortura y señala que «en los tres expedientes no hay ninguna prueba ni testigo en mi contra».

Según informaron personas allegadas a Goncálvez  la misiva será colocada en las próximas horas en la página web que este tiene en Internet.

Este medio, por considerar la misiva de interés de los lectores la reproduce textualmente con excepción de breves pasajes referidos al «caso Miller», respetando el dolor de los familiares y por entender que no se altera en lo más mínimo la estructura lógica de la defensa de Goncalvez; estos pasajes han sido sustituidos por puntos suspensivos.

He aquí su texto:

«Â¡Basta ya!

No más agresiones gratuitas…

No más mentiras…

No máss engañar a la opinión pública…

Respuesta al Semanario «Causa Abierta»

Muchas veces he empezado a escribir, pero por respeto a todos los involucrados, preferí el silencio. Ante cada agresión, calumnia, mentira, etc. mi respuesta fue el silencio.

Pero en la vida todo tiene su límite. Es así que el artículo de Carlos Lemos publicado en el semanario «Causa Abierta» el día 21/07/00 fue la gota que desbordó el vaso; es por ello que me siento obligado a dar una respuesta.

En un primer momento pensé en pedir el derecho a respuesta que todo ciudadano tiene al ser agredido por cualquier medio de prensa, o inclusive a iniciar acciones legales, pero me quedó muy claro que al hacer esto yo estaría ayudando a este medio a ganar más dinero a mi costa.

Por eso decidí responder por el único medio por el cual no puedo ser censurado, y sin darle a ganar a ese «periodista delincuente«; quien desinforma, miente y engaña, valiéndose de un medio de comunicación es «doblemente delincuente»; porque es un delito penado por la Ley el difamar; y segundo porque está «desinformando» y en consecuencia «estafando» a quien paga para recibir información.

En estos casi ocho años que llevo preso creo que han habido pocos artículos tan llenos de falsedades, de un «absolutamente todo equivocado» como este artículo.

Del principio al fin, ni siquiera en un dato que en sí no reviste importancia como la fecha de la muerte de Ana miller que sucedió el 1º de enero de 1992 y no de 1991; hasta en este simple dato demuestra la poca seriedad y ligereza con que fue escrito; no quiero pensar que haya sido hecho en su totalidad de mala fe, sin ir ya no digo a los expedientes pero por lo menos a publicaciones y otras fuentes, que le permitiera a los lectores tener una información más o menos veraz; pero no, se hizo sin el menor respeto para quienes lo leyeran, y eso que el eslogan del semanario es: «El semanario para opinar con certeza».

Yo me pregunto ¿dónde está la responsabilidad y la ética que debe tener todo periodista, cuando se hace una barbaridad de este tipo?

Claro, es cualquier cosa menos un periodista.

Bueno estimados internautas, comenzaré con el expediente a la vista a analizar este artículo:

«A las 8 y 30 de la noche del 31 de diciembre de 1990 (debió decir 1991) se despidió de su madre».

Yo estuve el día de fin de año junto a mi familia hasta pasada la media noche, o sea ya era 1º de enero de 1992, cuando me despedí de mi padre, madre y familiares; era costumbe que nos reuniéramos todos los familiares en mi casa y pasar juntos esa fecha tan especial. En ese día había más de 25 familiares en mi casa.

El artículo novelesco continúa así:

«…de visible cortedad para entablar relaciones humanas…»

No porque lo diga yo, sino porque esto va totalmente en contra de lo que ha dicho el doctor Dagoberto Puppo Bosch en su extenso informe técnico sobre mi persona donde por el contrario dice que: «Surge del material obtenido que fue un joven de fácil relacionamiento social, amistoso, que disfruta conversando con pares y con personas mayores; fue buen hijo, buen nieto, buen vecino, buen amigo y fue respetuoso con sus amigos fueran varones o mujeres, aunque con las normales discrepancias y diferencias que suelen existir entre las personas» (foja 557, en adelante «fojas», abreviado «fs»).

También lo han afirmado todos los amigos y amigas que han declarado en la causa. Yo siempre he sido muy sociable y aún hoy a pesar de tanto dolor continúo siéndolo.

Sigamos unas pocas palabras más adelante y encontraremos en el artículo de marras, refiriéndose a la Srta. Miller:

«…después de todo hasta paraguas había llevado»

Otra gran mentira; Ana Miller no salió con ningún paraguas. Lo único que existe al respecto es que Hugo Sapelli dice haberle dado un paraguas en su casa cuando Ana Miller se retiraba hacia su domicilio (fs. 14 y 37).

Esto está plasmado en el expediente, pero hay que aclarar que no existen pruebas de que la Srta. Miller llevara un paraguas ya que esto se desprende únicamente de las declaraciones de Hugo Sapelli, no habiendo ningún testigo o elemento que corrobore este hecho, pues jamás apareció el famoso paraguas.

Yo me pregunto: ¿existió el famoso paraguas? o mejor dicho: ¿le entregó Hugo Sapelli a Ana Miller ese paraguas?…

Más adelante dice el artículo que yo recorrí Carrasco «de punta a punta» y pasé por la puerta de ese restorán… No sé de dónde fue sacada esta información, ya que no surge en el expediente.

Pero continuemos con el artículos de Lemos:

«El joven entró a varios boliches de onda y en todos tuvo la misma mala suerte: nadie quería estar a su lado más de cinco minutos».

En primer lugar salí con un amigo llamado Rúben y en la calle nos encontramos con una amiga de él y con ella fuimos a buscar a otra amiga suya. Los cuatro recorrimos varias fiestas de fin de año sin ingresar a ninguna. O sea que no entré «a varios boliches» y es extraño que nadie haya querido estar conmigo y los cuatro hayamos estado juntos hasta las 7.00 ó 7.30 hs. del 1º de enero de 1992; (declaraciones de las mencionadas personas que me acompañagan; R A L S a fs. 637, J B R a fs. 687, E M M fs. 620); así que todo esto de que: «(…) Aunque intentaba disimularlo, su rostro impenetrable se desencajaba al pasar las horas y los jóvenes que estuvieron cerca de él tomaban distancia sólo por un problema de piel, o de supervivencia», es falso y resultaría hasta gracioso si no me causara tanta rabia.

«La despedida, el encuentro…» Cuando llegué a este punto del artículo realmene quedé atónito; el autor del mismo debe de sufrir de lagunas mentales ya que pasa de la despedida de Ana Miller y Hugo Sapelli de la familia Miles en el restorán «Las Tablitas» a las 0.00 hs. (fs. 156) hasta las 8.00 hs. en que según Sapelli se despidieron (fs. 20). En este tiempo pasaron junto a unos amigos en la fiesta de fin de año del Club «Old Christian’s» y luego algo más que ya veremo
s.

Continúa diciendo el artículo:

«El viento y la lluvia no dio espacio para demasiados arrumacos, por lo cual ambos se dijeron un simple hasta luego y abordaron sus respectivos autos».

Como vasco que soy, por nacimiento y ascendencia, no se han dado cuenta que llegaría un día que «se me subirían todos los vascos a la cabeza» y respondería honradamente con el expediente en la mano, sin sumar ni restar una coma.

El Sr. hugo Sapelli y la Srta. Ana Miller salieron juntos en un solo auto Fiat Uno Matrícula 288-592 propiedad de la familia Miller.

No sé como tomar la palabra «arrumacos» ya que luego de salir de la fiesta del Club «Old Christian’s» a las 6.30 hs. (fs. 22), se dirigieron a la casa de la familia Sapelli, sita en la calle Mantua 6665; entraron a la casa y mantuvieron relaciones sexuales. Esto, claro, teniendo en cuenta que desde el momento en que ambos abandonaron la fiesta del Christian’s, el único relato que existe es el de Sapelli, el cual desde el inicio está lleno de contradicciones, yendo de un horario a otro y de un hecho a otro sin dar demasiadas explicaciones. Pero volvamos a lo que existe en el expediente y que a su vez fuera declarado por Sapelli.

Declara el Dr. Dante Monzón (forense actuante en la autopsia de A.L. Miller) que el Sr. Sapelli le manifestó:

«fueron relaciones sexuales que se llevaron a cabo dentro del coche (…) por eso se buscó junto al Dr. Guido Berro otras señales de forzamiento pero no fueron encontradas. Lo que manifestó el Sr. Sapelli fue que las relaciones sexuales fueron fugaces y ‘no satisfactorias’, esto fue dicho ante mí (Dr. Monzón), el Inspector Suárez de Investigaciones, ante el Dr. Walter Carmona por el Sr. Sapelli» y luego continúa «…Cuando el Sr. Sapelli manifestó haber mantenido relaciones sexuales con la fallecida en su coche» (fs. 398 y 398 vta.)

Pero luego el Sr. Sapelli cambia su relato a que entraron a su casa y se quedaron en el living, donde corrieron una mesita y mantuvieron relaciones sexuales, y sus palabras textuales son:

«nosotros nos sentamos en el living, en el sofá, empezamos a acariciarnos, nos sentamos en la alfombra e hicimos el amor, ‘fueron normales’ (…) «. (fs. 37 del 4 de enero de 1992).

La pregunta que uno se hace es cuál de las dos versiones creer, y sobre todo ¿cuál es la razón de Sapelli para mentir?

Siguiendo con su relato, dice que siendo las 8.00 hs. Ana Miller abandonó su casa (la casa de Sapelli), aparición previa de la Sra. Lilian Frederick (madre de Sapelli), quien según sus declaraciones: ¡¡no vio a la Srta. Miller en el living de su casa!!, se realizó una reconstrucción en la casa de la familia Sapelli el día 17 de setiembre de 1992, en la cual quedó claramene demostrado que es imposible que la Srta. Miller estuviese presente en la casa de Sapelli y la señora Sapelli no la hubiera visto (fs. 531, 532, 533, 534, 535, 536, 537).

Continúa el artículo del «pasquín» con una frase «conmovedora» diciendo:

«El novio no podía saber que sería el último en verla con vida y por eso tuvo que pagar un precio demasiado alto», ya que «Para la policía, por lo menos, una duda razonable, lo convertiría en el principal objetivo de las sospechas»

Me parece «increíble» que se diga que la policía por el simple hecho de que fuera la última persona que la había visto con vida lo convirtiera en el sospechoso principal.

Si yo les enumerara cada uno de los elementos que los policías vinculados al hecho manejaron en su momento creo que no me alcanzarían varios días para explicarlos; pero digamos algunos de ellos.

Sapelli dice haber mantenido relaciones sexuales y haber eyaculado, pero en la autopsia y en el examen de las prendas íntimas de Ana Miller «no se encontraron rastros de semen» (Ing. médico fs. 124, 151 y 201) y cabe acotar que según el relato de Sapelli, él no usó preservativo.

Luego se le pregunta durante una de sus declaraciones si Ana Miller tenía puesta una toalla higiénica y el Sr. Sapelli contestó enfáticamente que no.

Pero creo que el expediente puede ser aún más claro:

«Es de significar que en cuanto a las contradicciones de la persona de Hugo Sapelli consisten en que el mismo cambió radicalmente la narración en cuanto a la forma en que se llevó a cabo el acto sexual, (…) asegurando que su novia en la oportunidad no portaba ningún adhesivo lo que posteriormente se comprobó que sí al enviar a Prefectura Nacional Naval, un adhesivo encontrado junto a las ropas de la occisa. No da explicaciones convincentes (Sapelli) en cuanto a la mancha de sangre encontrada detrás de la lengua de su mocasín derecho, reconociendo sí ser de sangre (…) Otro hecho resaltable es el del paraguas que el mismo expresó haberle prestado a su novia un paraguas de hombre, siendo que en su casa habían varios de dama, y el que él menciona era poco utilizado en la familia dado que era un recuerdo del abuelo»,

Cabe agregar además, que en momentos en que el referido Hugo Sapelli, se encontraba en el local de la Seccional 14 de Policía de Montevideo, posteriormente al hallazgo del automóvil, realiza desde allí una llamada telefónica al parecer a familiares, oportunidad ésta en que el Agte. de 2ª clase de dicha repartición José Homero Suárez, escuchó dicha conversación, y más aún cuando dicha persona no sabiendo a quien se dirigía le expresaba textualmente «saquen eso de ahí. Pueden ir a revisar». Interrogado el Sr. Hugo Sapelli sobre este hecho expresó que «efectivamente llamó a su domicilio hablando con su madre y le pidió que le alcanzara ropa para cambiarse, siendo eso todo lo que conversó«.

Todo lo anterior (citado textualmente en letra cursiva) es parte del extenso Memorándum Nro. 1/92 hecho el día 4 de enero de 1992 y elevado a la Justicia con los elementos que llevaban a sospechar del Sr. Hugo Sapelli (fs. 17, 18).

Por otra parte en el informe médico forense se determina que Ana miller fue asesinada a las 07.00 hs, para ser más claro veamos lo que dice el Sr. Dante Monzón en su informe protocolar de autopsia:

«la consideración tanatológica se estimará en un lapso de 6 a 8 hs. (fs. 125) o el Dr. Guido Berro Rovira en su declaración Judicial, efectuada en la ciudad de Pando el 16 de junio de 1992 dice así: «la muerte databa al momento de iniciar el peritaje de alrededor de unas 18 horas, con un margen de error de una hora más o menos (margen de error habitual); esto nos retrotraía a que la muerte había sido el 1º de enero de 1992 entre las 6 y las 8, ese sería el más probable, ya que el cálculo que hicimos fue de las «7 de la mañana» (fs. 421).

Si Sapelli asegura que estuvo con ella hasta las 8 de la mañana esto nos dice que él estuvo junto a Ana Miller al momento de su muerte, que según los médicos, como leyeron –ut supra– fue entre las 6 y las 8.00 hs. AM.

Pero ahora voy a pasar a lo más sorprendente de todo; algo que le han escondido a la gente con cinco llaves, secreto que hasta ahora se ha mantenido oculto a capa y espada.

Ustedes recordarán las imágenes en toda la prensa del Sr. Sapelli y su abogado el Dr. Amadeo Otatti, exponiendo públicamene que se había hecho la prueba del polígrafo y de la hipnosis y que se había demostrado la inocencia del Sr. Sapelli.

¡¡Esto es mentira!!

La verdad es que el Sr. Hugo Sapelli se prestó en dos oportunidades a ser sometido a la prueba del polígrafo, esto fue voluntariamente y además con el visto bueno de la justicia uruguaya.

Pero: ¡qué sorpresa se llevaron todos al quedar dem
ostrado que el Sr. Sapelli «no sería tan inocente» según surge de esta prueba efectuada por personal del FBI del cual les transcribo algunos elementos:

«Ampliando oficio nro, 71/92 de fecha 8 de febrero de 1992, comunico a usted que fueron sometidos previo a su consentimiento al aparato denomiando «polígrafo» varias personas relacionadas con el homicidio de Ana Luisa Miller Sichero estableciéndose por parte del Experto de la oficina federal de Investigaciones de los Estados Unidos de Norte América que la practicó (agente James K. Murphy, jefe de la unidad de polígrafos, división de laboratorios del FBI, Washington, DC), que el Sr. Hugo Roland Sapelli Frederick ‘estaría mintiendo'» en las respuestas ofrecidas a la: preguntas que se detallan:

1º) Después de salir del Club Old Christian’s el 1 de enero de 1992 estuviste en Solymar.

Respuesta de Hugo Sapelli: «No»

2º) Estuvo en Solymar el 1º de enero después de salir del Old Christian’s.

Respuesta de Hugo Sapelli: «No»

3º) Mató usted a Ana Luisa Miller.

Respuesta «No»

4º) Fue usted quien mató a Ana Luisa Miller.

Respuesta: «No»

5º) Participó de alguna manera en el homicidio de Ana Luisa Miller.

Respuesta: «No»

6º) Al salir del Old Christian el 1º de enero manejó usted el auto de Ana Miller.

Respuesta: «No» (En esta última pregunta el polígrafo no le indica que fuera mentira).

Cabe acotar Sr. Juez que la prueba le fue efectuada en dos oportunidades los días 13 de febrero de 1992 y 28 de marzo de 1992, adjuntando las consecuencias de voluntariedad del Sr. Sapelli para ser sometido a las mismas» (fs. 426 y 427).

Con respecto a la prueba de hipnosis ésta no dio resultado alguno y ahora de acuerdo al expediente, sabrán el por qué:

«El día martes 12 de los corrientes, en horas de la tarde, el Sr. Jefe de Policía, recibe un llamado telefónico de parte del Dr. Otatti, expresándole que el Sr. Hugo Sapelli se ofrecía en forma voluntaria, para que se lo hipnotizara. Concurriendo ambos el día 14 de mayo y estando presente también el Sr. Jefe de Policía, el Sr. Puentes no logró hipnotizarlo. Solicitando el Dr. Otatti y el Sr. Sapelli, para intentarlo al día siguiente, cosa que se realizó, pero tampoco logró hipnotizarlo en su totalidad y como el Dr. Otatti tenía que viajar al interior, insistió en intentarlo el día siguiente a la hora 18.00. Pero el día sábado en horas de la mañana, se recibe un fax de ese juzgado, expresando Usted, que no autorizaba ese medio de indagar testigos. El Sr. Jefe de Policía ordenó que no se llevara a cabo, lo de la tarde del día sábado». (fs. 376)

Como podrán ver el Sr. Sapelli «tampoco pasó» la prueba de la hipnosis.

Ahora sigamos adelante, según el artículo de Carlos Lemos yo estaba estacionado esperando

«Dentro de su vehículo, Pablo Goncálvez midió con precisión de láser todos los movimientos de la chica y en un instante de descuido «descendió» como un rayo y se le abalanzó».

Sería bueno saber de dónde sacó eso ya que ni siquiera en las declaraciones preparadas por los policías que me obligaron a firmar bajo tortura dije eso.

Pero para colmo «el pasquín» continúa embarrándola diciendo:

«En menos de dos minutos estaba atada con el cinturón de seguridad de un auto que no era el suyo».

¡Otro disparate! Ya que está plenamente probado que la Srta. Miller fue asesinada en su propio auto, y más adelante sigue insistiendo de que era «mi»auto.

«…recorrió 5 minutos en «su» auto hasta llegar a la rambla, frente al Casino Carrasco».

Ya va otra, de la casa de la familia Miller hasta el Casino Carrasco hay tan solo 5 cuadras y no 5 minutos, pero reitero esto no figura en ningún lado del expediente más que en la imaginación de Carlos Lemos.

Ahora llegamos a la parte de este artículo según el cual quise someter a la infortunada joven; me pregunto ¿de dónde salió todo eso?

Pero queridos lectores, esto sigue:

«Con pasmosa frialdad encendió nuevamente el motor y puso en marcha el auto con el cadáver de Ana Luisa a su lado. Llegó incluso a tocar la bocina un par de veces, saludando a otros qutos que circulaban en sentido contrario y hacían cambios de luces saludando el advenimiento del 1º de enero de 1992″.

Si eso no lo declaré yo quién pudo decirlo. Sigo insistiendo que este Sr. debe estar un poco mal de la azotea y no sé de dónde sacó este sumun de disparates.

«Cuentan»

Más adelante el artículo prosigue: «Mientras veía pasar a su alrededor decenas de pOtrullas policiales, cuentan que un día el joven se acercó a una vecina y le preguntó ¿por qué tanto alboroto, qué está pasando?»

Me gustaría que este señor me pueda probar con nombre y apellido la persona a quien supuestamente se lo dije, ya que un verdadero periodista no puede basarse en «cuentan».

Todo falso Hasta aquí los principales «pequeños errores» respecto al caso de la Srta. Miller, ahora pasaremos: a los disparates en cuanto al homicidio de Andrea Castro.

Según él los cabos empezaron a atarse porque la joven había sido vista por última vez en una boite de la zona de Carrasco, bailando con un joven que nadie pudo dar su descripción.

Si deseó hacer de este artículo una pequeña novela no debió haberlo hecho a mi costa

Volviendo atrás, esto también es totalmente falso ya que está probado a fojas 43, 44 del expediente, que Andrea Castro bailó con un joven que está plenamente identificado, con nombre y apellido: Alejandro Daniel Ottonello Rodríguez esto fue corroborado por varios testigos y por el propio Ottonello (fs. 44 y 200).

Andrea Castro

«Esa noche Goncálvez se acercó a Andrea y luego de tomar unos tragos la invitó a dar una vuelta en su automóvil. La mente criminal del individuo dio un paso más osado en esta oportunidad, porque no solamente «abusó sexualmente» de ella sino que «la extranguló con la corbata de su padre. Sin embargo ese iba a ser su primer error».

En ningún lugar del expediente aparece que yo tomé unos tragos y luego la invité a dar una vuelta en mi auto. Lo que sí existe en el expediente son declaraciones de testigos que se encontraban en la puerta de la discoteca y que dicen que Andrea Castro salió con un joven de pelo largo, con una campera de jean color claro, con coderas marrones y pelo castaño claro, lacio largo hasta los hombros, de unos 17 o 18 años (fs. 39).

«ví a la menor Andrea Castro colocarse un casco de moto y subir a una moto negra grande como las que se usan para hacer cross, no pudiendo distinguir rasgos físicos de quien conducía» (fs. 33, 54)

Pero además hay que tener en cuenta que todos los testigos que vieron a Andrea retirarse me conocen y Ninguno dijo que Andrea se «fue con Pablo Goncalvez» sino que por el contrario hacen la descripción de esa persona.

Pero viene ahora una de las cosas más increíbles de todo este artículo:

¿No recuerda Carlos Lemos que ninguna de las tres chicas fue violada? (fs. 122, 124, 133, 134, 254, 127)

Según consta en la autopsia de Andrea Castro: «Ausencia de violencias sexuales agudas y desfloración antigua» (fs. 254-127)

Pero sobre todo que Andrea Castro no fue estrangulada con la corbata que apareció atada floja a su cuello, como si fuera un adorno cuando fue desc
ubierto el cuerpo, según consta en el expediente «Andrea Castro murió por inhibición, el cuello es asiento de centros reflexógenos cuya irritación puede provocar paro respiratorio» (fs. 134 autopsia realizada por la Dra. Beatriz Balbela).

En cuanto a que la corbata era de mi padre esto es falso y nunca fue probado tal punto, se realizaron muchas pericias y no se pudo llegar a afirmar que fuera así (fs. 420).

El testigo

A continuación, el «pasquín» habla del famoso y único testigo que inventaron en el caso Andrea Castro y dice así:

«Embriagado de impunidad el asesino dejó el cuerpo sentado a su lado, se detuvo en una estación de servicio de la interbalnearia y cargó nafta. Ese fue su segundo error».

La verdad es que las declaraciones de este «testigo estrella» de la policía cayeron por tierra al no coincidir sus declaraciones en nada con los hechos probados en el expediente, este testigo declaró que «nos vio» a las 23.30 hs. de esa noche. Pero la sorpresa es que a esa hora yo estaba en una fiesta en un barco atracado en el puerto, junto a cientos de personas y con diez amigos y amigas; amén de que Andrea estuvo en la discoteca «England» bailando hasta las 5.00 AM delante de cientos de personas. En segundo lugar dice que nos vio en un auto Ford Escort de color blanco siendo que el auto de mi madre era verde inglés. (fs. 637)

En tercer lugar no coinciden ni la descripción física de Andrea ni sus ropas. La pregunta es ¿quién estaba en «England» bailando si Andrea ya estaba muerta según el testigo? O lo que realmente importaría más ¿quién indujo al testigo a acusarme y lo introdujo en la causa?

La Fiscal Dra. Ofelia Grezzi en su momento dijo: «Roberto Eriarte Silva (fs. 505 y reconstrucción del 17/8/95) no tiene virtualidad alguna, es un testigo de buena fe que evidentemente padeció error en el reconocimiento de Gonçalvez».

Por lo tanto es un error garrafal poner en ese artículo que fue «mi» segundo error (valga la redundancia).

Luego el artículo continúa:

«…antes de despedir al periodista y permitir el ingreso de los 5 mejores detectives de toda la Policía Nacional».

Con respecto a esos, fueron más de 5 los «mejores»detectives que se mencionan en el artículo, tres ya han sido dados de baja luego de sendos sumarios, uno está haciendo custodia en la puerta de la jefatura de la calle San José a donde fue enviado luego de otro sumario quizás no tan «gordo» que ameritara su baja, pero sí el descenso en sus funciones; el Jefe del grupo, es el único que mantiene su jerarquía a pesar de haber sido procesado con prisión por la jueza Dra. Cecilia Schroeder, por infringirle torturas (como las que yo recibí y denuncié) a personas ligadas a un caso muy sonado de homicidio; si bien luego fue sobreseído por un tribunal de apelaciones, a muchos les ha quedado una duda razonable y a mí la certeza de que es culpable de apremios físicos a esas personas, ya que sin conocernos de ningún lugar ese indagado y yo, sin haber tenido contacto alguno, nuestras denuncias de apremios físicos son idénticas, un calco, en la forma, los implementos, etc.

En cuanto al policía considerado por todos mano derecha de este jefe, el ex sargento Milton Coito, ha estado preso gran parte de estos años por robo de autos, contrabando, extorsión, torturas, etc. casualmente cuando fue citado a declarar en mis causas, «desapareció no pudiendo» la policía encontrarlo para que se presentara a declarar.

Pero años después que fueran sobreseídos el ex sargento Coito y su jefe el en ese entonces comisario José Felisberto Lemos Pintos, alias el «Beto», en una entrevista realizada por el programa de canal 12 «Agenda Confidencial» el mismísimo ex sargento Coito dijo…

«Â¡Tortura no! sólo el submarino».

Sgto. Coito –Si hablamos de submarino. Sabes por qué, porque el submarino existe sabes para qué, para demostrar o para comprobar si verdaderamente él era el autor.

Periodista –¿Tu decís que le hiciste el submarino a Carmona para que dijera dónde estaba el cadáver y estaban presentes jerarcas de la Jefatura?

Sgto. Coito –Sin lugar a dudas. Esa iniciativa quién la va a tomar.

Periodista –¿Por qué si las autoridades de Jefatura estaban presentes cuando vos le hiciste el submarino, por qué no lo reconocen si gracias a eso obtienen el lugar dónde está el cadáver? ¿Por qué no lo aceptan?

Sgto. Coito –Porque quieren hacer supuestamente en el Juzgado el «fruto del árbol envenenado».

Periodista –¿Qué es el fruto del árbol envenenado?

Sgto. Coito –Que toda confesión que se saque bajo presión deja de ser confesión. Entonces eeeh…

Periodista –¿Eso fue lo que te dijo el abogado?

Sgto. Coito –No, no, no… eso fue lo que se manejó… decían que esteee….

Periodista –Que si tu aceptabas haberlo torturado…

Sgto. Coito –¡¡No torturado!!!

Periodista –Bueno «el submarino», que si tu aceptabas haberle hecho el submarino, caía todo el expediente.

Sgto. Coito –Cala todo el expediente y se iban en libertad.

Creo que está por demás claro cuáles eran los métodos de interrogatorio que se aplicaba a los detenidos por ese grupo compuesto por los «mejores detectives».

«Ma. Victoria Williams»

Luego el autor del artículo continúa con sus fantasías diciendo que Ma. Victoria Williams también había sido extrangulada. Lo cual es falso, la Srta. Ma. Victoria William según las pericias falleció por obstrucción de sus vías respiratorias.

En ningún lugar del expediente dice que haya sido extrangulada. Luego de esto el artículo sigue en su éxtasis de sangre y morbo, diciendo que por descarte:

«de todos los perfiles sicológicos estudiados quedó sólo el de Pablo Gonçalvez, pero pronto se enterarían que había viajado a Porto Alegre».

Otra gran mentira; mi nombre no aparecía para nada y está documentado y declarado por el propio Comisario Lemos que no me tenían como sospechoso, ya que no existía ninguna prueba en contra mía.

Pero son más elocuentes las palabras del propio comisario José F. Lemos:

«Yo creo que si Pablo Gonçalvez hubiera sido otro tipo de indagado que simplemente se hubiera limitado a negar su participación, muy difícil hubiera sido poder determinar su vinculación, pero siempre tuvo la pretensión de contestar a las preguntas policiales hasta que llegó el momento que sus argumentos aparecieron ridículos razón por la que decidió confesar la verdad» (fs. 781)

Bah, esto no se lo cree nadie.

Recuerden: «Tortura no, sólo submarino»… Y con respecto a que de pronto «se enterarían que había viajado a Porto Alegre» también es falso; el día 12 de febrero de 1993 fui citado a la Seccional 14ª donde mantuve una entrevista con el subcomisario Antonio Alberto Barroso y el entonces Sargento Milton Coito. En la misma me preguntaron por dos conocidos míos que aparentemente serían sospechosos. Les respondí a todas las preguntas y les informé que ese mismo día me iba a Porto Alegre, le di la dirección de allá y les informé que en 15 o 20 días regresaba al país a buscar el resto de mis pertenencias.

Esto lo confirma el subcomisario Barroso quien dijo:

«es verdad lo que dice Gonçalvez respecto a que nos conocíamos de antes y que yo sabía que él se iba a viajar a Brasil» (fs. 763 vta.)

Prosigue el «calumnista» diciendo:

«A los pocos días regresó tan campante en un ómnibus del transporte internacional. Leí
a un libro cuando el vehículo pasó la frontera y el equipo de los 5 investigadores le cayó encima».

En primer lugar no fue «el grupo de los 5″ el que me cayó encima, sino un grupo de cuatro funcionarios de la Seccional 14ª de Montevideo, los cuales me «secuestraron» y este delito está probado.

Pero volviendo a que venía muy campante leyendo un libro, claro que es cierto. Cómo no voy a venir lo más campante si yo «soy inocente», y al recibir una llamada de mi abuela decidí venir a presentarme ante la Justicia para aclarar mi situaciáon y dejar en claro «mi inocencia».

Piensen que yo estaba fuera del país, en Brasil, con bastante dinero ya que iba a comprar la mitad de una estación de servicio, sumado a que hablo fluidamente el portugués.

¿No creen que si fuese culpable hubiese desaparecido?

No, por el contrario, como una persona de bien vine a aclarar mi situación ante la Justicia, con toda la tranquilidad que un «hombre inocente» puede tener.

Pero volviendo a «le cayó»encima, ese término tal vez sea lo único correcto del artículo; «me secuestraron» ya que ningún Juez de la República Oriental del Uruguay dictó orden de captura contra mi persona, ni tenía conocicmiento de que yo fuese sospechoso por algún delito y como la Constitución de la República dice claramente que nadie puede ser detenido sin orden Judicial salvo flagrante delito, está más que probado que fui «vilmente secuestrado» por estos policías.

Así es como se inició este calvario que vivo desde hce años que para mí y mi familia parecen siglos.

Este maravilloso equipo «tenía que encontrar un culpable» , fuera como fuera ya que tambaleaban no sólo sus puestos sino el del entonces ministro del Interior, Juan Andrés Ramírez, pretendiente en ese momento a la presidencia de la República, la Cámara de Representantes estaba estudiando un llamado a sala y estaba sufriendo una fortísima presión de la asociación creada por los familiares de víctimas de homicidios no aclarados.

«El famoso basural de la calle Shaw»

Continuemos con el artículo:

«…y a las 4 de la madrugada del día siguiente, sin derramar una lágrima les dijo a los policías dónde podían encontrar las pruebas de sus crímenes».

Qué maldad realmente, ¡si ustedes supieran cómo lloraba y rezaba mientras era brutalmetne torturado y vienen a decir que no derramé una lágrima!

Pero volvamos a lo que dice el «pasquinero» Lemos que es muy interesante. Si yo confesé a las 4.00 AM y tomando en cuenta que fui secuestrado a las 0.00 AM esto nos da que llevaba «28 horas» de detenido e interrogatorios (mejor dicho de secuestrado y torturado) lo cual es totalmente «ilegal» ya que el plazo legal es de 24 horas.

Volviendo al expediente que es muchas veces más ilustrativo yo jamás les dije dónde estaban «las pruebas de mis crímenes» ya que no cometí crimen alguno, pero veamos lo que dice el comisario Lemos al respecto, en un momento del careo mantenido con él le dije:

«El… me gustaría que él (Crio. Lemos) nos explicara por qué razón yo dije que esas cosas estaban ahí. ¿Cómo hizo él que yo confesara eso, me refiero a la «metodología» que él utilizó?» (fs. 780).

¿Saben que el comisario «no contestó» a la pregutna, salió con otra cosa y hasta el día de hoy estoy esperando que él conteste?

Pero me olvidaba de decirles que las cosas que se encontraron «casualmente» estaban en un basural que hasta en las fotos tomadas por la policía técnica se ve, fue limpiado en más de 6 oportunidades por la IMM (Intendencia Municipal de Montevideo), entre el día en que yo las habría arrojado y el día en que las encontraron. Según el informe de la IMM es imposible que esa bolsa haya quedado ya que lo limpiaron todas esas veces y su metodología es que una pala mecánica levanta lo grande y el personal a pie levanta lo que va quedando en el piso (fs. 675). Además, y esto es sumamente importante, el basural era vigilado en aquel entonces por un servicio 222 (vigilancia policial contratada las 24 hs). Si yo arrojé las prendas, ¿cómo pudo no verme el funcionario policial a cargo de dicho servicio?

Pero lo más sorprendente de todo es que a raíz de un periodista nos enteramos y luego confirmamos, y es que el «famoso» comisario Lemos vive en la calle Pedro Piñeyrúa 4910 esquina Besares a cinco escasas cuadras del basural donde fueron «encontradas» las pruebas, por lo tanto conocía muy bien el basural…

Prosiguiendo unas líneas más abajo el artículo dice:

«Pese a ser procesado también por el asesinato de Ana Miller, el caso era distinto, porque la carga de la prueba era menor»

Esto es totalmente falso. Yo fui procesado por el homicidio de Ana Miller, recién el 01/09/93, o sea que esto sucedió sorpresivamente 6 meses después de estar privado de mi libertad.

Tal vez ustedes deberían preguntar por qué no enseguida…

Apareció sorpresivamente un testigo

Continúa el artículo diciendo que:

«De allí en más se mezclaron hipótesis de las más variadas índoles hasta que apareció sorpresivamente un testigo».

Este testigo no apareció «sorpresivamente» como trata de hacerlo ver este periodista, sino que por el contrario este testigo Juan Andrés Pintos Zamora apareció el día 3 de enero (dos días después del homicidio de Ana Luisa Miller) presentándose ante las autoridades y es más, es un testigo que todo lo que dice se ve corroborado por distintos elementos y pericias.

Hasta el punto que el mismísimo ex ministro Juan Andrés Ramírez en su declaración en el Juzgado Penal de Pando con fecha 26 de noviembre de 1999 (hace tan solo unos meses) le es preguntado:

«A su juicio la versión de Pintos (Zamora) era creíble? y él contestó «Sí, era creíble, se me ocurre que fue un hombre que vivió ese episodio, lo vio con cierto impacto, se cansaba cuando lo relataba, mi impresión es que el episodio lo vivió y quiso hacer una contribución a la verdad». (fs. 1099)

Y sobre todo el columnista periodista delincuente miente al decir:

«El testigo no tuvo más remedio que admitir que pudo haber visto cualquier cosa. Pidió disculpas porque aunque la vista no le daba para muchos, su intención era ayudar».

Como les dije anteriormente esto es totalmente falso ya que hasta su última declaración hecha en el Juzgado de Pando con fecha 22 de noviembre de 1999 dice:

«Yo al hombre lo veo corriendo alrededor del auto y no tengo dudas que el hombre es Sapelli». (fs. 1085)

O sea que sigue afirmando y jurando que a quien vio fue a Hugo Sapelli y a la Srta. Miller.

El Sr. Pintos Zamora no se ha equivocado y mucho menos ha pedido disculpas por nada.

«Las declaraciones más frescas»

En cuanto a lo que dice la Fiscal de Pando que tuvo «las declaracioens más frescas, las más creíbles (sobre el caso Miller), la Dra. Ana Merello de Fuentes dice así:

«Los informes periciales son contestes en punto a que la muerte ocurrió entre las 6.00 a 8.00 del 1º de enero de 1992 siendo probable situar el suceso como ocurrido a las 7.00 hs» . (fs. 230)

Luego agrega:

«A partir del momento señalado (hace referencia a «la separación de Ana Miller y Sapelli del resto de amigos al retirarse del Old Christian’s a las 6.30 hs.), se torna difícil reconstruir con certeza aproximada, la actividad de la víctima, previa a su mue
rte, al igual que la de Sapelli, sobre quien recae como se verá, fundadas sospechas.»
(fs. 230 vta.)

Más adelante continúa:

«Ubicó (Sapelli) ese momento en todas sus primeras declaraciones, entre las 07.15 y 07.30 del 1/1/92, para admitir finalmente como posible que Miller se hubiera retirado alrededor de las 8.00 hs». (fs. 377 fs. 230) Desde ese momento, el indagado refiere haberse acostado en su dormitorio. No surge que hubiera mantenido ningún diálogo con su madre, anotándose la contradicción en sus dichos, al afirmar en su primera declaración policial que se había duchado antes de acostarse, lo que no confirma posteriormente en sus deposiciones judiciales». (fs. 4, fs. 607 vta.)

La Fiscal culmina esta parte de su exposición diciendo:

«Ello en síntesis, es su versión, que como se verá no es corroborada en lo esencial, por los restantes elementos de prueba incorporados al presumario». (fs. 607 vta.) «Tales son las particularidades del caso que el ulterior sospechoso, fue post-suceso, quien actuó en comprobaciones trascendentales. Fue de los primeros en llegar al lugar en que se encontró el automóvil, fue quien reconoció a la víctima, colaborando con los investigadores policiales en las primeras diligencias y naturalmente recibiendo información sobre el avance de las mismas» (fs. 608) Luego hace referencia a las pruebas así: «Se cuenta con un testimonio que no ofrece aspectos dubitables, que informa, que ha visto un automóvil»… el resto ya lo saben.

Temporalmente el testigo la ubica con razonable precisión en el entorno de las 6.30 hs. La credibilidad de tal testimonio, se ve reforzada tanto por la hora, al ser posible la presencia de la víctima en el lugar, en el momento en que el testigo la observa, como por el hecho del hallazgo del cuerpo a escasos metros del lugar, todo lo que coincide con las apreciaciones de los peritos en cuanto a que la muerte se produjo en el automóvil y alrededor de las 7 hrs.», y continúa la fiscal Merello:«Naturalmente lo anterior nos lleva a una conclusión inevitable, Hugo Sapelli es mendaz, su versión no cuenta con un razonable respaldo probatorio. No pudo la víctima estar en su casa y en Solymar al mismo tiempo». (fs. 609)

En resumen diré que en estos tres expedientes no hay un solo testigo, ni una prueba legal en mi contra, sino todo lo contrario en el caso de la Srta. Miller como ya vimos anteriormente está el testigo de la playa de Solymar.

En el caso de la Srta. Williams existe un testigo que ese grupo de policías «tan buenos» trataron de ocultar el que denunció en 2 oportunidades diferentes en una seccional y luego en la propia jefatura y que a su vez se lo comunicó personalmente al día siguiente a la propia familia Williams en su domicilio de la calle Lieja, que había visto con vida a Ma. Victoria a las 17.00 hs. del día en que supuestamente yo la había matado a las 7.00 hs. AM (fs. 543 a 546) y en cuanto a Andrea Castro jóvenes que estaban en la puerta de «England» e incluso la vecina de la «boite», todos ellos me conocían muy bien y «nadie» dijo «Andrea se fue con Pablo en un auto verde».

Para terminar, el título del artículo «Nacido para matar», ningún hombre ni mujer ha nacido para matar, nacemos para vivir con la mayor cantidad de felicidad, para dar, para amar, para crecer…

Pablo«.

 

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