Confirman que fue homicidio la muerte del presidente del Banco Ambrosiano

El crimen del "banquero de Dios" y la conexión uruguaya

Era un secreto a voces, que viene a confirmarse con 21 años de retraso: los tribunales romanos concluyeron la investigación sobre la muerte de Roberto Calvi, el «Banquero de Dios», asegurando que fue asesinado por orden directa de la mafia siciliana. Y aunque el homicidio ocurrió en 1982, sus connotaciones aparecen relacionadas con la debacle nacional e incluso con la más reciente crisis bancaria argentino-uruguaya.

Roberto Calvi, un modesto empleado del Banco Ambrosiano, alcanzó nada menos que la presidencia de la institución, aventurándose entonces a comprar el control de la mayor institución crediticia privada italiana.

Acompañado por el arzobispo norteamericano Paul Marcinkus, presidente del Instituto para las Obras de Religión (el «banco» del Vaticano), coordinaron la creación de sociedades financieras en islas del Caribe, adonde enviaron cientos de millones de dólares. La especulación con divisas prosperó para ambos, pero tendría un final desastroso: la bancarrota del Banco Ambrosiano, con un tendal de 1.300 millones de dólares.

El reclamo de los ahorristas tenía, además, algunos reclamantes difíciles de conformar: Calvi, había «lavado» dineros de la mafia siciliana y de la camorra napolitana. A la hora de los avales, el arzobispo Marcinkus, quien había firmado cartas que cubrían la solvencia de las financieras, se retractó de las mismas.

 

La Logia P2

Calvi busca desesperada salvación y no precisamente celestial. Apunta a la Logia P2, con cuyos jerarcas había mantenido negocios multimillonarios, inclusive en estas latitudes. Pero el «Venerable Maestro» de la orden, Licio Gelli, y su socio Umberto Ortolani, tampoco podrían ayudarle ya: habían encontrado refugio en Laguna del Sauce, en Punta del Este.

Calvi entonces huye a Londres, donde aparece ahorcado bajo un puente. Increíblemente los pronunciamientos judiciales británicos e italianos coinciden: suicidio. En tanto los familiares aducen que habría sido imposible para el rollizo Calvi, de 62 años, colgarse de un andamio bajo el «Puente de los Monjes Negros»… con los bolsillos llenos de ladrillos. Algo apto, a lo sumo, para trapecistas.

Pero esa fue la versión oficial que resistió veintiún años. Ahora, la historia cambia: los fiscales notificaron por «homicidio agravado y premeditado», a cuatro acusados, uno de ellos ya en prisión. Los magistrados dicen que Calvi fue estrangulado en un obrador cercano al puente, llevado en bote hasta el andamio, donde lo colgaron, a la vista del primero que pasara.

Así, la muerte de Calvi «cerró» buena parte de la investigación en el mayor escándalo financiero en la Italia de posguerra. Días después, las negociaciones emprendidas por el cardenal Agostino Casaroli con los acreedores del Banco Ambrosiano salvaron al Vaticano, que pagó 258 millones de dólares evitando una cadena de denuncias judiciales a nivel internacional.

 

Conexiones rioplatenses

A Uruguay, las ramificaciones de aquel castillo de naipes financiero llegaron de la mano de Umberto Ortolani, accionista principal del Banco Sudameris, quien se refugió en Punta del Este. Coincidente con la línea de operaciones de la familia Peirano, continuó adelante con la institución así como con otros negocios financieros, todo polarizado en el aristocrático Club del Lago. Aún las autoridades económicas italianas buscan determinar con exactitud los giros y transferencias que se combinaron con nuestro país.

También en el Club del Lago fue detectado Licio Gelli, aunque el requerimiento de captura internacional para este último jamás habría hecho posible su aparición pública. El legado de Umberto Ortolani, fallecido en 2002, se mantiene aparentemente incólume: su hijo es abogado del grupo Peirano, interlocutor válido para los ahorristas que a la fecha buscan recuperar sus dineros.

Otro de los misterios que las actuales investigaciones podrían develar, es el de los nexos con Argentina durante la Guerra de Malvinas, así como las eventuales triangulaciones de fondos con nuestro país. Roberto Rossone, número dos del Banco Ambrosiano antes de la quiebra, confesó que el presidente Calvi, junto a Licio Gelli y la Logia P2, habían ayudado a la dictadura argentina durante la Guerra de Malvinas. Autoridades de la época conformaban una filial argentina de la orden. Es así que el almirante Emilio Massera y el general Carlos Suárez Mason negociaron con Calvi y Gelli, a través del Banco Andino de Lima, la compra de más misiles Exocet para combatir a los británicos en el Atlántico Sur. Pero el contraespionaje inglés conocía la negociación con los traficantes de armas y se aseguraron de que los misiles franceses jamás llegaran a manos argentinas. Así, algunas fuentes aseguran que el espionaje británico le «cobró» a Calvi su apoyo financiero a Argentina. Curiosamente, el cuerpo del ahorcado aparecería bajo un puente pintado con los colores de la bandera argentina, en pleno Londres, apenas días después de concluir la guerra de Malvinas. *

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