Uruguay y las misiones de paz
Las profundas contradicciones internas del partido de gobierno afectan a Uruguay en temas esenciales. Se trata ahora de la participación de nuestras fuerzas armadas en la misión de paz de Naciones Unidas en Haití.
A esto se acumula la requerida autorización parlamentaria para la participación de Uruguay en las maniobras navales conjuntas denominadas Panamax 2007. Para este asunto también el recurso político oficial es el eufemismo. Se envía un buque de la armada nacional para la zona de maniobras, pero va en camino sólo autorizado bajo el pretexto provisorio de relevar y aprovisionar a nuestras fuerzas en Haití.
Mientras tanto, se maniobra con urgencia dentro del partido de gobierno, para lograr los votos que autoricen estas maniobras militares conjuntas.
¿El ROU-04 General Artigas, con sus 118 metros de eslora y sus casi 4.000 toneladas de desplazamiento, llevará para nuestras tropas en Haití provisiones para los retaceados ciento cincuenta días votados por el partido de gobierno en el Parlamento, o cubrirán las necesidades de todo un año de misión como lo solicitara encarecidamente el Poder Ejecutivo y además irá equipado para participar en las maniobras navales Panamax 2007 a realizar con la Marina de los Estados Unidos y otros 31 países desde fines de este mes de julio por las dudas?
Por la magnitud de esas contradicciones internas, los apurados mensajes del Poder Ejecutivo llegan al Parlamento al filo de los plazos.
En una clara demostración de fuerza, sectores de su propio partido, una vez más le cambiaron la plana al poder ejecutivo, y la misión de un año en Haití encarecidamente solicitada por el gobierno, quedó por ahora reducida a ciento cincuenta días.
En medio de este forcejeo estratégico-internista, quedan las fuerzas uruguayas en Haití, los sufridos haitianos y la ONU, todos en espera que se analice por el frente amplio un tema más que conocido y analizado, mientras y por si fuera poco, una comisión de Diputados viajará a Haití para informarse antes de resolver. ¿Por que no se tiene confianza en lo informado por el Poder Ejecutivo que «encareció» la aprobación de la misión por otro año?
En nuestra opinión es el Poder Ejecutivo quien tiene los medios, la información de los mandos militares en el lugar de los hechos, al personal diplomático y a los representantes ante ONU, como para saber lo que pasa en Haití. Por esa razón defendí y voté con convicción la prórroga por un año más de la misión, tal como venía solicitado.
Parece olvidarse que quien pide desesperadamente la permanencia de estos contingentes de paz de las Naciones Unidas es el propio presidente de Haití democráticamente electo, ante el desborde en que se encuentra la protección de derechos humanos esenciales de miles de haitianos y de la propia institucionalidad del país.
Fue en vano recordar en sala que las misiones de paz son compromisos asumidos por el estado uruguayo, en este caso con las Naciones Unidas y con Haití, que solo pueden dejarse por el camino cuando la ONU da por finalizada la misión de paz, o a juicio de Uruguay han cesado las circunstancias que dan mérito a la presencia de los efectivos, o si el gobierno de Uruguay concluye en que ya no tiene la capacidad de cumplir con el compromiso asumido. Ninguna de estas circunstancias necesarias para dar por terminada la misión, están dadas en este largo drama de Haití.
Después de comenzada, ningún otro fundamento da mérito para dejar inconclusa una misión de paz y retirar los efectivos que tanto orgullo le están dando al país por tantas regiones del mundo en pleno conflicto, donde la vida humana desgarradoramente vale poco mas que nada.
Uruguay se ha prestigiado internacionalmente por la intensidad de su compromiso y la profesionalidad de sus efectivos militares y en algunos casos policiales, que por otra parte le han dado a las fuerzas uruguayas una experiencia y una capacidad operativa que jamás hubieran adquirido de otro modo.
Es necesario recordar que en un país donde los recursos asignados a las fuerzas armadas han menguado notoriamente, incluyendo reformas legales que ponen en crisis la propia existencia de áreas esenciales para su funcionamiento, estas misiones han venido además a resolver un problema profundo dentro del castigado sistema, cuyo paradigma actual por el absurdo es la situación proyectada que afectará gravemente a la siempre eficiente Sanidad Militar.
Haití sigue siendo un estado desbordado que requiere y solicita fuerzas neutrales internacionales para evitar la violación de derechos humanos esenciales incluida la vida de sus habitantes.
Difícil entender cómo ante esta realidad el Poder Ejecutivo de un gobierno ejercido en monopolio, tiene sin embargo internamente en su partido estos vaivenes que simultáneamente apoyan y cuestionan la necesidad de la presencia de Uruguay en su humanitaria función. Quizás la explicación sea que se pretende como en el peronismo argentino, tener dentro de si la tesis, la antítesis y la pretendida síntesis en todos los temas imaginables.
Estas contradicciones generan desconcierto y como en este caso severa afectación al prestigio internacional del país.
La protección de los derechos humanos no es selectiva, y su defensa siempre y en toda circunstancias es una insoslayable responsabilidad democrática.
Muchas de las graves circunstancias internas de Haití siguen vigentes, y son de análoga naturaleza e intensidad a las que dieran mérito a la participación uruguaya en las fuerzas multinacionales de paz de la ONU. No hay justificación posible para poner en duda la continuidad de la presencia de efectivos uruguayos en Haití y dejar a toda una población a la intemperie cuando su gobierno pide ayuda y el uruguayo esta dispuesto a darla como es su deber insoslayable. *
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