Cameron y Merkel sin acuerdo sobre el euro
Una visita del primer ministro británico David Cameron a Berlín y los llamados de Japón a Alemania para desempeñar un «rol central» como «cortafuegos» frente a la crisis, se enmarcaban este viernes en ese contexto.
Las bolsas europeas cerraron el viernes en baja, en mercados «penalizados por los temores de contagio de la crisis de la deuda soberana», según los analistas de Saxo Banque.
El ministro de Finanzas de Japón, Jun Azumi, subrayó la importancia de que Alemania «desempeñe un rol central en la creación de un sólido plan de financiación que podríamos considerar como un cortafuegos».
Japón, uno de los principales acreedores internacionales, junto a China, se preocupa por sus haberes en euros. También teme que las dificultades europeas debiliten a la moneda única, lo que encarecería a su vez las exportaciones japonesas. Por su lado, Alemania único país considerado como sólido por los mercados es el centro de todas las expectativas. La canciller Angela Merkel rehusa reiteradamente los llamados a flexibilizar la política del Banco Central Europeo (BCE) para que asuma un rol de prestamista ante los países europeos más endeudados.
Según varios economistas, ello apaciguaría las presiones contra la deuda de los países europeos, que cada vez tienen que pagar tipos de interés más elevados.
Sin embargo, esa solución es considerada inviable en Alemania, que defiende radicalmente la independencia del BCE y su exclusivo rol de controlar la inflación en la zona.
En su visita a Berlín, Cameron expresó su confianza en el compromiso de Alemania para garantizar el éxito del euro, tras una reunión con Merkel.
Sin embargo, aunque en conferencia de prensa conjunta ambos dirigentes subrayaron sus coincidencias, no pudieron disimular sus divergencias sobre varios puntos.
«Alemania tiene sus intereses, como Gran Bretaña los suyos», afirmó Cameron, relativizando así las declaraciones de amistad expresadas por los dos jefes de gobierno. Gran Bretaña no está en la zona euro.
Alemania se opone a una fuerte implicación del BCE, lo que es solicitado por un creciente número de países para evitar un contagio de la crisis.
Merkel reconoció que no hay un acercamiento de los dos países sobre una tasa a las transacciones financieras, deseada por Francia y Alemania, pero rechazada por Londres.
La canciller alemana aludió de pasada a otro tema de discordia: los cambios en los tratados europeos que desea Berlín para reforzar la disciplina presupuestaria.
La canciller ve en la crisis «una oportunidad» para profundizar la integración europea, recuerdan los expertos. En cambio, el inquilino de Downing Street un euroescéptico declarado quiere aprovechar la coyuntura para limitar los poderes de Bruselas.
Por su lado, el nuevo jefe de gobierno italiano, Mario Monti, aseguró que «no hay razones para modificar» el mandato del BCE. El ex comisario europeo, quien poco antes obtuvo una amplia confianza del Parlamento para gobernar Italia, subrayó que las decisiones del BCE son tomadas «en base a una arquitectura institucional», que según él «no hay razones para modificar».
Monti anunció también que se reunirá la próxima semana con el presidente francés Nicolas Sarkozy y con la canciller alemana, en Estrasburgo (Francia).
A su vez, el presidente del BCE, Mario Draghi, defendió la independencia de la institución, sumándose a la postura de Alemania.
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