Carnes al tope de las exportaciones, pero el clima y la región afectan el buen momento
Las sociedades rurales en todo el país, principalmente en las áreas de pastura ven con preocupación que las cañadas, bajas desde hace meses, enfrentan un calor creciente.
Los verdeos del verano no se han consolidado y eso incide en el peor problema: la falta de agua para consumo de los animales.
La ganadería viene de un buen invierno, pero la deshidratación con estas temperaturas exige compensaciones en aguas de buena calidad que no están disponibles.
Llluvias muy desparejas, nunca superiores a los 18-20 mms, ponen en duda la ecuación de futuro inmediato y apremian a la venta.
A una oferta de ganado reducida, según los arribos, los precios continúan “demasiado” estables para encontrarnos en el medio de la demanda de alto turismo: un centavo de dólar por kilo de novillo, aumentó –U$S 3,55 por quilo de carne- la selección para mejores cortes, según el último reporte de la Asociación de Consignatarios de Ganado.
Contexto regional
Ese escenario del productor nacional, no está escapando a la realidad argentina de la Federación cercana, ni a los vecinos norteños: Rio Grande del Sur sí declaró sequía. Los argentinos suman además el cierre de varias plantas frigoríficas.
Si a todo esto se añade el brote de aftosa en Paraguay, en circunstancias para nada accidentales en tanto los responsables habían subdeclarado su problema a las autoridades, todo conlleva a una inestabilidad en los mercados regionales de la carne, a los que no estamos siendo ajenos.
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