Colombia: Alcaldía de Medellín prohibe las corridas de toros
La alcaldía de la ciudad colombiana anunció que, durante la actual administración, el barbárico espectáculo no tendrá cabida alguna.
El alcalde de la ciudad colombiana de Medellín, Daniel Quintero, anunció que en su ciudad no habrá espacio para la crueldad animal al prohibir las corridas de toros, al menos durante su administración, esperando que la idea se contagie en el resto del país.
La decisión no ha estado libre de polémica ya que los defensores de la llamada «fiesta brava» han llevado el asunto hasta las instancias judiciales: en 2018 la Corte Constitucional de Colombia dictaminó que las corridas no se pueden prohibir en aquellos lugares en donde tenga «arraigo cultura», y entre estos se encuentran Bogotá y Medellín.
Esa decisión había colisionado con una sentencia de la misma sala de 2017 que había ordenado al Congreso legislar en un plazo máximo de dos años regulaciones para regulara la tauromaquia excluyendo definitivamente el maltrato animal.
Cada una de las instancias por las que la pasado el problema hay ido agregando controversia y confusión ya que, aunque se esgrimen los conceptos de «arraigo» y «patrimonio» para defender la tauromaquia, Colombia reconoce a los animales como seres sintientes excepto en aquellos lugares donde existe la tradición taurina: en las corridas de toros no se considera maltrato su uso para esos espectáculos.
Fue el alcalde Quintero quien informó a través de Twitter que: “Le decimos NO a las corridas de toros en Medellín, este es otro compromiso que le cumplimos a la ciudad. Damos la bienvenida al arte y a la cultura.”
Bogotá también contra la crueldad
La recién electa alcaldesa de la capital colombiana, Claudia López, se apresuró a aprobar una de sus promesas de campaña: retirar todos los dineros públicos que se le estaban dando a la tauromaquia».
Pero en Bogotá el tema es mucho más complejo que en Medellín, porque las corridas tienen el epicentro de su actividad en la popular Plaza Santamaría, en el centro de la ciudad, siendo una de las pocas del mundo donde aún se sigue practicando la tauromaquia con toda la crueldad que se heredó de España.
En las corridas de toros, a los animales se les clavan filosas «banderillas» de metal que se les clavan en su espina dorsal, son faenados por toreros que, al fina y como acto de victoria sobre el animal, le clava una espada directo al torso. Y cuando aún está respirando y consciente, el torero le corta las orejas y el rabo que son regaladas a alguna persona especial que esté en el redondel.
La alcaldesa López anunció el pasado 30 de enero la iniciativa que llamó «La fiesta no brava», una estrategia que implementará este año para desincentivar la práctica del toros en la ciudad pero sin llegar a prohibirla completamente.
“Se trata de respetarnos mutuamente, no tiene por qué haber violencia (…). Esta es una legítima discrepancia cultural, de visión sobre la vida. Quienes quieran venir a un espectáculo de maltrato animal, lo pueden hacer. Yo lamento mucho que lo hagan en un bien público, preferiría que lo hicieran en un bien privado, por eso mi batalla este año va a ser porque ningún bien público y patrimonial se use para un espectáculo de maltrato animal ni de ninguna clase de irrespeto a la vida, pero quienes tengan esa preferencia, aquí no estamos tratando ni de condenarlos ni de imponerles preferencias», sostuvo.
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