ONG’s denuncian el fuerte impacto ambiental de la industria porcina
Los cerdos sufren un violento maltrato indigno, desde el momento mismo en que nacen en las grandes fábricas de carne porcina, hasta que son matados para ser comercializados, denuncian varias organizaciones no gubernamentales de defensa de los animales.
Según una investigación realizada en conjunto por Food & Water Europe, VSF Justicia Alimentaria Global, Confederación de Consumidores y Usuarios CECU y Amigos de la Tierra, la industria porcina está sufriendo una expansión totalmente descontrolada, lo que causa un fuerte impacto ambiental, además del creciente maltrato a estos animales que son cada vez más tratados como mercancía.
El estudio se centro en España en donde, según este conglomerado de organizaciones, varias zonas rurales de Aragón y Cataluña están viendo los efectos negativos de esta industria.
“La industria española del porcino con el modelo de ganadería industrial de Estados Unidos, caracterizada por una fuerte concentración de explotaciones en pocas manos”, explica David Sánchez, de Food & Water Europe. Agrega que provoca graves impacto ambiental sobre «el suministro de agua potable o sobre las poblaciones más cercanas».
España es un país fanático de los derivados porcinos. No por nada es la nación europea con más cerdos, con 28.3 millones de animales, y en un país con 46.4 millones de personas, significa que hay casi 1 cerdo por cada 2 habitantes.
Nunca verán la luz del día
Las cerdas son inseminadas de forma artificial, crecen y viven toda su vida en una jaula que mide lo mismo que ellas Su vida entera se desarrolla en una jaula donde comen, y hacen sus necesidades biológicas en el mismo lugar. Los pequeños cerdos que nacen en estas condiciones pronto tendrán tres destinos posibles: si son machos irán a ser sementales para sacar esperma, o bien terminarán matados para hacer chuletas y fiambres; si son hembras podrán también ser destazadas para producir alimentos y ocuparán una jaula vitalicia, como sus madres.
87.3% de los cerdos están encerrados en interior de galpones sobre suelos total o parcialmente enrejados y nunca verán la luz del día.
Los conceptos de activismo animalista actuales no concibe la idea de una «granja porcina buena», pues la industria se ha movido cada vez más a empeorar las condiciones de vida de estos animales.
“Es urgente apostar por una ganadería de calidad respetuosa con las personas y el entorno y poner freno a megaproyectos que destruyen el empleo y el medio ambiente como esta industria del porcino”, apuntan las ONG en el estudio.
Alta contaminación
Los desechos de las granjas porcinas tienen que ir a algún lado. Imagínate tener varios miles de cerdos en un complejo gigante. Todos estos hacen sus necesidades varias veces al día, y todo esto se vierte a una gran piscina de oxidación. Tarde o temprano, la piscina se llena y hay que vaciarla para que continúe el ciclo. Algunas granjas en Estados Unidos han sido denunciadas por disparar al aire aguas residuales con desechos fecales y urinarios, lo que contamina las casas y patios de las poblaciones residentes al ser llevados por el viento.
Otros métodos contemplan el drenaje de estas aguas a ríos y lagunas, causando también severa contaminación en estos mantos acuíferos.
En el caso de la saturación con fármacos a los animales, la investigación señala que la industria porcina española consume un tercio de los medicamentos dedicados a la ganadería. Por cada tonelada de carne de cerdo se utilizaron 419 miligramos de antimicrobianos veterinarios, cifra que triplica a otros países industrializados como Alemania.
Las ONG’s también critican la creciente importación de soja transgénica para alimentar a los cerdos, afirmando que estas plantaciones contribuyen al cambio climático y a la deforestación de bosques, así como al desplazamiento de comunidades rurales.
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