Adiós a un grande
Ayer en horas de la mañana fueron sepultados los restos mortales del mejor futbolista de la historia del Uruguay, Juan Alberto Schiaffino, campeón mundial en 1950, en el denominado «Maracanazo» ante el locatario Brasil en la ciudad de Río de Janeiro. Schiaffino falleció el miércoles a los 77 años de edad y dejó a lo largo de su vida una gran cantidad de amigos que lo recordarán por siempre, al igual que todo el pueblo uruguayo. El volante creativo de la Selección uruguaya, Peñarol, AC Milan y Roma fue despedido por el pueblo uruguayo que lo acompañó hasta el Panteón de los Olímpicos del Cementerio del Buceo. Una larga caravana de vehículos acompañó el ataúd con los restos mortales del crack uruguayo.
En la recorrida del féretro por la ciudad de Montevideo, el pueblo salió a las calles con banderas de Uruguay y Peñarol a saludar el pasaje de la cureña. El pabellón nacional del Estadio Centenario estuvo a media asta en homenaje a este hombre del deporte universal.
El llanto invadió los ojos de sus amigos y conocidos que coparon el Cementerio del Buceo. Sus amigos y compañeros del «Maracanazo», Míguez y Ghiggia, entre otros, estuvieron en su último adiós. También se hizo presente el embajador de Italia en Montevideo, Giorgio Malfatti Di Monte Tretto, en representación de un país donde el popular «Pepe» brilló durante ocho años.
«Es injusto. Se fue un grande», se comentó en el cementerio.
Las generaciones de futbolistas lo recordarán como el hombre que le dio al país la gloria más grande del fútbol mundial para un pequeño país como la República Oriental del Uruguay que es conocido precisamente por este deporte. «Â¡Adiós Pepe y que descanses en paz!» *
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