En el nombre del padre, del hijo y… del fútbol
Obviamente el fútbol es una pasión que se transmite de generación en generación y como tal es posible encontrar casos de padres e hijos que hicieron perdurar un apellido, en los más encumbrados logros del fútbol uruguayo. Por otra parte es muy común escuchar habitualmente a los más veteranos hablar de tal o cual jugador y enjuiciarlo casi siempre en desmedro del referido, diciendo «pensar que el padre de éste si que la movía» o referirse a algún jugador mencionando suspicazmente que «el padre de éste cada vez que la agarraba en el área la mandaba guardar».
Pero las comparaciones siempre son odiosas como dice el viejo proverbio popular, y es así, porque cada uno tiene una forma característica de jugar, de pararse en la cancha, de discernir en cada jugada en el terreno juego, en definitiva de resaltar en la cancha.
Muchas veces de tal o cual jugador se resaltan virtudes o se descubren defectos, en facetas que el padre no tenía, para llegar a la conclusión que, en la gran mayoría de los casos, entre padre e hijo lo único igual es el apellido.
Y enseguida surgen apellidos de jugadores que hicieron historia en el fútbol charrúa, que marcaron a fuego de generación en generación como Julio Montero Castillo y el capital actual de la celeste Paolo Montero, la generación de los Goncalvez, que lograron llegar a la cúspide de América, los Matosas, Roberto y Gustavo, impregnados en la mejor historia carbonera, los Cubilla, aunque los tres hijos del actual técnico de Olimpia no llegaron a la dimensión de Luis, los Urruzmendi, ligados a la enseña tricolor, y tantos y tantos más que ilustraron la mejor historia de nuestro fútbol charrúa.
Rebuscando en la memoria
En este informe especial hemos querido recorrer los archivos de la memoria futbolera para sacar en los últimos cuarenta años, los apellidos más ilustres, los más ligados a los títulos, los más reconocidos por la gente, el hincha común, el veterano que de un chispazo descorre el velo de la memoria y se ubica 15, 20 o 30 años atrás cuando gozaba viendo jugar a su ídolo y hoy se regocija (¿o no? ) viendo jugar «el mismo apellido». Hacemos la salvedad de que en este informe especial, debido a la vorágine del mismo trabajo, se pueden escapar apellidos de padres e hijos, porque o bien no cobraron trascendencia a nivel profesional o simplemente porque hay apellidos iguales que o no tienen parentezco o si lo tienen no son precisamente padre e hijos como pretendemos mostrar en esta nota. Por otra parte tomamos apellidos sólo de aquellos que jugaron en Primera División porque actualmente hay muchos que juegan en juveniles, hijos de apellidos con gran destaque en el fútbol uruguayo, de hace pocos años atrás.
El Peñarol del 60 y el Nacional del 70
Cuando uno comienza a recorrer la memoria descubre inmediatamente a jugadores o apellidos ligados a la historia de los grandes de nuestro fútbol. ¿Quién desconoce, por ejemplo, a Néstor «Tito» Goncalvez, caudillo de aquel Peñarol inolvidable de la década del 60? Su hijo Jorge fue campéon de América con Peñarol en 1987 y también jugó en los aurinegros Néstor (hijo) quien incluso llegó a jugar con su hermano siendo pareja de zagueros en los carboneros. Gustavo Matosas llegó a ser campeón de América con la rayada aurinegra, su padre Roberto perdió la histórica final del 66 con Peñarol defendiendo a los millonarios de River. Después retornó a Peñarol.
En esa década de oro de Peñarol surgió el lateral Pablo Forlán, hoy su hijo Diego, por el contrario de su padre, eligió matar a los goleros vistiendo la roja de los diablos de Independiente. Pablo hijo (zaguero) también llegó a jugar en equipos del medio aunque sin tanta trascendencia como su hermano.
Ladislao Mazurkiewiecz le ponía candado al arco aurinegro y el de la selección siendo uno de los mejores del mundo en su momento. Su hijo Leonardo tuvo un fugaz pasaje en Primera División en Bella Vista, desempeñándose como zaguero no hace tantos años.
En el Nacional de 1970, el que quebró la historia y se sacó la espina de ser campeón de América y del mundo jugaba Luis Cubilla, actual técnico de Olimpia de Paraguay. Sus tres hijos Ricardo, Jorge y Luis, los tres delanteros, deambularon por distintos equipos pero no llegaron a destacarse. De ese formidable equipo tricolor quién no recuerda los potentes tiros de Juan Martín Mugica. Su hijo Diego, que se desempeña como zaguero juega actualmente en Rampla Juniors. Juan Carlos Blanco que también integraba ese plantel mantiene el apellido a través de su hijo Leonardo que llegó a jugar en el exterior, en Francia concretamente. Y dejamos para el final de ese equipo al «mudo» Julio Montero Castillo, que imponía respeto en la mitad de la cancha. Hoy su hijo Paolo es el capitán de la selección uruguaya y titular indiscutido del poderoso Juventus de Italia, con quien ya fue campeón intercontinental, gloria que alcanzo su padre con los tricolores.
En ese equipo estaba nada más ni nada menos que Luis Artime que pese a que su hijo Luis Fabián no jugó en Nacional lo mencionamos al pasar porque además estuvo varias veces en carpeta de los tricolores cuando se abría un nuevo período de pases.
Tradición goleadora
Allá por los años 70 apareció un goleador en Nacional: Heber Revetria, que luego con los años llegaría a jugar en Peñarol. Su hijo Nataniel quiere seguir sus pasos haciendo goles en Defensor y su otro hijo, Sebastián, también se puso la camiseta Nº 9 en Basáñez. Y si se trata de recorrer los mismos caminos está el caso de Marcelo Paredes, actualmente goleador en Juventud de Las Piedras. Quizás muchos recuerden a su padre Américo Paredes metiendo goles en Rampla Juniors, Fénix o Central Español en la década del 70.
Sin salir de Rampla y sólo como mención nos encontramos con el golero argentino Ruben Navarro, que jugó en los «picapiedras» de la década del 60. A su hijo, el popular «mono» Navarro Montoya, aunque obviamente no jugó en nuestro país, lo recordamos porque en definitiva eligió el mismo puesto que su padre.
Del otro lado de la villa apenas comenzada la década del 70, Cerro mostraba un equipo juvenil, donde se destacaban algunos de sus jugadores. Uno de ellos era Carlos Curbelo, creador y gran estratega y el goleador Robert Arzola. Su hijo Gastón actualmente juega en el fútbol de Grecia y es delantero, mientras que «Arzolita» se desempeña como zaguero en Uruguay Montevideo aunque estuvo la primera parte del año en Liverpool. Y sin salir de los negriazules, quién no recuerda la presencia de Saúl Rivero en la mitad de la cancha en el equipo «negro» de 1974 en adelante.
Su hijo Danilo se desempeña como volante de armado y recientemente fue dejado en Libertad en Bella Vista.
En el 82, Peñarol tocó el cielo con las manos al retomar el título intercontinental. En ese plantel estaba Víctor Diogo, figura destacadísima de los aurinegros y la selección uruguaya. Hoy su hijo Carlos, «trilla» la mitad del campo de River Plate con clase y categoría, pese a ser un juvenil, habiéndose puesto ya la celeste.
El Danubio de grandes jugadores
Clase, toque y calidad eran los atributos que adornaban a Rafael Perrone, quien desde el medio campo de Danubio de 1970 y pico armaba el fútbol de la franja. Hoy su hijo Diego, quien ingresa siempre en el decorrer de cada pa
rtido es un permanente aporte de goles para este nuevo y galardonado equipo de la curva. Y ya que hablamos de la franja, hoy el juvenil Nery Castillo hace goles en el fútbol griego, yéndose de Uruguay con muy pocos años. Su padre y su tío Nery y Gary Castillo también brillaron en el equipo de la franja y en Sud América.
Siempre hablando de los de la franja debemos acotar que Washington «Ruso» Olivera era un jugador que movía la zurda y hacía jugar a sus compañeros. Sus hijos Fabián y Claudio (fallecido este último en un accidente automovilístico) también jugaron en la institución de Maroñas a finales de los 80 y comienzo de los 90.
Precisamente ya que mencionamos a los de la franja, Esteban Ros, batallador del mediocampo, estuvo ligado a la franja por años. Hoy juega en el fútbol de Estados Unidos. Su padre Faver Ros batallaba en la década del 70 en el mediocampo de River Plate.
El «Tornillo» Viera jugó primero en los tricolores y en 1970 pasó a Peñarol. Su hijo Maximiliano integró, entre otros, el histórico equipo de Sud América que dirigido por Julio Ribas jugó la Copa Conmebol a mediados de los 90.
Hoy los aurinegros se regocijan con los goles del delantero Carlos Bueno, hijo del petiso, rápido y goleador Ever Bueno, quien llegó a ser campeón uruguayo con Bella Vista en aquel gran equipo de 1990. Carlos María Martínez, apodado el Toro», quien jugó en la década del 40 en Nacional no es otro que el padre del «manteca» Sergio Martínez, un tanto venido a menos en esta etapa en Nacional.
El año pasado jugó en Huracán Buceo el delantero Marcelo Materra y enseguida los tricoplayeros recordarán al mediocampista Jorge Mattera, el de década del 70 del «Topo Gigio».
En Central Español juega actualmente Marcelo Mansilla desempeñándose como volante al igual que su padre Omar que en la década del 80 jugaba en River Plate.
Los goles de Iván Alonso en el fútbol español trascienden fronteras, aunque obviamente el olfato de goleador lo lleva en la sangre porque su padre Roberto Alonso era goleador en Liverpool a mediados de la década del 70.
Más en el tintero…
Y también está el hijo del «bolita» Arispe, Horacio que ya se puso la celeste en el pecho a nivel juvenil o Mauro Giménez hijo del recordado «Pibe» Giménez un excepcional jugador aurinegro de las décadas del 70 y 80 en Argentina.
Y Leonardo «Piojo» Hernández, «Varilla» González, el tricolor Martín del Campo, el darsenero Giancarlo Maldonado, Marcelo Suárez, quien recientemente se fuera al fútbol de China, y Juan Cabrera, y hasta el propio Urruzmendi, cuyo padre Eusebio también jugó en Nacional y hoy su hijo juega en Platense, y el propio Juan Ricardo Faccio y tantos otros que no entraron en esta lista… pero que indudablemente llevan un apellido en la sangre y lo transportan de generación en generación a los seguidores del deporte rey: el fútbol. *
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