En las entrañas de la verdadera "fábrica" de juveniles
El éxito de la Selección celeste en el Mundial de Sudáfrica primero y luego en la Copa América, llevaron a que en muchos lugares se hablase de la «cantera» tricolor, pues varios se sorprendieron de que varios de los futbolistas que brillaron en esos torneos -Diego Lugano, Luis Suárez, Mauricio Victorino y Nicolás Lodeiro- hayan sido formados en la misma institución. La nominación de Sebastián Coates como «Mejor Figura Joven» del torneo continental, y su posterior transferencia en una cifra récord para nuestro medio potenciaron la imagen de las formativas tricolores ante las miradas ajenas, y las apariciones en las últimas semanas de varios chicos surgidos en las juveniles albas, reavivaron el interés por conocer cómo trabaja Nacional para potenciar a los chicos que llegan a la institución.
Hace unos cuantos años que el Club Nacional de Football ha dado un giro sustancial en su política respecto a las divisiones juveniles. Varios han sido los cambios originados a todo nivel, pero uno de ellos ha representado un elemento distintivo para la institución.
En agosto de 2007 Nacional inauguró la residencia de juveniles «Eugenio Galvalissi» en una casa contigua a la sede, un lugar que hace unos diez años también se usó para albergar a algunos futbolistas de las divisiones formativas.
Anteriormente los jóvenes que llegaban a la capital vivían en las instalaciones del Parque Central antes de que fuera reformado- y luego en un residencial alquilado para esos efectos, pero fue la apertura de la residencia contigua a la sede la que determinó un cambio sustancial, ya que ahora los tricolores brindan a sus juveniles una atención «completísima» que incluye vivienda, alimentación supervisada por una nutricionista-, atención podológica y sicológica, asistencia médica completa que incluye urgencias en convenio con Emergencia Uno y servicio educativo.
En este momento son veinticuatro – el número puede variar en uno o dos- los chicos menores de dieciocho años que se alojan en la residencia, todos integrantes de los planteles de Cuarta a Séptima División provenientes del Interior.
El proceso se inicia cuando los captadores ven a algún joven con condiciones, el club estima que es necesario realizar un aporte económico y los captadores definen tres, cuatro o cinco jugadores de cada una de las seis categorías; los que llegan desde el norte del río Negro vienen a Montevideo solo una vez por semana en función de la distancia, mientras los del sur lo hacen con mayor frecuencia, ya que los chicos empiezan a trabajar con once o doce años, y siguen jugando en sus equipos hasta que llegan a la edad de Séptima.
TRIBUNA acordó un encuentro con las personas que trabajan en la residencia de formativas, en el que nos interiorizaron sobre la forma en la que se trabaja con los chicos, quienes además de potenciar sus capacidades deportivas deben continuar sus estudios como requisito obligatorio para poder permanecer en la «casona de los juveniles», como le llaman muchos.
Nacional realizó un convenio con el Colegio Pallotti para que los jóvenes estudien allí: «todos tienen que seguir sus estudios, es algo obligatorio» señala Roberto Roo, coordinador de las divisiones formativas, quien agregó que «el primer año les cuesta mucho, porque vienen con otras exigencias del Interior y acá se encuentran con otro nivel», señala, mientras otra de las personas que trabajan en el lugar agrega que «entre las normas de convivencia que existen también tienen que hacerse los cuartos, lavarse su ropa, hay horarios de entrada y de salida, hay un régimen de funcionamiento»; también, dijeron, «acá los chicos encuentran una familia, un confidente, siempre, a la hora la cena … estamos siempre con ellos, para atenderlos cuando hay dolores de cabeza, gripes, broncas, desilusiones, como en cualquier hogar … y también estamos con ellos para vigilar los estudios».
La casona, lindera a la sede de la Avenida 8 de Octubre, lleva el nombre de Eugenio «pato» Galvalisi en homenaje al centrocampista salteño que participó del Quinquenio de Oro en los comienzos de la década de los 40′, quien fuera luego entrenador de las divisiones juveniles tricolores durante varios años.
El recordado dirigente albo Roberto Laplazotte, fallecido hace algunos meses, fue quien impulsó la instalación de la residencia, y después de un período en el que capitán de la misma fue el profesor Giovaninni, «se buscó la persona encargada y Laplazotte era la ideal, ya que le ofreció una familia a los chicos, era un compañero de ellos, era como un abuelo para los chiquilines», dijeron nuestros entrevistados.
La permanencia en la residencia de los jóvenes depende de su buen comportamiento además de su desempeño futbolístico obviamente-, de su rendimiento en los estudios y de otros factores que se manejan en la convivencia: «De aquí se han tenido que ir varios chicos por distintos motivos; algunos papás no reconocen todo lo que les da Nacional y exigen más. Algunos vienen la primera vez y después ya no aparecen más, entonces a veces acá se les aporta el amor que no le dan algunos padres; nosotros les pagamos parte del uniforme a los chicos, la biblioteca del Pallotti nos presta libros para que utilicen, les damos un pasaje por mes para ver a sus familias, festejamos los cumpleaños, de vez en cuando organizamos reuniones, y tratamos de que exista un ambiente confortable, donde también tienen una cancha para jugar al fútbol tenis, hay futbolito, pool, ping pong, había computadoras pero se deterioraron ahora … para que tengan la posibilidad de entretenerse».
Sandro, uno de los cocineros, comenta que «más allá de estar jugando al fútbol, son gurises ingresando a un mundo de adultos … con mundos diferentes, con los que se comparten llantos y alegrías».
La cantidad de chicos que habita la residencia de juveniles oscila entre 20 y 25: en este momento son 24 chicos los que viven allí, a los que se suma una cantidad similar para almorzar cada mediodía, y otro grupo a la hora de la cena, entre ellos cuatro canadienses que prueban suerte en Nacional.
Además de lo anteriormente mencionado, Nacional presenta a los chicos la asistencia de dos profesionales en sicología, una asistente social, un nutricionista y una podóloga.
Hasta hace poco tiempo, Facundo Píriz y «El Vampiro» Torres eran los «capitanes» de dicha residencia desde que llegaron desde Tarariras y Maldonado respectivamente; la dejaron tiempo después de afianzarse en el primer equipo, pero ambos siguen pasando asiduamente a visitar a sus compañeros, para acompañarlos, trasmitir sus experiencias, o simplemente tomar unos mates.
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Adolescentes residen en este momento en la casona de juveniles: provienen de Bella Unión, Artigas, Salto, Paysandú, Río Negro, Tacuarembó, Paso de los Toros, Durazno, Florida, Colonia, Soriano y Maldonado.
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