En Brasil se termina el Mundial de Fórmula 1
Ya queda muy poco por dilucidar. El certamen de pilotos volvió a quedar en poder de Sebastian Vettel y el torneo de constructores permaneció en poder de su equipo Red Bull.
Pero aunque ya estén definidos en forma anticipada los dos campeonatos, eso no va a incidir para nada en la gran fiesta que se va a vivir en el autódromo «José Carlos Pace», porque la pasión, el color y la alegría que le ponen los fanáticos brasileños a cada presentación de la Fórmula Uno en su país, no disminuye en absoluto.
El circuito está ubicado a unos 800 metros de altura sobre el nivel del mar, y eso va a producir una pequeña merma en la potencia de los motores, pero eso no es el mayor obstáculo al que se enfrentan los equipos.
La mayor complejidad radica en la correcta puesta a punto de los chasis para un circuito cuyo diagrama obliga a una gran carga aerodinámica, teniendo en cuenta la larga recta de 1.400 metros y varias curvas de alta velocidad.
Para los pilotos la dificultad mayor está representada por el hecho de que la carrera es en sentido antihorario, algo que no es usual en el calendario del certamen. Incluso en la parte final del circuito, que lleva el ingreso a la recta principal, hay varias curvas hacia la izquierda, veloces y en ascenso, las cuales no tienen vías de escape, por lo que una salida de pista se paga con el choque directo contra las defensas. Muchas veces los coches vuelven a la pista tras el choque, poniendo una nota de máximo peligro porque quedan expuestos a ser embestidos por otros participantes, debido a que en ese sector del circuito se viaja a alta velocidad y con poca visibilidad de una curva hacia la siguiente.
Este sector es uno de los más temidos y respetados por los pilotos, que además se quejan habitualmente debido al enorme esfuerzo físico que demanda esa zona del circuito, porque los cuellos de los pilotos deben soportar grandes cargas de fuerza G debido a las curvas a la izquierda allí ubicadas.
En ese tramo de la pista es donde son más comunes los accidentes, que obligan generalmente al ingreso del auto de seguridad, casi infaltable en cualquier edición del gran premio paulista.
Otro factor es el clima, porque es habitual que en San Pablo llueva en cualquier momento, como ha acontecido habitualmente. Los chaparrones son muy comunes e imprevistos allí y así como llegan se van, pero en varias oportunidades han generado grandes contratiempos e incluso retrasos en los horarios previstos.
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