A Balada Sale le va quedando chico Palermo

La yegua de «Vacación» se impuso por once cuerpos en el Oaks, la carrera que pudo haber marcado su retiro de las pistas argentinas

El turf argentino le va quedando chico a Balada Sale, la potranca portento de Pablo Zavaleta y familia. Definitivamente, ya está para correr con chances de hacer ruido en grandes premios de otras tierras.

Ayer, en la arena de Palermo, se impuso en el «Selección» como debía: por once cuerpos. Si lo hacía por menos, iba de nuevo.

«Esta yegua es distinta», opina Falero. «Es campeona», apunta este cronista. «¡Es mía!», dice Zavaleta, resultado de un proyecto que en Vacación empezó hace algún tiempo.

Haberle ganado a Te Di Lacana no es ninguna hazaña; pero a veces lo importante no es a quién, sino cómo. Necesitaba resolver solo dos temas: la largada, donde nunca fue brillante, y el codo de Dorrego, por el que no había andado. Solucionado, y luego el de la presión que intentó meterle durante un tramo Miss Serendipity; ganó siendo prepotente desde la punta, a lo macho.

Balada Sale se lució en las carreras que una potranca necesita hacer para trascender, subraya su dueño: «Polla» y «Selección». Si en la cancha se ven los pingos, Balada Sale estuvo allí. Que hay otras buenas, es cierto, pero prefirieron no enfrentarla. Si el que calla otorga, el que no corre pierde.

Se manejan planes ambiciosos para la zaina. Venderla es uno, pero solo en una cantidad imposible de rechazar. El otro es llevarla a los Emiratos Árabes para probarla en el Derby con la preparación de Mike de Kock y la conducción de… Falero. Si hay que arriesgar, piensan quienes interpretan el sentir de «Vacación», que sea por una suma que valga la pena.

La tarde de Zavaleta había comenzado fenómena con el triunfo de Boston Girl, continuó de maravilla en el «Selección» y terminó para seguir descorchando por el éxito de un hijo de Aptitude en el «Nacional»; el padrillo que el príncipe Khalid Abdullah, una mañana de hace tres años en Londres, le ofreció a Diego Zavaleta que lo llevara y le avisara el día en que sacara un caballo bueno en la Argentina. Ayer, el teléfono del dueño de Juddmonte sonó insistentemente.