Jugadores charrúas en el fútbol francés
El mediocampista Ildo Maneiro fue uno de los pioneros en los años setenta (1973-1976) en Lyon, junto al armador de juego Pierino Lattuada en el Burdeos (1972-1977), el delantero Héctor Resola en Noeux-les-Mines y Lorient (1973 a 1981) o el defensa Carlos Curbelo en Nancy (1971-1980) y Niza (1980-1988).
El hijo de este último, Gastón Curbelo, por otra parte, también ha jugado en el Nancy bajo las órdenes de su compatriota Pablo Correa, director técnico del club loreno desde 2002.
Si Maneiro fue el ídolo de un joven Luis Fernández, Enzo Francescoli lo fue de un pequeño Zinedine Zidane.
Pero, antes de vestir la camiseta del OM (1989-1990), el elegante armador y goleador lució durante tres temporadas los colores del efímero Matra-Racing, junto a su compatriota Ruben Paz (1986-1987).
Otro ilustre uruguayo que pasó por el fútbol francés fue el delantero Venancio Ramos, que jugó 72 partidos con el RC Lens, marcando 18 goles entre 1984 y 1987.
El único club de la capital que se mantiene en la élite, el París Saint Germain guarda recuerdos menos nítidos de Cristian ‘Cebolla’ Rodríguez (2005-2007), actualmente en Portugal, y Carlos Bueno (2005-2006), quien juega en España, que no se impusieron en el equipo.
Ernesto Chevantón (2004-2006) e Ignacio González (2008), éste de gran desempeño hoy en día, tampoco dejaron su impronta en el Mónaco, a la inversa de su compatriota Diego Pérez, imprescindible para la recuperación del balón en el mediocampo desde 2004.
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