Entrega

Neymar y Tabárez recibieron sus premios

Neymar Tabarez
Neymar y Tabárez en el Radisson recibiendo su premio.

El movimiento empezó temprano en el Radisson aunque la cita estaba fijada para las 19.30. En la puerta del lujoso hotel de la Plaza Independencia varias fanáticas adolescentes -con vinchas y banderas de Neymar- hacían guardia esperando al crack brasileño. También habían niños vestidos con camisetas del Scratch y con la 11 del Santos. Todos deseando ver al delantero furor, pretendido por los poderosos de Europa, que ganó con 130 votos (60 por encima de Eduardo Vargas) la 26ª edición de la encuesta de El País, en la que votaron 247 periodistas de 19 países de América, incluido quién escribe.

Había ambiente festivo en la inmediaciones del hotel y el apuro de huéspedes, periodistas y curiosos reflejaban que no se trataba de un día normal. Mientras se esperaba la llegada de los reyes de América, el salón principal del segundo piso terminaba los detalles: escenario a punto, mesas redondas, modelos que oficiaban de anfitrionas y bocados que paseaban en bandeja esperando el agasajo final.

El primero en llegar, con puntualidad inglesa, fue el Maestro Tabárez (quien con 75 votos fue elegido por segunda vez consecutiva, superando al argentino Jorge Sampaoli, campeón de la Copa Sudamericana de fútbol con la Universidad de Chile). Se asomó tímido. Vestía un impecable traje gris y enseguida fue requerido: una mamá con sus dos hijos pequeños lo interceptó y pidió foto. Y el entrenador de la selección uruguaya cumplió: posó de buena gana. Luego, comenzó a saludar e ingresó al salón dónde esperaban autoridades del diario y periodistas. Aceptó un trago y se unió en una ronda de charla a la que pocos minutos después se sumó el presidente de la AUF, Sebastián Bauzá. Ya habían pasado varios minutos de la hora señalada para la cita: el DT de la Celeste estaba, Neymar se hacia desear.

Rompió la tranquilidad

El murmullo comenzaba a correr y la ansiedad ganaba en el salón principal del Radisson. Periodistas de radio, televisión y prensa esperaban micrófono en mano por un lado. Por otro, Tabárez seguía de charla con autoridades del diario. Por allí también estaban Claudio Puig -directivo de Nacional-, Edgar Welker -vicepresidente de Peñarol- y Eugenio Figueredo. La gala estaba pronta, solo faltaba el invitado estrella.

De repente, la pausa y el tono de varias conversaciones repartidas por el salón, callaron. Por la entrada apareció él. Saco, camisa y corbata negra. Peinado símil a la melena de un león, aritos brillantes y un anillo en la mano derecha haciendo juego. Enseguida una multitud de periodistas, camarógrafos y fotógrafos lo abordaron. Apenas podía caminar pero entre flashes se fue acercando hasta llegar al Maestro, a quien fue el primero en saludar. Luego, hizo lo mismo con periodistas y mandatarios de El País. Saludó y volvió hacia dónde estaba Tabárez, cruzaron algunas palabras y hablaron brevemente con la prensa hasta escuchar el llamado de Eduardo Rivas, quien ofició de maestro de ceremonias.

Premiación

Mientras comenzó el prólogo con palabras de la empresa encargada de la ceremonia, Neymar esperaba junto a Tabárez. Y varios adolescentes (y no tantos) lo interrumpían para pedir foto y autógrafo. La disposición del crack brasileño era absoluta. Abrazó y sonrió para el clic con cuánto aficionado se acercó. En tanto, la premiación comenzaba: Carlos Valdez recibió el galardón a mejor jugador uruguayo a través de Welker, vicepresidente mirasol. Luego dirigentes de Nacional subieron al escenario a recoger el premio al mejor equipo de 2011. Puig y Mario Menéndez fueron los encargados de subir y al bajar pidieron foto con Neymar con la plaqueta en mano.

Luego tocó el turno del Maestro Tabárez con previas palabras del Ministro de Turismo y Deporte, Héctor Lescano. Éste reconoció que además del premio a mejor entrenador, pronto recibirá un galardón que transciende la pelota: una distinción de la UNESCO. Sin dudas un premio muy valioso para el entrenador que ha logrado crear un proyecto celeste que devolvió a Uruguay al sitio que merece. Con humildad y corazón.

Y para el final quedó la distinción al mejor futbolista del año. La referencia, claro, es para Neymar, quien se llevó el aplauso más fuerte de la tardecita. Cuando Rivas lo llamaba al escenario, él seguía con su rutina de fotos y autógrafos. Y recién esperó a terminar de cumplir con los curiosos para subir al estrado con amplia sonrisa. «Está muy pesado», fue el primer comentario que soltó el campeón y figura en la Copa Libertadores. Fue hasta allí con el presidente del Peixe (Pez) y éste rompió el protocolo, pidió permiso, tomó el micrófono, dijo unas palabras y enseguida sacó algo de un estuche negro: la pilcha número 11 de Santos. Regalo especial del club y el jugador para El País.

Luego paseó por todo el salón, posó para los medios, siguió firmando autógrafos, habló brevemente en el estrado y fue hacia la sala Picasso, dónde hubo una breve conferencia de prensa. «No planeo irme ahora, tengo muchas cosas para hacer en Santos», dijo sobre la consulta más requerida: su futuro. La repuesta valió el inmediato aplauso del mandatario del club paulista, quien estaba sentado en la sala. «Tengo contrato hasta 2014 y pretendo quedarme hasta 2014″, dejó en claro el crack que ya palpita el Mundial de Brasil. «Tengo el sueño de conquistar la Copa del Mundo, más todavía siendo que se juega en Brasil, donde puede ser algo muy importante para todos los que estemos disputando la Copa», indicó, y estimó que «Brasil está formando un equipo excelente».

Montevideo, ciudad maravillosa

Neymar insistió en lo bien que fue recibido en Uruguay. Confesó que es su primera vez en la capital uruguaya por vacaciones -antes había llegado para la final de la Copa Libertadores- y se acordó del duelo con la defensa aurinegra: «Fue una marcación muy dura», confesó con risa picara que tiene como tic ante cada pregunta distendida. «Estoy muy agradecido a todos y muy feliz de estar aquí. No me esperaba vivir esto, han pasado muchas cosas en mi vida, y todo ha sido muy rápido», agregó después.

Sobre la ciudad admitió que «no conseguí ver mucho, pero es una ciudad maravillosa, valió mucho la pena estar aquí, fui muy bien recibido». Su paso por Montevideo fue tomado como unas mini-vacaciones más allá de las obligaciones que debió atender. Reconoció el interés en ir a ver el clásico y no se animó a decir por quién hincharía en el duelo más importante del fútbol local, aunque algún periodista lo apuró a elegir Peñarol. Él, solo soltó una risa. Luego, cerró la conferencia con un mensaje realista, su última pincelada: «Ahora ya terminaron las vacaciones tengo que volver al trabajo».

Así fue el paso del mejor futbolista de América por estas tierras. Con furor y admiración. Ese mismo combo que lograr imprimir en el césped.

 

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