Un clásico que promete poco
El partido de esta noche luce poco atractivo: la larga licencia de los futbolistas en diciembre, la intensos trabajos físicos en triple horario de los últimos ocho días, los equipos que se están afinando y un Nacional que se asoma con pibes le quitan condimento a una nueva edición del clásico veraniego.
El análisis previo al clásico tiene varias aristas. Está instalado el pensamiento en que fijar un partido tan exigente en plena pretemporada es un error grosero que atenta contra el físico de los futbolistas y contra el espectáculo. El argumento es sólido, pero el asunto tiene otra connotación: años atrás, en verano no se hacían este tipo de torneos con clásicos y equipos del exterior.
Ni tampoco se realizaban demasiados espectáculos deportivos para ir calmando la ansiedad previa al comienzo del torneo. Y también se criticaba.
Entonces, no es cuestión de una cosa ni la otra. Se trata de apoyar sin dejar al margen el pensamiento que cada uno posee. En particular, el clásico de esta noche sabe a poco en la previa: hubo una larga licencia en diciembre para los futbolistas de ambos planteles, en especial en el caso de Nacional.
Luego se retomó la actividad el 5 de enero con la exigencia que una pretemporada obliga: triple turno de actividad física intensa para cargar los músculos para todo el semestre. Esto se repitió por una semana, con apenas un domingo de descanso antes de la cita de esta noche. Por eso, la historia suena arriesgada. O, al menos, no luce tentadora.
Por eso Marcelo Gallardo prefirió, o al menos desde lo que se especula, poner un equipo alternativo, con pibes de la cantera (según el equipo que se maneja, jugará con diez jugadores nacidos en el club). Plan semejante al que hizo Daniel Carreño en su momento cuando mandó a Pablo Alvarez, Bruno Fornaroli, Martin Cauteruccio y otros tantos pibes a debutar ante el rival de todas las horas.
Demasiado arriesgado el plan pero que tiene en qué sustentarse: el último clásico, válido por el Apetura, jugaron siete chicos surgidos del club. Y el resultado fue totalmente positivo. En el caso de Peñarol, Gregorio no da vueltas: experiencia y rodaje para ganar -Valdez, Aguiar, Freitas y Zalayeta por caso-, obligan al hincha aurinegro a ir tranquilo al Centenario.
En síntesis, lo seductor es que el compromiso no deja de ser un clásico. Y el espectáculo sí está garantizado en la tribuna. Con calor y color. La Amsterdam y la Colombes saben que no tienen excusas de pretemporada o vacaciones. Este fue, es y será siempre su partido. Pero desde el punto de vista saludable: con fiesta y sin violencia. Entonces, cuando a las 22.00 horas se paralice otra vez el país, que la fiesta sea en el césped y el cemento.
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