Soporte físico y técnico y respaldo del semillero
El preparador físico de Nacional tiene un crédito enorme en la consagración. Pocas veces se ve en escena la labor de quién prepara físicamente a un plantel, pero en este caso quedó en evidencia. Y Tulbovitz es el responsable. El Tricolor siempre sacó ventaja en los segundos tiempos, ganó por energía y físico; allí es dónde obtuvo el mayor protagonismo y dónde cosechó la mayor parte de las victorias. Mientras los equipos rivales se agotaban y quedaban sin resto en el complemento, los albos respondían con un despliegue poco habitual. Tulbovitz, de larga trayectoria en Costa Rica, aceptó el desafío que le propuso Gallardo y hoy disfruta desde un rol protagónico poco acostumbrado.
Dirigencia
«Echar a Gallardo sería tomar el camino más fácil». Las palabras son de Ricardo Alarcón y datan del día después de la derrota ante Bella Vista. Esa que hizo suponer el fin de un proyecto que recién amanecía. La misma que mandó a Nacional al abismo de un torneo que parecía perdido. Pero la dirigencia derrocó la actual costumbre de tomar decisiones fáciles y apuradas. Apostó al proyecto qué modeló el Muñeco, aceptó sus decisiones y mantuvo una filosofía que lo tiene disfrutando de un año excepcional: en el mercado local jugó un Clausura, una final por el Uruguayo, un torneo Apertura y dos clásicos. Ganó todo.
Formativas
Burian, Coates, Rolín, Torres, Piriz, Calzada, Abero, Romero, César, Bueno, Nico López. La cantera de Nacional es inagotable. El trabajo que está haciendo el club en las divisiones no es promesa. Hace rato que es realidad y en este torneo el entrenador apostó como pocas veces a la cocina de la institución, que tiene material de sobra para creer y crecer. El ejemplo más claro está sobre la mesa: cuando el Bolso vivía una situación dramática en defensa, se pensó en contratar de apuro a un defensa con experiencia. Gallardo se mostró firme y avisó que no quería a nadie. ¿Qué hizo el DT? Miró hacia abajo, llamó a Darwin Torres, lo colocó de lateral izquierdo y desde su arribo, el tricolor solo recibió un gol. Problema solucionado en casa. Como debe ser.
Marcelo Gallardo
Aceptó el compromiso de asumir la dirección técnica cuando acababa de sacarse los cortos. Asumió el mando con un plantel que trataba de ex compañeros y amigos. Tomó riesgos cuándo debía estar de vacaciones y disfrutando de su familia. Y tuvo la personalidad para tomar decisiones bravas, como si se tratara de un entrenador de extensa trayectoria. Manejó a Recoba a la perfección, sacándole el mayor jugo a ese talento que aún vive; llevó juveniles de manera perfecta y tuvo el coraje para impedir contrataciones a mitad de campeonato. «Si me traen un zaguero, me voy», llegó a decir el Muñeco respaldando a sus jugadores. Se le puede reprochar el poco nivel de juego en los primeros tiempos, pero siempre cambió a tiempo y acertó. Así, se llevó un clásico inolvidable y sólo una palabra lo define: campeón. Llegó a Nacional y ganó el Clausura y Uruguayo como jugador y ahora, aún festeja el Apertura como DT. Y en el mismo año.
La hinchada, un jugador más.
Uno de los eslabones indispensables que todo campeón debe tener, tiene que ver con el respaldo de su gente. Esa inyección de sangre que viene desde el cemento y que contagia en el césped, Nacional la tuvo. En los momentos más duros, cuando el objetivo se creía imposible, la gente acompañó con más fuerza, eligiendo el aliento antes del insulto. Cuando el equipo tocó fondo en la derrota con Bella Vista, la hinchada despidió al equipo cantando en señal de respaldo. Y ahí es dónde nace el orgullo del jugador para revertir las situaciones más complejas. El público albo siempre se hizo fuerte en su casa, regaló un festival en el clásico y en la tarde de ayer empujó en el momento más tenso. Realmente, fue un jugador más y disfruta de un éxito que siempre sabe a poco cuando se trata de un Apertura. Pero en este caso, es distinto por cómo fue el camino recorrido.
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