Canto, swing y simpatía
Fue evidente, al cantar sus dos primeras versiones (el tema «Four» de Miles Davis, en forma idéntica a la que grabó el trío Lambert-Hendricks-Ross en 1959, y el clásico «Mood Indigo» de Duke Ellington), que los años han pasado y que la garganta no responde con la misma precisión y agilidad de antes. Pero el sentimiento y el swing se mantienen, y Jon compensó ampliamente, con gran sentido profesional, aquella disminución de sus cualidades vocales. Incluso se tomó un pequeño descanso en la bossa nova de «Everytime they play that song» para imitar una flauta con su silbido mientras simulaba digitar una baqueta del baterista.
Hubo que esperar a que se incorporara la efervescente Aria Hendricks para que padre e hija recordaran el estilo de aquel entusiasmante trío. Entre ambos lograron los mejores y más aplaudidos momentos del concierto, mostrando qué altos niveles de expresividad puede alcanzar el vocalese. Y si el escucha tenía la fortuna de conocer las grabaciones originales, el placer era mayor. El blues «Come on home», grabado por Horace Silver en 1959, recordó la trompeta de Blue Mitchell en la voz de Aria y el saxo tenor de Junior Cook en la de Jon. En el popular «Bye bye blackbird», llevado al disco en 1956, Aria hizo las partes de Miles Davis, pero se notó el esfuerzo de su padre para reproducir la difícil improvisación del saxo de John Coltrane.
Mucho mejor estuvo el aclamado cierre del espectáculo con el veloz «Jumpin’ at the Woodside» (Count Basie, 1939), en el que ella cantó el relumbrante solo original del trompetista Buck Clayton y Jon recreó el intenso saxo de Lester Young.
Ambos demostraron también su dominio del scat. Aria se despachó con un «Summertime» vertido con inusual celeridad y Jon descargó nada menos que quince ardientes coros en el blues «Roll’em Pete», al estilo que el saxo de Eddie «Lockjaw» Davis grabó en 1973 con la banda de Basie. En cambio la hermosa balada «Last night when we were young» la cantó íntegramente como canción romántica, mostrando que también conoce las técnicas del «crooner» de melodías populares.
El legendario «West End Blues» de Louis Armstrong respetó de cabo a rabo la versión de 1928, aunque le resultó resbaladiza a Jon la célebre y chisporroteante introducción de la trompeta del maestro.
A lo largo del concierto, el trío instrumental se desempeñó tan sólo correctamente, acompañando las exigencias de los dos cantantes.
El pianista Peter Michelich se adecuó para ser un Red Garland, o un Earl Hines, o un Count Basie y no exhibió un estilo personal. A Joe Strasser ya lo conocíamos de cuando vino a Montevideo con el trío de Rick Stone, en 1996. Su batería sigue siendo impecablemente helada. Y Neal Miner supo imponer un fuerte y sostenido ritmo con el opulento punteo de su contrabajo. *
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