Solo un tercio del sexo es de naturaleza genital
La sólida formación científica de ambos profesionales avala la indudable calidad de este trabajo, que tiene un sesgo bien pedagógico y promueve renovados debates sobre un tema de alta sensibilidad social.
Como se sabe, la puesta en marcha del Programa de Educación Sexual en los centros de todos los niveles de la enseñanza pública durante el gobierno de Tabaré Vázquez, ha generado nuevas controversias de naturaleza eminentemente ideológica.
En efecto, la incorporación de esta temática a la currícula educativa se fundamenta en la necesidad informar y formar a las nuevas generaciones, de manera responsable, democrática, participativa y sin cortapisas.
Asimismo, se procura garantizar la libertad individual, el pleno ejercicio de la ciudadanía y de los derechos humanos, la tolerancia y hasta el respeto por la diversidad sexual, lo cual marca un importante cambio cualitativo en materia cultural.
El mayor punto de desencuentro entre posturas radicalmente antagónicas es, naturalmente, la habitual dicotomía entre la sexualidad meramente reproductiva y la sexualidad placentera.
Obviamente, esta polémica -que habitualmente está impregnada de dogmatismos- trasciende a la mera discusión académica, para internarse en territorios bastante más específicos, como el filosófico, el sociológico y, naturalmente, el religioso.
Si bien en los últimos años las posturas se han moderado, el tema sigue originando ácidos debates de naturaleza moral y hasta ética.
En este libro, que fue recientemente lanzado al mercado por el Grupo Editorial Planeta, los autores describen minuciosamente el sistema sexual tal cual es, en el entendido que la ciencia solo ha abordado parcialmente el problema.
Uno de los tramos sin dudas más reveladores de esta obra es el dedicado a la identificación de las denominadas zonas erógenas, cuya estimulación resulta determinante para la consumación del acto sexual.
En un capítulo explícitamente informativo, los facultativos explican qué es la sexualidad y qué finalidades tiene, analizando sus diversas dimensiones: erótico-placentera, reproductiva y planificación familiar. En este último aspecto, se refieren concretamente al embarazo y los métodos anticonceptivos.
Los especialistas aducen que solo un tercio de la sexualidad es de naturaleza genital, lo cual demuele de plano falsas creencias muy arraigadas en la sociedad.
También aluden a otros temas que suelen motivar inquietud, ansiedad y permanentes consultas a los sexólogos, como la impotencia y la anorgasmia.
Al respecto, Boero y Novoa Noceto explican la directa interrelación entre estas disfuncionalidades con los demás sistemas, como los aparatos circulatorio y respiratorio.
Otro de los ángulos de observación que promueve este trabajo es el relativo a las ideologías que condicionan las conductas sexuales y que devienen en frecuentes amputaciones de la libertad.
Sobre el particular, analizan los mitos y falacias que inducen a alteraciones en el comportamiento humano, alimentadas particularmente por los miedos suscitados por las religiones.
Los conceptuados sexólogos desestiman la existencia del denominado punto G y la eyaculación femenina, recordando que la Sociedad Norteamericana de Ginecología lo trata de «invento mediático» y este año ha sido denunciado en el Congreso Mundial de Salud Sexual celebrado en Glasgow, Escocia.
La capital incidencia del aparato psíquico en la sexualidad es otro tema que motiva las reflexiones de Gastón Boero y Manuel Novoa Noceto, quienes asignan un rol preponderante a la mente en la estimulación y la concreción de la respuesta sexual.
«El sexo tal cual es» es un aporte fundamental a la comprensión de un fenómeno sin dudas complejo, que, en el caso del ser humano, trasciende a la mera mecánica biológica.
Fantasías sexuales y sueños eróticos
En el capítulo 11 de este libro, en el cual también participa el médico psiquiatra Rafael Sibilis Flangini, los autores explican pormenorizadamente la intrínseca relación entre el funcionamiento del aparato psíquico y la actividad sexual.
Al respecto, destacan que la estimulación sexual conlleva una respuesta psíquica, que se traduce, por ejemplo, en la percepción del placer como disparador de la sexualidad.
La secuencia sigue con una respuesta somática, que puede ser, en el caso de los hombres, la erección del pene y del clítoris en el caso de la mujer.
«La estimulación de cualquier zona erógena sensitiva, primaria, secundaria o terciaria (tacto, vista, oído, olfato, gusto), desencadena un estímulo erógeno externo, el cual, por el sistema de conducción aferente (nervios periféricos) llega al aparato neuropsíquico encefálico», afirman los profesionales.
En este caso, es indudable el protagonismo que juega el aparato psíquico en este complejo proceso de transferencia. «Se percibe el estímulo, por ejemplo táctil, (sensación táctil genital), pero es el aparato psíquico, mediante la modulación del estímulo (entre otros aspectos influenciado por el ambiente a través de la memoria), el que transforma esa sensación táctil genital en una sensación táctil y erótico genital».
Gastón Boero y Manuel Novoa Noceto revelan que «se estimula la zona erógena no sensitiva (aparato psíquico o psique o mente) por medio de pensamientos eróticos, fantasías eróticas, memoria erótica, sueños eróticos, que son estímulos eróticos internos, los cuales son percibidos y, al igual que los estímulos externos, desencadenan una respuesta al estímulo».
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