La escalada de violencia política que devino en dictadura fascista
En «El asesinato de Arbelio Ramírez: la república a la deriva», el periodista y escritor Víctor L. Bacchetta elabora una concienzuda investigación, destinada a demoler el muro de silencio montado en torno al recordado crimen político.
El 17 de agosto de 1961, el docente Arbelio Ramírez fue ultimado cerca de la sede central de la Universidad de la República, luego de la conferencia dictada por el guerrillero argentino Ernesto «Che» Guevara. El homicidio, que conmovió a la opinión pública de la época, aún permanece impune.
El autor, que en su juventud militó en la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay, fue miembro fundador del Movimiento de Acción Popular Uruguaya y de los Grupos de Acción Unificadora, en los cuales ejerció responsabilidad de dirección hasta 1977, cuando se alejó de la organización.
En el marco de su carrera periodística, trabajó en los diarios De Frente, Crítica, Democracia y Ya, que fueron censurados y clausurados por el gobierno autoritario encabezado por Jorge Pacheco Areco. Asimismo, también colaboró con los semanarios Marcha, Sur y Respuesta.
Exiliado en 1974, Bacchetta desarrolló su actividad profesional en publicaciones de Buenos Aires, La Habana, México, Río de Janeiro y Santiago de Chile y fue corresponsal en medios de prensa de México, Perú, España, Estados Unidos, Suecia, Suiza y Uruguay.
Su producción literaria incluye, entre otros títulos, «Uruguay: las enseñanzas de la huelga general», «Las historias que cuentan: testimonios para una reflexión inconclusa» y «El fraude de la celulosa».
En este nuevo trabajo, que supuso todo un desafío en materia de indagación periodística, el colega confirma su inclaudicable vocación por la verdad.
Transcurrido casi medio siglo, este homicidio permanece impreso en la memoria colectiva como un episodio confuso y rodeado de una aureola de misterio, a la cual han contribuido las distorsionadas versiones y conjeturas que se entretejieron sobre lo sucedido.
En efecto, la derecha, que ahora aduce que el Frente Amplio pretende construir un nuevo imaginario histórico, durante por lo menos cuatro décadas, detentó la autoría y el monopolio del relato.
Incluso, sus voceros contemporáneos insisten con la insostenible teoría de los dos demonios, atribuyendo a la guerrilla la responsabilidad de la instalación de la dictadura.
Nada más falso que esas afirmaciones en la cuales ya casi nadie cree, si nos remitimos a los documentos y testimonios de comienzos de la década del sesenta del siglo pasado, que confirman la existencia de organizaciones ultraderechistas que operaban con la más absoluta impunidad.
Por entonces, eran frecuentes los atentados contra locales partidarios y sindicales y ataques a militantes del movimiento popular, azuzados por una permanente prédica golpista que, a menudo, partía desde el propio gobierno nacionalista que se inauguró en 1959.
El Consejo Nacional de Gobierno, integrado por blancos y colorados, albergaba en su seno a Benito Nardone, un dirigente ruralista de rápido ascenso, duro e intransigente, que sembraba un odio visceral contra la izquierda y, a menudo, convocaba a los militares a tomar el poder.
Documentos desclasificados del Departamento de Estado norteamericano y de la temible CIA, que han sido consignados en numerosas publicaciones, confirman la vinculación del político con actividades de espionaje.
En ese clima de rechazó, se registró la visita a nuestro Uruguay del guerrillero argentino Ernesto «Che» Guevara, héroe de la revolución cubana, quien llegó para participar en la conferencia del Consejo Interamericano Económico y Social, que se celebró en el hotel Nogaró de Punta del Este.
El asesinato de Arbelio Ramírez, que fue ultimado de un disparo cerca de la sede universitaria donde el «Che» Guevara dictó una conferencia, alimentó diversas especulaciones acerca de un eventual atentado contra el visitante y generó furiosas acusaciones entre grupos pro y anti-castristas.
En un arduo trabajo de investigación, que requirió consultas a archivos policiales y judiciales e incluso a documentos desclasificados de la Embajada de Estados Unidos y de la CIA, el colega descarta con un altísimo margen de certeza- que la bala que mató al docente estuviera dirigida a Ernesto Guevara.
La obra se nutre también de múltiples testimonios, que incluyen las versiones de dos hijos del asesinado y del comisario Alejandro Otero, entre otros actores de la época.
Víctor L. Bacchetta elabora inicialmente un completo cuerpo biográfico, destinado a informar quién era realmente el docente e investigador, sus actividades y sus opciones ideológicas.
Aunque las versiones sobre sus adhesiones políticas son contradictorias, queda claro que Ramírez era un idealista, que luchó contra la dictadura de Terra, apoyó la causa de los republicanos españoles y era un simpatizante de la revolución cubana.
Los pronunciamientos partidarios y las notas periodísticas publicadas luego de su muerte, para nada despejan las dudas sobre sus ideas y compromisos.
El colega, que reconstruye minuciosamente la tragedia mediante información extractada del expediente judicial y las versiones de prensa, corrobora que no existió voluntad real de esclarecer el caso por parte de las autoridades policiales capitalinas, encabezadas en esa época por Mario Aguerrondo, un militar y católico ultra-derechista que fue candidato presidencial por el Partido Nacional, fundador de la Logia Tenientes de Artigas y adherente al golpe de Estado de 1973.
El fiscal de crimen que clausuró la causa, Fernando Bayardo Bengoa, fue luego Ministro de Justicia del gobierno autoritario, un dato sin dudas muy relevante para el análisis y la reflexión.
El colega inscribe su vasta indagatoria en un contexto histórico que resulta revelador, pautado por los coletazos de la guerra fría, la escalada represiva de la derecha que devino doce años después en la ruptura institucional, la impune actividad de las organizaciones neofascistas y las operaciones encubiertas de los servicios secretos norteamericano y soviético en nuestro país.
En ese contexto, el trabajo incluye varias hipótesis sobre la tragedia, que discurren entre el asesinato político perpetrado por una organización ultraderechista con el apoyo logístico de la CIA, las intrigas del KGB ruso y hasta un crimen pasional.
Con un formato bien periodístico pero no exento de explícitas reflexiones, el avezado periodista analiza todos los ángulos de un tema que, casi cincuenta años después, sigue siendo altamente controvertido y admite bastante más de una lectura.
Más allá del episodio en sí mismo, los testimonios incluidos en este trabajo coadyuvan a reconstruir el polarizado escenario de tensiones políticas imperantes en la época, que, de algún modo, anticipaban los tiempos más oscuros de nuestra historia reciente.
Esta es una obra muy bien documentada, que visualiza claramente el dramático descaecimiento de la democracia uruguaya y la creciente represión contra el movimiento popular, en un país que comenzaba a hundirse inexorablemente.
«El asesinato de Arbelio Ramírez» es un libro singularmente esclarecedor, que reubica determinados acontecimientos y conceptos, coadyuva a superar las fracturas de la memoria colectiva y demuele buena parte de la mentira institucionalizada por el discurso de la clase dominante que, durante décadas, distorsionó grotescamente la verdad histórica.
(Editorial Doble Clic)
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